Por Nathália Rosa
Periodista
Barcelona, julio 2011
Foto: Creative Commons
Los rumores son informaciones ambiguas e importantes que se propagan rápidamente por canales informales. Son como los virus: es imposible saber dónde surgieron, tienen una enorme facilidad de transformación y se extienden de boca en boca de manera exponencial. En los últimos años han surgido muchos de estos virus en relación con las personas que han venido desde diferentes rincones del mundo a vivir a Cataluña. Con el propósito de contribuir a la superación de esta problemática el Ámbito de Investigación y Difusión María Corral diseñó el taller «Vacúnate contra los rumores», cuya primera edición fue realizada el pasado 6 de junio en el Centre Cívic Casa Elizalde de Barcelona.
La convocatoria fue un éxito: todas las plazas ocupadas y unas cuantas personas en lista de espera, lo cual demuestra el interés ciudadano por saber más sobre los rumores relacionados con las personas inmigradas, además de las ganas que mucha gente tiene de dialogar de manera positiva y abierta sobre ello con la perspectiva de prevenirse contra los rumores en general.
La primera actividad propuesta a los participantes fue una versión mejorada de la archiconocida «dinámica del teléfono», en la cual, a partir de la noticia de que los inmigrantes traen enfermedades que ya estaban erradicadas en España, pudimos observar cómo se tergiversa la información en la medida que se va transmitiendo y agregando nuevos datos. Las elecciones personales de qué informaciones pasar y cuáles omitir ayudó mucho a los participantes a mirar un breve y ficticio proceso de transmisión de un rumor. Sin embargo, fue muy interesante constatar que pese a este conocimiento y experiencia, las personas asistentes seguían teniendo una pregunta en la cabeza: ¿qué puedo hacer para desmontar un rumor, cuando alguien me lo cuenta con fuerza y convicción?
Este fue el tono en que transcurrió el taller. Con una breve exposición de teorías sobre los rumores, sus características y finalidades, solicitamos a los participantes que escribiesen todos los rumores que conocían sobre las personas inmigradas. El resultado fue elocuente: una lluvia de rumores «de todas las nacionalidades», sobre diversos temas que se cruzaban en una maraña de argumentos controvertidos. En algunos casos, la línea entre lo que creían y lo que sabían que era falso era muy tenue. Sin embargo, al ser indagados respecto de alguna experiencia personal relacionada con el rumor, muchos no lograron recordar ni una sola historia real.
La pregunta inicial seguía creciendo, incorporando nuevos datos e inquietudes a lo largo del taller. ¿Cómo puedo confrontar a alguien sin argumentos o evidencias reales, solamente con la buena voluntad de desmontar un rumor? ¿Cómo desmentir a alguien que parece muy convencido y que muchas veces tiene una experiencia real relacionada con el rumor? Las personas asistentes tenían muy claro que necesitaban luchar de alguna manera, pero les faltaban herramientas y quizá un poco más de convicción para hacerlo. El escenario creado de ahí en adelante fue una buena muestra de lo que pasa en la realidad de la difusión de los rumores: hay alguna información que personalmente es importante, que es ambigua y no se sabe muy bien sus fuentes o contenidos, que es algo que a uno pueda parecer inverosímil, pero que no se sabe de verdad qué hacer a partir de ese momento.
La motivación para reflexionar y cuestionar la veracidad del rumor que oyen es el primer componente de la vacuna antirumores. Les invitamos a pensar, matizar, cuestionar, dudar. Existe una serie de razones que están en el origen de muchos rumores y que es necesario tener en cuenta: argumentos culturales, como la religión o la tradición de una comunidad; y razones relacionadas con el contexto social, como la crisis económica, por ejemplo, que genera una mayor competencia por los recursos escasos o la xenofobia. Tener en cuenta estas cuestiones es fundamental para detener el virus de los rumores.
El segundo elemento de la vacuna antirumores es no hacer generalizaciones acerca de los diferentes colectivos que constantemente son objeto de los rumores. Fácilmente negamos la enorme diversidad que existe en cualquier grupo humano e imponemos una visión homogénea de las culturas: «todos los (…) son (…)». Aunque nuestro conocimiento y experiencia con algunos integrantes de un colectivo sea coincidente, no deja de ser una experiencia parcial de ese colectivo, por tanto, no nos autoriza a etiquetar a todos sus miembros de acuerdo a la impresión que nos hayamos formado a partir de ella. Hacerlo es un proceso peligroso y que conlleva a una serie de prejuicios y estereotipos que luego son muy difíciles de desmontar.
La sugerencia es buscar datos objetivos, conocer más sobre las diversas culturas con las que convivimos y difundir la información. Existen muchos caminos para ello: investigaciones, estadísticas, artículos, documentos oficiales, etc. Todo al alcance de unos cuantos «clic». Y más: es necesario hacer el ejercicio de ver más allá del rumor: ¿cuáles son los hechos o realidades que el rumor no explicita? ¿Qué problemáticas sociales o institucionales quedan ocultas tras la fuerza de frases breves y convincentes, como suelen ser los rumores? Habitualmente son argumentos sociales, económicos y políticos que afectan directamente esta situación.
Vacunarse contra los rumores es una tentativa de cambiar la manera como vemos el mundo, un ejercicio por apreciar la enorme riqueza de nuestro entorno y que habitualmente ignoramos. Más que una vacuna para las otras personas, este taller es el primer paso para adquirir y aprender a usar las herramientas que nos permitan decir: yo soy inmune a los rumores