Por Ramón Santacana
Prof. de ciencias económicas y empresariales.
Taiwan, diciembre 2014
Foto: Creative Commons
Hace poco salió a la prensa la noticia de que se pudo lograr que una persona invidente, sin siquiera nervio óptico, pudiera recuperar la vista gracias a una cámara conectada a unos electrodos de platino implantados directamente en las neuronas del cerebro ¹. Las señales de la cámara deben pasar por un aparato de tres kilos que las transforma en impulsos eléctricos y de ahí los mandan por cables directamente al cerebro que los lee. La visión es muy limitada, un puñado de pixels en blanco y negro, pero está abriendo las puertas, y sobre todo las esperanzas, en el campo de obtener o recuperar la visión y también la audición.
Unos sistemas menos invasivos, que conectan cámaras a la retina, o audífonos a los nervios auditivos ya han sido aprobados en EEUU y ayudan ya a cientos de miles de pacientes. Otra terapia también extendida para la enfermedad de Parkinson es enviar señales nerviosas directamente al cerebro por medio de un electrodo conectado a una batería externa por una perforación craneal. Otros aparatos pueden leer señales del cerebro en personas parapléjicas y transmitir órdenes desde el cerebro para ser ejecutadas por un ordenador, como por ejemplo escribir un texto o realizar una búsqueda en internet o a aparatos robóticos como manos artificiales que pueden mover objetos.
Actualmente se está trabajando en lograr unos implantes biocompatibles que puedan quedar completamente insertados en el interior del cráneo y con microbaterías que sean recargadas por la noche por inducción. Un problema difícil de solucionar es que debido a la oscilación de la masa encefálica, las conexiones neuronales deberían seguir tales oscilaciones sin dañar los tejidos.
Los científicos dicen que estos retos, por enormes que parezcan, podrán ser solventados en dos o tres décadas. A partir de la coordinación y el trabajo en equipo de campos tan dispares como la investigación en materiales, en baterías, la biología molecular, la ingeniería de tejidos y la neurociencia, aseguran que la tecnología de los neuroimplantes está donde estaba la telefonía móvil hace treinta años, con aquellos aparatos de varios kilos de peso que sólo era práctico llevar instalados en automóviles. ¿Quién podía imaginarse en ese momento el desarrollo que en estas de tres décadas han alcanzado las tecnologías de la información y la comunicación?
Según el psicólogo Gary Marcus y el jefe de un centro de investigación sobre el cerebro en Seattle Kristof Koch, autores ambos de un extenso y documentado artículo publicado en el periódico The Wall Street Journal titulado El futuro de los implantes cerebrales, en algún momento dentro del presente siglo los implantes neuronales dejarán de ser utilizados exclusivamente para problemas graves, como parálisis, ceguera o amnesia y cuando la tecnología haya avanzado lo suficiente, dichos implantes se orientarán a mejorar el rendimiento de personas sin problemas de salud. Se podrán utilizar para mejorar la memoria, la concentración mental o incluso el estado emocional.
Los implantes podrán ser usados para insertar en nuestra memoria cualquier tipo de saber almacenado, de modo que liberaran a los jóvenes en formación (los que hoy llamamos estudiantes) de la dura tarea de tener que aprender o memorizar contenidos. La experiencia física de los mejores tenistas, un tratado de filosofía, de física nuclear o simplemente el hablar un nuevo idioma será una simple cuestión de activar conexiones cerebrales ². La información pasará de la web a nuestro cerebro sin necesidad de ser visualizada o experimentada a través de otros sentidos corporales. Según Marcus y Koch para fin de siglo estaremos todos conectados a la nube «de la cabeza a los pies».
Parece pues que el acceso al conocimiento será inmediato y el poder del ser humano, si es que efectivamente llegamos a ese periodo de la historia, que yo así lo espero, se habrá expandido, multiplicado, considerablemente. Sin embargo no nos creamos que la tarea de padres, maestros y educadores habrá terminado. Más bien al contrario, la tarea de educar a la persona, será más importante que nunca antes haya sido. El desarrollo personal, la libertad, la formación de la conciencia, la sensibilidad, la ternura… todo aquello que nos hace seres personales, diferentes, únicos pero a la vez capaces de empatía y de amor, todo ello va a cobrar más importancia. Será bueno ir preparando a los que hoy son jóvenes para las tareas y retos educativos que les esperan.
1. Casado, M. J., Los ciegos recobran la vista con un implante revolucionario. Muy Interesante, 1 de mayo de 2003. Accesible en http://www.muyinteresante.es/innovacion/medicina/articulo/los-ciegos-recobran-la-vista-con-un-implante-revolucionario
2. MARCUS, G y KOCH, C. The Future of Brain Implants. The Wall Street Journal, 14 de marzo de 2014. Accesible en http://online.wsj.com/articles/SB10001424052702304914904579435592981780528