En la presentación de la 213 Cena Hora Europea, organizada por el Ámbito de Investigación y Difusión María Corral, el pasado jueves 19 de febrero de 2015 y moderada por Esther Borrego, trabajadora social, se recordaba el texto de la convocatoria, que decía: «Somos conscientes de que en la actualidad se viven muchos momentos y situaciones que generan un alto nivel de incertidumbre: la pobreza, las desigualdades sociales, las injusticias y la indigencia provocada por diferentes causas; desde el no disponer de un hogar para vivir o no tener los recursos mínimos para alimentarse o vestirse hasta el hecho de sentirse desvalido por la falta de reconocimiento, las dificultades para encontrar un puesto de trabajo, el hecho de estar en el paro, la poca seguridad económica, enfermedades, accidentes y otros hechos inesperados…».
La cena empezó con la intervención del psicólogo clínico y profesor titular de la FPCEE Blanquerna – URL Sergi Corbella, que desde un enfoque psicológico centró su aportación en tres aspectos de carácter más social y global, para acabar finalmente con otros de más personales. El primer punto fue una descripción de la sociedad actual, llamada sociedad de la información por la cantidad incalculable de información que produce y que a su vez genera una gran cantidad de conocimiento que va en aumento de forma constante. Una de las consecuencias de este hecho es que también los conocimientos caducan y entonces todo queda obsoleto. Remarcó que vivimos a unos ritmos vertiginosos y frenéticos que generan duda, inseguridad, incomodidad y ansiedad y que todo ello provoca precisamente la incertidumbre.
En el segundo punto, Corbella trató sobre el dolor y el sufrimiento y expresaba que no son sinónimos, puesto que «se puede experimentar dolor sin sufrir y se puede sufrir sin experimentar dolor». Se produce sufrimiento cuando la persona siente amenazada su integridad física o psicológica y se siente sin control y carente de recursos para hacerle frente. En la incertidumbre también se activa el sufrimiento, porque no podemos controlarlo todo. Y en el tercer punto trató sobre el aferrarse, definido como «aquellas conductas que seguimos para mantener la cercanía con aquella o aquellas personas que nos dan seguridad». Por eso, el aferrarse, junto con el sentimiento de pertenencia, el hecho de compartir unos valores, unos principios o el de formar parte de una familia, de un colectivo, de una sociedad, permite que sintamos que pertenecemos a algo y que compartimos. Esta situación nos da seguridad y confianza para afrontar la incertidumbre. Finalmente subrayó que «la esperanza no será anular la incertidumbre, sino que a menudo, será convivir con la incertidumbre de la mejor manera posible».
El economista y presidente del Centro de Estudios Económicos y Sociales Ignasi Farreres presentó un ejercicio de investigación que había realizado a partir de las palabras clave, esperanza e incertidumbre en diferentes medios de comunicación. El resultado evidenciaba que vivimos en una época de grandes cambios que provoca incertidumbre respecto al futuro. Su análisis, ante la propuesta del tema partía del ámbito económico y político. Hizo referencia al hecho de que las personas nos adaptamos bien a las mejoras –a aumentar los ingresos, mejorar el estatus social, el estado anímico…–, pero que no nos adaptamos a lo contrario, es decir, a tener menos ingresos, a recibir malas noticias, etc., puesto que siempre tendemos a aumentar las expectativas. Aun así, insistía que «es mejor no poner muchas esperanzas en el futuro, porque, si no se produce el desengaño o la desafección».
Ante las situaciones, tanto económicas como sociales y políticas, que vivimos con incertidumbre, Farreres invitaba a «tener esperanzas para que nos ilusionen, para que nos den vida, pero que no sean excesivas para no caer en la frustración. No deberíamos ver el futuro con esperanza negativa, puesto que no es aconsejable, ya que esto nos llena de pesimismo, de tristeza y de pocos incentivos». Todo esto lo tienen que tener en cuenta tanto los gobernantes como los ciudadanos: unos y otros tienen que actuar con responsabilidad y luchar activamente ante las adversidades. Y en el ámbito concreto de la familia hay que ser muy realista y si es necesario, reducir gastos. A lo largo de su aportación, el ponente expuso varias recomendaciones para afrontar las dificultades, como por ejemplo, que quien no tiene trabajo evite «no hacer nada, porque esto representa pérdida económica, pérdida profesional y pérdida de autoestima».
«Hay varios tipos de incertidumbres, grandes tipos de incertidumbres y de entre ellas podríamos destacar las intelectuales, las materiales y las vitales. Empezaré refiriéndome a las intelectuales, entre las cuales podríamos encontrar las científicas, las filosóficas y también las de la información sobre la vida diaria». Así iniciaba su aportación David Jou, catedrático de física de la UAB y poeta, al explicar que la incertidumbre forma parte incluso de aquellas cosas que parecen más consolidadas, como elementos de certeza. Pero al ponente le interesaba remarcar «el término de la esperanza en tiempo de incertidumbres, puesto que la esperanza, más que la pasividad de una expectativa favorable, tiene que ser una actitud activa». Se tendría que hacer como «la construcción de la inteligencia, de la voluntad y del coraje. Es decir, se tendría que incorporar una planificación de objetivos, de medios y plantear qué tipo de sacrificios somos capaces de hacer; porque las cosas no se regalan: las cosas cuestan y cuesta conseguirlas».
De entre las grandes esperanzas, Jou, presentó la interacción entre las esperanzas que propone la tecnología, las que propone el humanismo y las que propone el cristianismo. Afirmó que «vemos que hay varias fuentes de esperanza, grandes tipos de esperanza, pero también después hay de más concretas, de más vitales, que pueden surgir de una pequeña expectativa que se realiza y que te alienta a ir más allá de tus expectativas». Ante el recorrido presentado desde la tecnología, desde el humanismo y desde el cristianismo expresaba: «en definitiva, las incertidumbres se aceleran, pero hay una serie de elementos que son naturales… Por ello, la esperanza debemos enfocarla con más visión intelectual, más visión de inteligencia, de voluntad y sobre todo, de coraje, que es un elemento esencial en las esperanzas de hoy».
La última aportación fue a cargo de la teresiana M. Victoria Molins, que se define como religiosa de calle, dedicada a vivir junto a los excluidos. Con sus palabras y el tono del que vive y siente decía: «Hablaré de la calle y, por lo tanto, de un mundo que parece sin esperanza, pero que a mí me ha dado mucha. Vivir en un mundo que carece de todo puede parecer que es vivir en el mundo más desesperado, pero, en cambio, yo he encontrado en él, muchos atisbos de esperanza». En primer lugar, diferenció las dos maneras de esperar que existen: la de los pobres y la de los excluidos, puesto que el pobre de dinero puede estar, no obstante, lleno de valores. Esta realidad es la que vivió y conoció en el Tercer Mundo, con gente muy pobre, pero que tenía una esperanza muy clara: «Tener un valor tan rico como el de la esperanza cristiana para mí es tener una absoluta falta de incertidumbre, puesto que para ellos era seguro que algún día Dios los ayudaría. Esto, a mí me dejó muy impresionada».
Molins compartió su experiencia de cuando volvió del Tercer Mundo y aterrizó en el que en aquel momento, se conocía como Cuarto Mundo y que hoy denominamos mundo de la exclusión: «Me acerqué a un mundo que no había imaginado nunca que existiera, un mundo de desestructura personal, en el que me encontraba con historias desesperadas, pero que quienes las vivían, siempre tenían algo que poder esperar. La esperanza, en esta gente no es una esperanza de futuro; tienen un pasado terrible y el futuro no lo esperan porque ni se lo plantean: viven el momento presente. Y al vivir el momento presente tienen unas expectativas muy pequeñas. Nosotros, los que pensamos un poco más allá, siempre tenemos unas expectativas más a largo plazo. Hay pequeñas esperanzas que son realmente muy curiosas y que me hacían pensar mucho, en que este otro mundo de la exclusión, tiene también virtudes».
Durante el coloquio fueron muchas las aportaciones compartidas, ante la inquietud que provoca tanta incertidumbre y los asistentes también plantearon preguntas a los ponentes, para escuchar nuevas propuestas, recomendaciones y respuestas generadoras de esperanza, ante la certidumbre de que hay muchas incertidumbres.
Àmbit Maria Corral