Por Sofía Gallego
Psióloga y pscioterapeuta
Barcelona, noviembre 2015
Foto: Creative Commons
Después de cenar miro el telenoticias. Entre muchas noticias, hablan de un comunicado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que advierte del peligro de consumir según qué tipo de alimentos. Éste comunicado nos avisa del riesgo de consumir carnes procesadas, ya que, en gran parte a causa de los procedimientos seguidos y las substancias utilizadas en el proceso de elaboración, pueden tener una influencia muy nociva para la salud: provocar cáncer de colon y del recto. El aviso es suficientemente grave como para generar temor.
La OMS es un organismo dependiente de las Naciones Unidas que tiene como finalidad elaborar políticas de prevención, promoción e intervención en salud a escala mundial, según su página web. Por tanto, sus indicaciones han de llegar a todos los países y a todos los ciudadanos. Sus comunicados teóricamente interesan a toda la población del planeta, pero en cada país se hace una lectura de acuerdo con su marco de referencia. No voy a hacer un análisis desde la perspectiva de nuestra sociedad, ya que se ha hablado suficientemente de ello en los medios de comunicación social. Pero sí que querría hacer alguna reflexión.
Bastante de las llamadas carnes procesadas tienen un coste económico al alcance de las personas menos favorecidas, con lo cual, con comunicados de este tipo se incrementa el nivel de ansiedad ante la disyuntiva de ingerir un alimento pernicioso para la salud o de renunciar al consumo de este tipo de alimentos. ¿No habría sido mejor indicar qué procedimientos son los correctos y qué sustancias se pueden utilizar que haciendo la misma función no tengan connotaciones nocivas? Des de mi punto de vista, los comunicados de los organismos internacionales deberían ser esclarecedores para los ciudadanos y guías de buenas prácticas para las empresas dedicada a la elaboración de estos productos.
Continúo mirando el telenoticias. Ahora hablan de las personas refugiadas que intentan llegar a la vieja Europa huyendo de su tierra. Han dejado su casa, pertinencias y retazos de su vida en la huida, porque los bombardeos y la guerra cruel los echan. Las imágenes de hombres, mujeres y niños con la cara que refleja el sufrimiento acumulado durante meses, con el estómago vacío de alimentos e incluso de agua, la ropa mojada por haber tenido que saltar de la embarcación en que han hecho un viaje plagado de privaciones, de peligros, de llanto, de ansiedad… Nosotros desde nuestra comodidad debatiendo sobre los peligros que comporta la ingesta de una determinada clase de alimentos.
En su momento, la OMS definió la salud como un estado completo de bienestar físico, psíquico y social y no solo la ausencia de enfermedad. Con esta definición de salud no cuesta deducir que muchas personas en el mundo no tienen salud: si hay hambre, no hay salud posible. Dejemos de lado declaraciones más o menos bienintencionadas y pensemos en los problemas reales de las personas, y muy especialmente de las más vulnerables físicamente, psíquicamente, socialmente y económicamente.