Por: Joan Romans
Àmbit Maria Corral
Barcelona, abril 2018
Foto: Assumpta Sendra
Los pasados días 13 y 20 de marzo tuvo lugar el Espai de Formació «Aceptación de las pérdidas vitales» a cargo de Clara Gomis Bofill, doctora en Filosofía y Psicología, profesora en la Universidad Ramon Llull y especializada en Curas Paliativas y Atención al Duelo.
El objetivo era ofrecer respuestas a una serie de preguntas que casi todo el mundo se hace ante las inevitables pérdidas que toda persona experimenta cuando envejece, cuando está gravemente enferma y cuando siente próxima su muerte. También cuando vive el duelo de una persona querida o cuando acompaña el duelo de una persona amiga o con qué recursos contamos y con qué disposición lo afrontamos y cómo curamos la herida de la ausencia.
El primer día explicó cómo vivimos el duelo ante la muerte de una persona querida: cónyuge, un hijo, los padres o una persona muy próxima. Es cierto que la muerte de estas personas es una experiencia tan fuerte que puede llegar a hacer tambalear todos los niveles humanos, incluso las creencias que uno pueda tener. Ante eso uno puede optar por cerrarse y menguar cuando vive este desengaño que es la muerte o bien para otro puede suponer un crecimiento, hacerse más humano.
Según Clara Gomis, no es cierto que el tiempo lo cure todo y dijo que normalmente, ante una pérdida, se viven cuatro etapas. La primera es el shock que se vive tanto si es una muerte repentina como prevista o ante una enfermedad incurable, cuando te dicen que no hay solución, cuando te das cuenta que solo se puede paliar el dolor. Esta realidad a menudo no la aceptamos: es una manera de darnos tiempo para asimilarlo. Una segunda etapa es la evitación. Queremos evitar sentir el dolor de la pérdida. Eso lleva a veces a una huida: enfadarse con alguien, consigo mismo o salir para distraerse. Podemos llegar a somatizar el dolor. Esta puede ser la etapa más larga y dolorosa. Una tercera etapa es el dolor. El dolor que sentimos y querer revivir lo que hemos perdido. También decía que duele menos el dolor que el miedo al dolor y que hay luz en el dolor si la sabemos descubrir. Finalmente la cuarta etapa es la de crecimiento o transformación, eso es, recoger los frutos de todo el proceso: qué ha cambiado y cómo me ha cambiado. La experiencia de mi dolor me puede llevar a querer ayudar los otros a parte de mí mismo. El dolor y la pérdida nos han de mejorar.
No todos viven necesariamente estas cuatro etapas ni son lineales. También es posible quedarse estancado en una de ellas y regresar a ellas. Y que no es posible comparar las pérdidas, cada uno vive las suyas.
Para morir en paz es necesario haber sentido que la vida ha tenido sentido. Según una sentencia de un monje budista: «Es necesario haber sembrado las semillas de la felicidad.»
El segundo día describió diversas actitudes vitales que trabajar para afrontar el proceso de envejecimiento y todas las pérdidas consiguientes. ¿Cómo afrontamos la vejez, la finitud? Sabemos bien que hoy día la sociedad no acepta ni la vejez ni la muerte y que hace lo posible por negarlas e incluso nosotros, a menudo, queremos esconder-la a nuestros niños.
Si no aceptamos el sufrimiento, este será mayor. Negar el envejecimiento implica no tomar las medidas necesarias para curar, paliar y para despedirse. Negar impide aprender la resiliencia y dificulta crecer como persona. Hay que entender que todo es transitorio, que hay que vivir la impermanencia y que la vida es cambio. Que se pierde lo que se ha tenido, puesto que no se puede perder lo que no se ha tenido.
Todo el proceso de vejez es una etapa de transformación y crecimiento. Más allá de la aceptación es necesario dejarse llevar cuando te das cuenta que en otras etapas de la vida estabas en la cima y ahora empiezas a bajar: pérdidas físicas, psíquicas, sociales, económicas… Ves sueños no realizados.
En la vejez hay muchas pérdidas pero, ¿hay ganancias? Sí, en el ámbito espiritual. Hay que buscarlos. La vejez es maestra de la paciencia y nos hace más tolerantes con nosotros mismos. Un proverbio chino dice: «Hay una muerte pesada como una montaña, hay una muerte ligera como la pluma de un pájaro.»
A continuación, la Dra Gomis citó algunas estrategias para afrontar la vejez:
- Aceptar que la vida es cambio constante, tomar consciencia que el tiempo pasa.
- Aprender de cada etapa vital y responder a cada etapa vital. La etapa de crecimiento (en muchos aspectos) cuando eres pequeño y joven; la etapa de la actividad en la madurez, que es la capacidad de generar; y la etapa de la espiritualidad en la vejez, que puede ser de integración o de desesperación. Cada una de ellas tiene sus retos y si no los vivimos, tendremos unos déficits.
- Es necesario un desapego, vivir las emociones y dejarlas ir.
- Vivir el presente plenamente. A menudo no lo hacemos porque estamos demasiado atrapados por el pasado y preocupados por el futuro. Practicar el mindfulness, la atención plena, contemplar y saborear cada momento.
- Saber reconocer las dificultades. Pidamos, no seamos orgullosos.
- Aprender a vivir las crisis como oportunidades, a cambiar mentalidades, a abrir ventanas y a relativizar.
- Evitar el aislamiento y las intolerancias.
- Mantener actitudes de curiosidad y esperanzadas ante la vida.
- No juzgar. No busquemos culpables, basta de reproches y de auto inculpamientos. Si queremos acompañar hemos de empezar por no juzgar.
- Comprensión y compasión, que solo serán posibles si no hemos juzgado. Esto implica escuchar antes de dar consejos. Es necesario ver para comprender.
- El envejecimiento es una lección de humildad. Humildad es no compararse, según santa Teresa de Lisieux. Hay que ser amables consigo mismo.
- Todo es don. Todo nos ha sido dado.
- Ser conscientes de la interconexión. Todo lo que hago tiene relación con los otros y viceversa.
- Ampliar mi mundo y salir de uno mismo.
Resumió todas estas actitudes en dos reglas de oro: Primera, acepta todo lo que te llega y abraza la realidad tal como viene. Y la segunda, ama tanto como puedas.
Todos los asistentes a l’Espai de Formació participaron en el diálogo y recibieron con agradecimiento estas reflexiones de la profesora Clara Gomis, fruto de una dilatada experiencia en el acompañamiento de los procesos de envejecimiento y de duelo.