Por: Rocío Muñoz
Àmbit Maria Corral
Barcelona, mayo 2018
Foto: Ita Amigó
El pasado 17 de mayo l’Àmbit Maria Corral celebró la 230 Cena Hora Europea para tratar el tema sobre «Nuestra libertad», moderado por Domingo Torres, colaborador de la Universitas Albertiana.
Ignasi Batlle, ingeniero de obras públicas y colaborador de la Universitas Albertiana, abrió las aportaciones desde una perspectiva personal teniendo como base los textos del doctor Alfredo Rubio. Comenzó con tres pistas básicas para definir con sus palabras la libertad: mirar la definición de ser humano, asumir nuestra condición humana y el hecho que el ser humano es social, rodeado de otros. Por tanto: «Mi libertad es la capacidad que tengo de decidir, asumiendo mi condición, y relacionándome con los otros, o dicho de otra forma, la capacidad de decidir asumiendo la realidad personal y amando.» La libertad tiene que ver con la capacidad de amar y hay tres niveles: a uno mismo, los que tenemos alrededor y la capacidad de amar al mundo que nos rodea. A continuación, se preguntó cuál es el motor que mueve el ejercicio de mi liberad: «Tomar consciencia de mi hermandad existencial, es decir, que la vida, lo que considero más importante, me hace igual y me une a todos los coetáneos». Puso algunas pinceladas de color a ese marco inicial de cómo debería ser el ejercicio de nuestra libertad: «Primera, la libertad tiene que ser responsable, desde la reflexión y el diálogo, asumiendo la realidad y con un lenguaje plural. Segunda, la libertad puede ser interna –que viene de una reflexión individual y profunda– o externa –expresión de la libertad interna, de acuerdo con aquello que sentimos y comprendemos. Y eso pide responsabilidad, compromiso con uno mismo y con la sociedad. Tercera, la libertad que se ejerce desde la posesión, de manera individualista e imponiéndonos en la libertad de los otros, imposibilita la socialización y la solidaridad. Cuarta, la capacidad de reconocer y asumir los errores cometidos. Quinta, el ejercicio de mi libertad es fruto de un acto de gratuidad y generosidad. Última, hemos de adaptarnos al aprendizaje de vivir en la incerteza y eso nos ha hecho salir de la zona de confort.» Finalizó resumiendo que el ejercicio de la libertad puede llevar al crecimiento, el entusiasmo, la gratuidad y asumir: «La libertad no se enseña ni se aprende, se conquista viviendo muestras realidades».
El catedrático de Educación, vicerrector de política académica de la URL y adjunto al Rector, Jordi Riera, hizo una aportación más pedagógica, ya que aseguró que en nuestro tiempo lo que falta es una pedagogía del reconocimiento: «Nuestra libertad es fecunda y genera felicidad cuando ni se ignora al otro, ni no nos ignoramos a nosotros mismos.» Hizo referencia a la obra 1984 de George Orwell donde decía: «La elección de la humanidad es entre libertad y felicidad, y para la gran mayoría de la humanidad la felicidad es mejor.» Según Orwell, la apuesta por la libertad no nos hará más felices y querer ser libres es incómodo y hace sufrir. Además, recoge la idea que la felicidad es una forma de conformismo, un gozo estúpido y esclavo. Dijo que: «Hay un lugar común posible donde la libertad, nuestra libertad es fecunda, llena, no conducida ni inducida, y compatible con nuestra felicidad. Y eso es posible cuando se basa en el conocimiento y en el reconocimiento. A continuación, habló del principio del daño de John Stuart Mill: «Uno puede hacer lo que quiera siempre que no haga daño a los otros», y Levinas quien decía que: «No se puede ser ignorado ni ignorar al otro: porque el ignorante no puede implantar la justicia.» Afirmó que: «Comprender al otro como parte de uno mismo, de la misma naturaleza, del mismo yo permite, encuentro tras encuentro, profundizar en el propio yo, el privado y el común. Hay que preguntarse si no somos ignorantes también de nosotros mismos por la incapacidad de mirarnos hacia adentro. También habló de Paul Ricoeur quien pone en primer plano de necesidad la cuestión de la libertad y la responsabilidad. «No se puede abordar pues la cuestión de la libertad sin una profunda reflexión sobre el “sujeto capaz” y “responsable” de sus actos.» Para finalizar planteó la pregunta: «¿Somos capaces de ser libres “con” y “desde los” otros, sin ignorarlos, reconociéndolos como parte de nosotros mismos y desde el autoconocimiento también de nuestros valores, capacidades y responsabilidades?».
Joan Martínez, creador de espectáculos, afirmó que no fue hasta el Renacimiento que los artistas quisieron tener esta presencia física de querer reivindicar el valor de su obra y no considerarse unos médiums del auténtico creador. «La libertad es un acontecimiento muy cotidiano.» Marcel Duchamp dijo que: «La obra de arte es una máquina de significación», esto nos da la posibilidad de enfrentarnos a ella de una forma libre e interpretar, como nosotros creamos, lo que aquel producto nos está ofreciendo. También habló sobre como cualquier persona tiene al alcance medios de comunicación y capacidades para hacer pública una gran cantidad de opiniones e informaciones. «Pero si detrás no hay un marco interpretativo adecuado se convierte en ruido. Por tanto, la capacidad de acceder a la información no tiene por qué significar acercarnos a la realidad, sino lo contrario, a veces una atmosfera densa lo que hace es que no tengas capacidad de ver que está pasando delante de ti. Además, la libertad no tiene que comportar necesariamente que las cosas que vienen del pasado tengan que ser renovadas por una sensación de que son arcaicas y que no tienen que ver con las nuevas situaciones que nosotros podemos vivir». Hizo referencia al pensamiento liberal de Verdi y puso como referente a Mozart, ya que fue uno de los compositores que más luchó por ser libre. En sus obras era muy importante el personaje que no diferenciaba la libertad y el libertinaje. Acabó diciendo que: «A veces, cosas que parecen insignificantes esconden unos contenidos morales y éticos importantísimos. Y es importante porque actualmente hay el “yo virtual”, muchas personas tiene una tercera persona en las redes con la cual se manifiestan, pero otras confunden la no presencia física con un elemento discordante para dar una cara no real». Para finalizar, como muestra de esta importancia de la libertad interpretó, junto con Laia Camps, dos fragmentos de La Traviata.
La profesora de Ética en la Facultad de Filosofía y presidenta del Comité de Ética de Servicios Sociales de Cataluña, Begoña Román, planteó tres ideas. La primera fue romper tópicos: «Hemos heredado la idea que la libertad es mía y es una propiedad privada. Defendemos una visión negativa de la libertad: no intromisión de los demás. Hobbes y Descartes desarrollaron esta idea del yo es el centro, mi libertad y no debe nada a nadie. Además, reclama la libertad como un derecho y la reivindica como un bien primario y lo único que se impone es no dañar al otro». La segunda idea es que nos hemos dado cuenta de que mi libertad es en realidad nuestra libertad: «Tendemos a dividir al individuo en racionalidad y sentimentalidad, a dividirlo respecto a los otros y a separar el derecho a la libertad del deber de serlo. La verdadera libertad es la de los vínculos, la de las obligation, porque estas obligaciones no me las impone otro, sino que me las impongo yo mismo». La tercera idea es que escoger bien es escoger responsablemente y nuestra libertad es responsabilidad que consiste en convertir el poder sobre otro en poder para otro. «Responsabilidad es tener cuidado, preocuparse y ocuparse de los demás. La principal afirmación de la libertad es la vida, el continuo decir que sí a la vida. No consiste en escoger, la verdadera libertad es escoger los motivos y las razones por las cual elijo, y las razones para escoger son razones para vivir». Honnet decía que una vida lograda es una vida reconocida, y presenta tres esferas de reconocimiento: el amor, querer ser sujetos de derechos, iguales en derechos y, por tanto, iguales en responsabilidades, y la solidaridad y autoestima. Para concluir, afirmó que: «La libertad es un fenómeno natural, social y espiritual. Es la condición de posibilidad de tener el propio gozo. De manera que nuestra libertad es la condición de posibilidad de mi vida y mi vida es la condición de posibilidad de generar más nuestra libertad para que continúe habiendo vida sobre el planeta. Y que la libertad es angustiosa cuando es existencialismo absolutamente privado, pero cuando tenemos con quien compartir, cuando tenemos terapia de conversación, no hay tanta angustia porque tenemos un apoyo que me acepta con mis errores y mis necesidades».
El coloquio y el cierre de la Cena resaltaron el significado de la libertad responsable y de nuestra libertad como una realidad comunitaria y compartida.