Antoni Bolinches: «Para vivir en sociedad hay que renunciar a las cosas que queremos y adaptarlas a las que podemos. Y podemos no sólo porque queremos, sino que además de querer, consideramos que esto nos lo podemos permitir en función de las normas, las pautas y las variables educacionales que interiorizamos del «padre» y el «adulto» acepta como propias. A partir de aquí, a las personas nos convendría relacionarnos desde «el adulto» y de una manera que le diéramos al «niño» el placer suficiente e hiciéramos caso al padre con el grado necesario. Pero, también depende de cómo la persona que interactúa conmigo se posiciona en respecto a lo que yo estoy interactuando con él. La gran pregunta que nos tenemos que hacer es analizar qué tipo de relación tenemos con las personas que nos rodean.»
Esther Hierro: «Cuando jugamos permanentemente nos estamos comunicante, relacionando, con nosotros mismos y con los otros. Incluso, cuando parece que jugamos sólo estamos creando un espacio compartido para explicarlo al otro. No hay una buena comunicación sin una parte de juego. El juego está muy conectado con lo que es una comunicación posibilitadora. El juego es curiosidad, descubrimiento… Y qué mejor manera de relacionarnos con los otros qué desde el descubrimiento, de la curiosidad, desde el esfuerzo, desde la capacidad de superarme. Esto es juego, es asunción de retos y tiene que ver con asumir el error como parte del aprendizaje, el juego es abrazar el conflicto.»
Susana Pérez: «Los mecanismos de la democracia, que necesita una cohesión y profundidad, se desvanecen en el medio de Internet porque por naturaleza es fragmentado, es inmediato y de consumo rápido. Hay que entrar en las redes sociales para reafirmar las propias creencias. Intentar acceder para buscar otros tipos de información, contrastarla, y también no entrar ni comprar la información más polémica, es decir, no quedarse sólo con los titulares. Intentar acceder dentro de las noticias, informaciones, para consumir la totalidad de las noticias.»