Los resentimientos, obstáculos para la convivencia
Anna Castro
Educadora social
Foto: Margarida Amigó
Fecha de publicación: 28 de febrero de 2023
El jueves 16 de febrero de 2023 se celebró la 243 Cena Hora Europea, que se inició con las palabras de bienvenida del presidente del Ámbito María Corral, Josep Maria Forcada, para invitarnos a reflexionar y dialogar sobre Los resentimientos, obstáculos para la convivencia. Ignasi Batlle Molina, colaborador de la Universitas Albertiana, como moderador de la Cena, presentó el tema destacando cómo el resentimiento afecta a la convivencia.
A continuación la doctora en Pedagogía, profesora titular de la Universidad Ramon Llull, Maria Mercè Boqué Torremorell expuso distintos puntos de debate sobre el tema. El primer punto destacado fue que los resentimientos los hemos de poder reconocer y aceptarlos, para buscar una respuesta individual o colectiva, ya que hay resentimientos que son colectivos, que se heredan y que pasan de generación en generación.
Ante el resentimiento se pueden tener diferentes respuestas: hacer que sea el centro de mi vida y convertirlo en un impedimento, convivir con él con resignación, pensar que el tiempo hará que se olvide, hacer una coraza para protegerme para que nadie vuelva a provocar una situación similar, culpar a alguien o a uno mismo, adoptar un rol de víctima o canalizar ese sentimiento negativamente, transmitiéndolo a nuestro alrededor. Otra opción sería convertirlo en un reto que me fortalezca, me haga crecer y pensar que las cosas pueden ser de otra forma.
El segundo punto sería la capacidad que tenemos de elegir lo que queremos hacer con el resentimiento para tomar una decisión. El tercer punto sería pensar en los resentimientos desde el punto de vista cognitivo, racional, espiritual, fisiológico, biológico, porque pueden afectarnos a la salud. Con los resentimientos es imposible vivir una buena vida con mismo, con los demás y con el planeta. Suelen ir asociados al fenómeno de la polarización social, que no significa antagonismo o discrepancia, es este concepto de hacer las cosas acertadamente versus los demás. El peligro de esta polarización, tanto en la vida privada como en la pública, es la retirada de la comunicación; en el peor de los casos es la violencia, la agresión y la exclusión. Para resolver un resentimiento, es necesario mantener un espacio central plural, empático, respetuoso, donde la controversia y la discrepancia son bienvenidas. También destacó el concepto de justicia restaurativa en el acompañamiento a la víctima, de todo el grupo, de todo el espacio social y en la reparación de los daños causados.
También introdujo el concepto de ‘responsibidad’, proveniente del mundo de la tecnología, que aplicado a los conflictos significa saber encontrar soluciones que se adapten al entorno, no existe una única manera de resolver un resentimiento. Es legítimo que uno se sienta como se quiera sentir y resentir cómo se quiera resentir. Y cuando a una persona le hacemos saber que aceptamos sus resentimientos, esto le devuelve la dignidad. La mediación ayuda también a revivir, nos humaniza para salir adelante, para perdonar, para reconciliar, para tener esperanza. También hizo mención a la importancia de la memoria frente al olvido, de la compasión en oposición al estigma y del compromiso en contraposición a la indiferencia.
A continuación la psicóloga y escritora, Maria Mercè Conangla Marín, presidenta de la Fundación Ecología Emocional, inició su exposición formulando una serie de preguntas que fue respondiendo. Definió el resentimiento como un sentimiento tóxico que da mal vivir, que va abriendo repetidamente unas heridas emocionales que no cicatrizan y que provocan sufrimiento. Hay cuatro emociones primarias esenciales que nos vienen dadas desde nuestro origen: la ira, la tristeza, el miedo y la alegría, pero no el resentimiento. Actitudes ante el enfado: sacar la furia hacia afuera, devolver la ofensa en forma de agresión o reprimir el enfado, entonces la ira se convierte en rabia. Si no se hace nada, la rabia se va acumulando y se convierte en forma de rencor. Si no se hace nada con el rencor, aquí aparece el resentimiento, que necesita tiempo de incubación, memoria emocional. El resentimiento es tóxico emocionalmente, que puede acabar ofuscando nuestra vida, atenta contra nuestra salud física, mental y emocional.
Añadió que el resentimiento pierde el control si no se gestiona adaptativamente, es decir, de forma inteligente, creativa y amorosa. Una persona que se siente resentida puede optar por determinadas conductas, como puede ser el victimismo, el lanzar la toxicidad emocional contra otras personas que nada tienen que ver con la ofensa inicial, o buscar culpables, quien es resentido no asume responsabilidades.
En la etapa final de esta cadena de destructividad se encuentra el odio. Hay grandes colectivos humanos que se odian. Hay generaciones que no sufrieron la ofensa inicial y odian al otro colectivo, porque lo han recibido en formato creencia y modelos de conducta. Desactivar una construcción de muchas piezas como es el resentimiento, requiere mucho tiempo, a veces más de una generación, también mucho amor y mucha creatividad.
Terminó su exposición apuntando sobre el perdón y la reconciliación. El primer perdón es el autoperdón, tomar conciencia del sufrimiento que se causa a la otra persona o que la otra persona causa en uno mismo. Buscar puentes de entendimiento requiere un trabajo constante para orientarnos hacia la paz. Perdonar es un acto de voluntad, responsabilidad, libertad y salud. La reconciliación supone que ambas partes deben quererlo, esto requiere una gran dosis de generosidad y trabajo personal.
La última aportación corrió a cargo del abogado y mediador Jordi Palou-Loverdos, director de la Fundación Carta de la Paz, en la que destacó un texto del año 1907, que después ha sido asimilado por la Carta de Naciones Unidas, por el Convenio Internacional de la Haya de Resolución Pacífica de Controversias Internacionales. Los artículos II y III invitan a los Estados a la mediación, para que ante unas disputas pueda acudir a la mediación un tercer Estado. En estos artículos se hace explícita referencia a los resentimientos entre los Estados.
Hizo mención de que tanto puede hablarse de situaciones de pérdida de paz interior como exterior, tanto a nivel individual como a nivel colectivo y de pueblo. Esto genera un desánimo y un desequilibrio. Recordó las palabras de Riquer que dice que debemos tener en cuenta los hechos del pasado que han generado la experiencia de un hecho que puede ser doloroso, dependerá de cómo lo vivamos lo transformaremos en sufrimiento o no, consciente o inconscientemente, con intención o sin intención.
Además la pérdida del equilibrio individual, social y colectivo genera una dinámica que si no se canaliza adecuadamente se retroalimenta, se potencia destructiva y negativamente, lo que afecta a la persona o al pueblo. Es una situación o percepción de injusticia que clama nuevas ocasiones para recanalizar ese sentimiento tóxico del resentimiento.
Si se pierde el equilibrio, el resentimiento no deja de disponernos en una vía maestra, puesto que tiene los elementos necesarios para que podemos situarnos en el equilibrio dinámico. Supone un proceso de liberación de una cadena interior a distintos niveles, por lo que es imprescindible el trabajo individual o colectivo. Estos procesos se pueden realizar solos o con la ayuda de una tercera persona, de forma informal o formalmente.
También hizo referencia a la importancia del reconocimiento como una de las dimensiones humanas más relevantes. Con la ofensa lo que queda dañado es la dignidad de la persona o del pueblo. Las vías para recuperar la dignidad serían a través de un proceso del reconocimiento como personas, a nivel íntimo y familiar sería la autoconfianza; en la esfera de la justicia tendría que ver con el respeto; en la esfera de la solidaridad tendría que ver con la autoestima. Cuando fallan estos canales de recuperación de la dignidad surge la agresividad, la violencia reactiva o la violencia llena de remordimiento. El remedio es realizar el camino para recuperar el reconocimiento y el poder. Incluso en la persona y en el pueblo más agresivo se pueden reconocer valores, recursos y capacidades.
Introdujo el concepto de aletheia, que significa retirar el velo y dejar al descubierto lo oculto. El camino de la aletheia es tomar conciencia de este resentimiento. Para liberarse de esta cadena, es necesario el reto de encontrar un nuevo sentido a este vínculo negativo y destructivo, en el que es necesario encontrar un nuevo sentido a la pérdida, al trauma o a la división.
Por último resaltó que retejiendo el tejido social dañado se generan nuevos sentimientos, esto permite llegar a vislumbrar la alegría de recuperar quien soy y la dignidad aparentemente perdida.
El coloquio permitió aún profundizar mucho más en los resentimientos tan reales y presentes en nuestra convivencia.
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