Herminia Carbó Reñé
Pedagoga musical
Foto: Geralt de Pixabay
Fecha publicación: 15 de enero de 2024
La música es un lenguaje y un medio de expresión. Pau Casals dijo de la música que era: «Aquel maravilloso lenguaje que debería ser una fuente de comunicación». Por tanto, ya desde pequeños habría que practicar la música a través de ejercicios sensoriales a nivel oral para facilitar el aprendizaje. También más tarde sería conveniente que el niño aprendiera a hacerlo con la escritura musical.
Quedaría incompleto el trabajo si el niño no aprendiera a leer lo que otros han inventado, sea tanto en la Ciencia como en el Arte. Hagamos una regresión al pasado para ver el valor que tenía la música de los griegos. Era muchísima la importancia que le daban, tanta que se consideraba la base de todo sistema educativo. Se atribuye a Platón la frase que dice: «Nunca cambia un estilo musical sin que los principios del Estado se alteren». Él recomendaba a los guardianes de su Estado ideal que construyeran los edificios u objetivos del Estado, inspirándose en el espíritu de la música. Otra frase de Platón es: «La música es el lenguaje apropiado para exteriorizar la vida afectiva y emotiva del alma con todos sus infinitos matices.»
Los grandes pensadores griegos pudieron comprobar las cualidades de la música como disciplina en la educación. Quizás sería necesario volver la mirada atrás para reanudar un camino de valores para la sociedad actual que parece que los va perdiendo.
El violinista Yehudi Menuhin dijo que la música te enseña a escuchar y hace que seas escuchado. Aprender a escuchar es fundamental en la educación y favorece la práctica de valores humanos. Con la música se aprende a escucharte y escuchar. Una canción cantada en ‘solo’ o cantada en ‘coro’ es diferente. La primera ayuda a reconocerte, tu propia vibración es deleite; la segunda a integrarte, a sentir el conjunto y a compartir. Alcanza el alma de las personas y el goce que se experimenta es un valor incalculable. De hecho, la canción nos permite una didáctica muy amplia, ya que integra elementos musicales básicos: ritmo, melodía, polifonía, fraseo, dinámica, coherencia y timbre. Se trabaja la voz, el cuerpo, la respiración, el oído, y también: la memoria, comprensión, comparación, asociación, análisis, atención, solidaridad, respeto, exigencia, responsabilidad, dominio de sí mismo, alegría, comunicación… Todo esto tan real que se practica en una coral, en un grupo de música instrumental o danza, son valores necesarios para aplicar en la convivencia.
Otros valores en el campo de la música y aplicables en la vida cotidiana pueden ser y valgan de ejemplo: la música y la sencillez en la que se puede trabajar la melodía y ver que a pesar de que la variemos, la escondamos, la disfracemos o la ornamentamos, su esencia sigue siendo. Así queremos que el niño se muestre cómo es, puliendo comportamientos, expresiones, desarrollando estrategias para favorecer la convivencia, pero manteniendo la esencia, que es una cualidad genuina. La música y la tolerancia se dan fácilmente la mano. Aquí tal vez habrá que pensar en trabajar el gusto, el buen gusto.
También la música y la alegría, la música y la bondad, la música y las relaciones humanas, la música y el coraje, la música y la prudencia, la música y la paciencia, la música y la constancia, la música y la amistad y un largo etcétera. Cada valor inspira una composición musical o una coreografía de danza y cada valor es necesario para la convivencia.