Pere Reixach
Especializado en Estudios del Pensamiento y Estudios Sociales y Culturales
Foto: Ralphs_Fotos de Pixabay
Fecha de publicación: 9 de diciembre de 2024
Los lectores del Diari de Girona debemos agradecer a la autora Pilar Ruiz Costa su clarividente artículo «Ells» (28/9/24) porque ayuda a deshacer prejuicios sobre la inmigración que nos alejan de la xenofobia.
En el artículo nos muestra que el discurso con múltiples resonancias por las redes y algunos potentes medios de comunicación que dan validez a los discursos básicamente políticos que asimilan inmigración y delito, inmigración e invasión, inmigración con derechos a todas las subvenciones posibles, pero sin deberes sociales y laborales, es una falacia como una catedral.
La autora nos muestra la falsedad de los discursos apocalípticos sobre la ruptura de la convivencia y la identidad, con los resultados sacados de entrevistas del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas).
Cuando la pregunta es abierta sobre la valoración de lo que más preocupa a los españoles, el resultado es que el 30,4% señala la inmigración, pero si la misma pregunta es «¿a usted cuál es el problema que personalmente le afecta más?», el porcentaje de la inmigración se reduce al 4,1%.
Hay más datos en el artículo sobre la realidad de la inmigración que desmontan los discursos de odio y aversión al inmigrante.
La acreditada agencia de investigación 40dB también ha realizado una prospección sobre el impacto de la inmigración en la sociedad, con resultados similares a los del CIS.
Entre los problemas que más preocupan a los españoles, señala por ese orden: inflación y coste de la vida; coste de la vivienda; desigualdades sociales y pobreza; el paro; en quinto lugar la inmigración, sigue con el cambio climático y los conflictos bélicos.
De entre las respuestas individuales sobre la acogida que el Estado debe hacer a los inmigrantes abundan las que mencionan: «por humanidad y necesidad, debemos acogerlos».
Si la autora Pilar Ruiz nos demuestra con la fuerza de los números la realidad no invasiva de la inmigración, modestamente me permito, desde otra perspectiva, profundizar en la sabiduría de estos dos conceptos, expresados en las encuestas: humanidad y necesidad.
Al hablar de humanidad, debemos hacer referencia a la hominización como la base biológica de nuestra humanidad, mientras que la humanización es la expresión cultural de nuestra especie. Ambos procesos están interconectados y se han influido mutuamente a lo largo de la historia.
Sin embargo, el proceso de hominización está cerrado y nos hace iguales a todos los humanos. En cambio, la humanización, que implica el desarrollo de valores, creencias, normas, instituciones, sistemas de trabajo y todas las características que nos distinguen como seres con capacidades sociales y simbólicas, avanza y retrocede asimétricamente, condicionada tanto por las distintas geografías y culturas como la perversión de los valores y creencias que procuran la convivencia humana en paz.
Cuando hablamos de «dar pruebas de humanidad», no se trata de un dato biológico de nuestra especie, ni de una simple tendencia psicológica al respeto al otro o a la clemencia. La «humanidad» es una disposición moral natural hacia la solidaridad para nuestros semejantes.
No es casualidad que la norma moral: «Ama a los demás como a ti mismo», la encontramos como base de todas las culturas y tiempos. En la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento); en el Zend-Avesta que inspiró la cultura persa donde Zoroastro se expresa en iguales términos; los Upanishad de la India, cuando dice que acierta quien ve a todas las personas en sí mismo y asimismo en todos los seres; en las enseñanzas budistas del Udanga-Varga; similarmente en el Islam, la Summah que recoge el recuerdo de los dichos y hechos de Mahoma, afirma: «Nadie puede considerarse creyente hasta que no desee para su hermano lo mismo que para sí mismo». También los clásicos grecorromanos, el idealismo alemán del gran filósofo Kant que afirma contundente ‘el principio categórico’: «Obra de forma que hagas uso de la humanidad, tanto en tu propia persona como en la de cualquier otro, siempre y únicamente como de un fin, nunca como de un medio».
En cualquier tiempo, religiones y filosofías han insistido en semejantes normas morales que se convierten en consustanciales a todas y cada una de las civilizaciones.
Por necesidad: El último informe del Banco de España advierte que serán necesarios veinticinco millones de trabajadores migrantes en los próximos treinta años para que podamos cobrar la pensión.
Somos diferentes, en ritos, costumbres y sistemas de trabajo, pero sustancialmente iguales biológica y moralmente.