Reseña de la Cena Hora Europea 255
Fotografía: Margarita Amigó
Fecha de publicación: 16 de junio de 2025
El jueves 15 de mayo de 2025 se celebró la 255 Cena Hora Europea, para tratar sobre La vejez con sentido. Dio la bienvenida el presidente del Ámbito Maria Corral, Josep María Forcada, quien resaltó que la vejez es el tiempo de cuidar del propio yo, es decir, de saber ser uno mismo, con naturalidad y libertad. A continuación, la moderadora de la Cena, Teresa Algans, presentó el tema aportando que los ancianos son transmisores de valores y parte esencial en la construcción de la convivencia y de la creación de riqueza. A continuación, dio la palabra a los ponentes.
Empezó Maria Gandia Muñoz, directora de la Residencia Vila Valldoreix de Sant Cugat del Vallès, diciendo que «el ser humano se entiende a sí mismo a través de los relatos que nos contamos a nosotros mismos, que son las historias que surgen de nuestra experiencia, que nos ayudan a hacer más comprensible la complejidad de la vida. Las cosas que nos ocurren, las enfermedades que padecemos, las relaciones que tenemos, la belleza de la que nos rodeamos, configuran un capítulo que nos hace releer toda nuestra vida». Manifestó que aunque el papel de las residencias es secundario, es importante porque intervienen en el último capítulo de la vida y que da sentido al resto.
Los capítulos finales son los más primordiales, pero cuando no son como quisiéramos, como nos los imaginábamos, nos genera frustración. Quienes lo han vivido o lo están viviendo en su propia carne muchas veces no son capaces de expresarlo o no son conscientes de que lo están viviendo. Nuestra sociedad vive de espaldas a la realidad de muchas personas mayores y, probablemente, no es plenamente consciente de que a menudo hay que hacer un esfuerzo sobrehumano para acostumbrarse a que nos vayamos despidiendo de las personas atendidas en la Residencia y es inevitable buscar un sentido a esta tarea, más allá de la pérdida constante. En realidad, la dificultad reside en que los recursos que se dedican son dramáticamente escasos y los medios de comunicación normalmente no se hacen eco porque no hay representatividad.
Puntualizó que la vejez es invisible y que tener una vejez con sentido implica a la fuerza estar aquí y ahora. No pensar en exceso en lo que ha sido nuestra vida ni en lo que no sabemos qué va a ser. Ante el acercamiento a la muerte, Michel de Montaigne daba dos explicaciones: Una era cómo debía prepararse desde el principio de la vida para el final y debía intentar tener una vida digna para poder tener una vejez y una muerte digna. La otra era que la naturaleza nos enseñará. Ambas visiones se podrían aplicar a la ancianidad.
Relató que una de las tareas que realizan en la Residencia son historias de vida y en función de ello proponen actividades a los residentes que tengan relación con su vida. Tener una vejez plena hoy en día significa tener permiso para ser. Hay que preguntar a las personas qué necesitan, qué quieren hacer para la vejez, hay que escucharlas. Una vejez con sentido no viene dada, debe construirse para cada uno y respetar qué queremos que sea. Para que este sentido sea posible, el entorno también debe reconocerlo. No se trata de lo que pudo ser ni de lo que faltará mañana, se trata de lo que hay aquí y ahora. Ser realmente conscientes de que todos seremos mayores es saber que urge que empecemos a mirar la vejez a la cara, sin maquillaje y con todas sus incomodidades. Necesitamos un cambio de mirada, un cambio social y de valores, también recursos y esfuerzos, pero sobre todo necesitamos dejar de ver la vejez como un problema a resolver, como una enfermedad a controlar, como una carga a gestionar, sino el querer que la vejez sea algo diferente de lo que es. Existen tantas vejeces y tantos sentidos como personas hay.
A continuación, Salvador Vidal Raméntol, coordinador del Campus de la Experiencia de la Universidad Internacional de Cataluña, hizo referencia a una investigación de la Universidad de Washington que dice que una persona que se jubila con sesenta o sesenta y cinco años puede tener veinte años de vida en los que puede estar bastante bien y se puede dar sentido a estos veinte años.
En 2018, era el vicedecano de la Facultad de Educación, cuando le propusieron organizar la Universidad de la Experiencia para la gente mayor, dada su formación como pedagogo. Pero, antes de empezar, investigaron cuál era el modelo más adecuado y el que les gustó mucho fue el de la UJI, la Universidad Jaume I de Castellón, que llevaba una experiencia de veinte años. Hicieron una Jornada de Puertas Abiertas y empezaron a organizar un Grado propio de la Universidad, de tres años, que es el Grado Senior Universitario en Cultura, Ciencia y Sociedad, con seis ámbitos, el de Literatura, Arte, Música, Filosofía, Historia y Ciencia (Medicina, Matemáticas). Un Grado con dos objetivos primordiales: uno era ponerse al día y otro era la socialización. Empezaron haciendo un módulo introductorio de dos meses, abril y mayo, en Patrimonio, Historia y la asignatura Aprender a Aprender, para ver cómo se trabaja en competencias y en equipo, que tuvo mucho éxito. Y en octubre empezaron el primer curso del Grado con treinta y cuatro alumnos.
Pero el 14 de marzo se cerró la Universidad por el Covid. Se siguieron dando clases on-line, en las que participaron el 84% de los alumnos, aunque con muchas dificultades, ya que algunos no sabían cómo conectarse, pero con el apoyo de voluntarios y becarios de la Universidad superaron el reto. Llegaron al tercer curso y realizaron el acto de graduación en el Aula Magna de la Universidad. Lo sorprendente fue que el público eran los hijos, los nietos, incluso algún bisnieto.
Estos alumnos pidieron seguir haciendo un Postgrado, que trató sobre Los retos de Europa, durante dos años. Como en Europa se estaban haciendo Erasmus Senior, se acreditaron para ir a Irlanda, Udine, Italia, Polonia. El año pasado pidieron treinta movilidades y se apuntaron veintisiete alumnos. En Udine, una ciudad del norte de Venecia, fueron diez alumnos seniors y dos acompañantes, una de las alumnas era la primera vez que iba en avión y acababa de superar un cáncer. Este año pidieron sesenta movilidades, aunque lo habían solicitado setenta y dos alumnos. Han estado en Irlanda, Polonia, Cracovia, Italia y Marsella. Para el próximo año han solicitado ochenta. Los alumnos que han realizado el Postgrado querían continuar y han hecho otro sobre Los retos del mundo que nos rodea. Han hecho sexto y todavía les quedará un séptimo curso.
Hay un 42% de alumnos que viven solos, y además de tener clase dos días a la semana, martes y jueves, también realizan talleres de senderismo, de coral, de teatro, de pintura, de inglés. No hay exámenes, pero hay que realizar un trabajo de investigación en equipo al año, lo que permite también la socialización. Han abierto también la formación en Andorra, El Penedès, Calonge, Bolvir de La Cerdanya, que funcionan con un sistema mixto, una semana presencial y la semana siguiente lo hacen on-line. Actualmente hay quinientos alumnos. En el módulo introductorio cuentan en este momento con treinta y cinco alumnos nuevos que se están preparando para el próximo curso.
Finalizó con las palabras de Eduard Benjamin, quien dice que «aprender es cómo remar contracorriente, si dejamos de hacerlo, se retrocede». Además hay toda una investigación que se está haciendo fundamentalmente en Irlanda, sobre lo que se llama la receta social, en la que muchos psicólogos recomiendan a personas que están algo desanimadas que vayan a realizar un voluntariado, un curso en la Universidad, y que está dando muy buenos resultados.
El último ponente fue el doctor Miquel Vilardell Tarrés, catedrático emérito de Medicina Interna, quien dijo que el envejecimiento comienza cuando no hay proyecto y por tanto las personas debemos tener un proyecto para no envejecer. Hay referentes de personas que en su etapa de vejez se encuentra en plena actividad. Más del 80% de las personas mayores de sesenta y cinco años envejecen bien, es el envejecimiento usual. El envejecimiento es un proceso fisiológico que comienza a los catorce años y va progresando, perdemos capacidades funcionales pero tenemos la capacidad de adaptarnos a estas pérdidas. Hay una minoría muy pequeña que envejece con éxito, son los superdotados del envejecimiento, gente que cuando son realmente mayores realizan la mejor obra de su vida, ya sea en la pintura, la ópera, etc. Aunque existe una minoría, entre el 12% y el 15% de la población, que acude a los centros residenciales. Es el envejecimiento patológico, gente que envejece precozmente en la que el bajón funcional se produce rápidamente y que necesitan enseguida la ayuda de personas e instituciones.
A partir de los sesenta años, las funciones de nuestro sistema disminuyen sus capacidades y desde ese momento somos frágiles. La persona de sesenta y cinco años debe saber que comienza la etapa de la fragilidad. Por tanto, debemos protegernos de esta fragilidad y analizar qué factores intervienen. Hoy la esperanza de vida es de ochenta y tres años para el hombre y ochenta y siete para la mujer. Los factores genéticos y la familia contribuyen a que envejezcamos bien. En cuanto a la genética no se conoce el gen del envejecimiento, puesto que no existe un gen único del mismo, sino que es un polimorfismo genético que influye en determinados procesos. Probablemente, lo más importante son los factores externos que nos rodean y que hacen que seamos más o menos frágiles. Estos factores externos se conocen con el nombre de exposomas, se encuentran a nivel personal, familiar, social y en las relaciones de amistad.
Por otro lado, hay que tener en cuenta el área del autocuidado. Mirando la presión al menos una vez al año aunque seas joven, el azúcar, el colesterol, procurando comer correctamente, controlar el índice de masa corporal, realizar ejercicio físico para evitar el sedentarismo, dormir bien. Así evitaríamos la progresión excesiva de la enfermedad arterioesclerótica. Son los enfermos que más existen hoy en los centros residenciales sociosanitarios de atención intermedia. Otra causa de internamientos en estos centros son las caídas, debido a la osteoporosis y también a la artrosis, que hace que caminemos arrastrando los pies y es más fácil tropezar y caer, esto requiere tener viviendas bien adaptadas.
Acabó diciendo que si cuando uno es joven, cultiva las relaciones sociales, familiares y se cuida físicamente, al final del camino, en el último tramo de la vida probablemente tendrá una vida activa llena de proyectos y seguirá teniendo la misma curiosidad. La vejez es una etapa más de la vida, con un final que no debemos tenerle miedo.
Finalmente, se abrió el diálogo a los asistentes a la Cena, incluso se realizaron algunas aportaciones que se hicieron llegar por escrito, que profundizaron en este tema tan vital sobre la propia vida, ya que todos estamos en proceso de envejecer.






