En momentos sociopolíticos especialmente críticos en lo que respecta a la economía y a un debilitamiento de los valores en la sociedad y en la que reina el miedo a la incertidumbre, urge abrirse a nuevas formas de entender y vivir las relaciones humanas.
En las Jornadas del Ámbito María Corral del año 1982 sobre Comunidades Sociales Adultas, el profesor José Luís Aranguren hacía una distinción entre lo que es comunidad y lo que es corporación. Decía: «Comunidad es el tipo de agrupación más espontánea, más cálida, más interpersonal y que pretende dotar de un sentido la vida como tal. Mientras que la corporación es un tipo de agrupación más fría, más jurídica, que no pretende dotar
de sentido la totalidad de la vida, sino simplemente agruparse para unas finalidades determinadas, que no son nunca, por otra parte, las finalidades últimas».
El Dr. Francesc Torralba, dice: «El hombre se construye en la comunidad, no en la colectividad, ni en la suma de individuos, sino en el vínculo intersubjetivo entre dos seres diferentes que se reconocen y se acogen mutuamente. En la comunidad, cada individuo conserva su nombre y apellidos, sus características definitorias. El hombre no está solo en el universo, sino en continua relación con los demás, y esta relación no es accidental en su vida, sino edificante y formativa».
Hoy en día parece como si todas estas características comunitarias que Torralba señala sólo se pudieran vivir en la familia. Parece que entre la familia y la gran sociedad no hubiera nada más. Cuando esto pasa, la estructura familiar carga un peso excesivo y es suficiente que en casa haya un enfermo grave o una persona discapacitada o que se pase por dificultades económicas, para que este grupo se tambalee. Hasta incluso en las mejores circunstancias, sirve de poco fortalecer el núcleo familiar si vive aislado entre una inmensa masa social y frente a un Estado impersonal, que cada vez toma más decisiones en función de los mercados financieros y no de las necesidades reales de sus ciudadanos.
Necesitamos estas comunidades sociales en las que las personas se relacionen de una forma más afectiva y primordial. Estos grupos sociales generan cohesión interna en la medida en que pueden participar de emociones primordiales como la lealtad, el afecto, el amor, la pertenencia y la vida en común. Sin caer en idealizaciones, porque es en este mismo espacio donde también se hace experiencia de envidia, celos o egoísmo. Es el lugar donde vivimos la mezcla de los sentimientos y emociones humanas. Y es cierto que esto lo vivimos en el marco familiar, pero no es exclusivo de la familia; también se puede dar en grupos más amplios: un grupo de matrimonios, una asociación cultural, una asociación de vecinos, un pueblo. Las comunidades son muy importantes, porque son aquellas entidades que dan sentido a la vida.
La sociedad nos ofrece un abanico muy amplio de corporaciones, es decir, grupos en los que la relación con los otros seres humanos está mediatizada por leyes, instituciones y burocracia, y las comunidades quedan en un segundo plano. En estas corporaciones la relación con el otro nos viene dada no por lo que somos, sino por el lugar que ocupamos en ellas. Un gerente de una empresa es importante por su utilidad, por su eficacia o por su resultado; no por ser quién es. Todos vivimos en el mundo de la utilidad, de la eficacia, de la productividad, es decir, en un mundo que se guía por criterios funcionales y poco afectivos.
Necesitamos algunos cambios sociales que hagan surgir en la sociedad grupos, comunidades, en las que la unión principal de los que las forman no sea sólo el vínculo de la consanguinidad, sino la decisión libre de unirse por un objetivo, por unos ideales, por estar juntos, por ayudarse… en definitiva, en las que el vínculo fundamental sea la amistad. Son comunidades sociales formadas por familias y grupos que se conocen personalmente y comparten afinidades, convicciones, o simplemente simpatía o afectos. Son redes de personas que pueden encontrar en ellas fortalecimiento y apoyo.
Esta forma de amistad es tan importante como el clima afectivo en la familia, y estas comunidades sociales pueden ofrecer formas importantes de apoyo en los difíciles momentos que nos toca vivir hoy.
Jordi Cussó Porredón
Ponentes y ponencias:
Jordi Cussó Porredón, Economista. Director de la Universitas Albertiana
Maria Martínez Vendrell, Psicóloga
Eulàlia Solé Romero, Socióloga escriptora
Ricard Vilaregut Sáez, Director del Centro Internacional Escarré para las Minorias Étnicas y las Naciones (CIEMEN)
Reseña, reportaje fotográfico y monográfico