Por Marta Burguet Arfelis
Colaboradora del Ámbito María Corral
Barcelona, (España), octubre 2009
Foto: Naamanus
Este verano la campaña de los pequeños gestos que la Generalitat de Catalunya ha lanzado iba dirigida a diferentes ámbitos: la prevención de incendios forestales, la reducción de accidentes de tránsito, el ahorro de agua, etc.
Al fin y al cabo, el énfasis de los pequeños gestos se ha puesto de relieve como forma no verbal de conducta, sea para expresar sensaciones o actitudes. Una campaña que ha sido muy bien acogida. Eso sí, no ha dejado de levantar polémica, por el hecho de que la realización se haya encargado a Tim Ruffle de Aardman, de Inglaterra, en lugar de hacerlo a diseñadores de nuestra casa.
Quizás estos días nos habría ido bien lanzar la campaña de los pequeños gestos con relación a las conductas cívicas en días de fiesta, como las de la Merced en Barcelona, las de Santa Tecla en Tarragona, o las de San Miquel en Lleida, y un poco más allá, las de San Narciso en Girona. No en vano, en una anterior campaña, la Generalitat ya hacía esta invitación al civismo en diferentes entornos.
Algunos, ya en aquella campaña, quisimos incluir el llamado al civismo en la política. Ahora también pensamos que los pequeños gestos en la clase política serían deseables y valorables por parte de la ciudadanía. Es propio de las expresiones de buenos propósitos que vayan siempre dirigidas a los demás. La clase política invita a los ciudadanos a estos buenos propósitos, tanto con respecto a la sostenibilidad, los recursos, los accidentes… como también a la conducta en el transporte público o con relación a la violencia de género. Y, a la vez, la ciudadanía anhela que estos pequeños gestos y actitudes cívicas se vean reflejados en sus políticos. Como es propio de los padres hacer estos buenos propósitos para los hijos, los empresarios para los trabajadores, los maestros para los estudiantes; y al revés, estudiantes, hijos e hijas, y trabajadores, con relación a sus padres y profesores, padres y madres, y empresarios.
Quizás la próxima campaña de pequeños gestos y civismo se la puede dirigir cada cual a si mismo. Sin dejar de lado las que ya tenemos, bien alentadoras y dignas de una sociedad que aspira a la calidez humana en sus relaciones.
Quizás podríamos complementarlo con la otra cara de la moneda, aquella aplicabilidad en el entorno más inmediato y personal: la autoimplicación expresada incluso públicamente, por aquello de sentirnos más comprometidos a llevarlo a término. En definitiva, campañas de pequeños gestos en clave de compromiso personal con el «otro» más inmediato del propio entorno de relación. Pequeños gestos con los demás surgirán de pequeños gestos con nosotros mismos. Si no, no nos servirá de nada difundir el reciclaje cuando nosotros no lo practicamos. De nada o de poco nos servirá difundir la calidez en las relaciones laborales si no las practicamos en nuestra casa, y con las personas de nuestro entorno más inmediato.
Al fin y al cabo, aquella práctica de saberse alguien para alguien es lo que llena de significado cualquier relación humana.