Por Rodrigo Prieto
Máster en Psicologia Social
Barcelona, febrero 2011
Foto: Ajlaseu
En la Cataluña de comienzos del siglo XXI, en medio de la primera gran crisis económica del milenio, los profesionales de la educación observan con preocupación que a muchos de sus alumnos les espera un futuro nada alentador, tanto por las condiciones macroeconómicas actuales, como por su falta de preparación para integrarse en un mundo laboral cada vez más exigente.
¿Qué se puede hacer para revertir este situación?, ¿qué elementos se deben añadir, modificar o eliminar de los programas formativos para dar mejores herramientas a los alumnos?, ¿qué alianzas se deberían establecer para favorecer la incorporación de los jóvenes al mundo laboral?, ¿qué políticas se deben proponer desde la administración para contribuir en esta línea?
Con el propósito de ofrecer un espacio de debate sobre estos temas, la Comisión de Educación de la Coordinadora Catalana de Fundaciones (CCF) realizó a finales de enero la mesa redonda «Educación y mundo laboral».
Participaron cinco ponentes con perfiles muy diferentes, para hacer un análisis lo suficientemente matizado desde la perspectiva de los múltiples actores implicados.
En primer lugar habló Ramon Grau, director general de Sigma Gestión Universitaria, que sostuvo que los trabajadores del futuro tendrán que responder a una serie de necesidades que les marcará el mercado laboral, como por ejemplo, la especialización temática, la apertura al cambio como resultado de la globalización, la innovación y flexibilización en la realización de su tarea y la formación continua.
Posteriormente, Lluís Grande, subdirector general de Atención a las Personas del Instituto Catalán de Asistencia y Servicios Sociales (ICASS), habló sobre qué competencias deberán tener los alumnos en el futuro. Dijo que los trabajadores, además de tener conocimientos concretos sobre sus ámbitos de trabajo, deberán tener una serie de competencias transversales que se pueden dividir en tres grupos: competencias de diagnóstico, de relación y de afrontamiento. Dentro de estas últimas, remarcó las denominadas competencias de acción, como son la capacidad para resolver problemas, la de planificación y la de organización del trabajo.
Siguiendo el hilo de este ponente, el tercer turno de palabra estuvo a cargo del sociólogo investigador y director general de la Fundación Centro de Iniciativas e Investigaciones Europeas en la Mediterránea (CIREM), Oriol Homs, a quien se planteó la pregunta sobre las carencias de los programas actuales de formación.
Homs señaló que los centros de formación deberán aumentar el número y la duración de las prácticas en las empresas. Más concretamente, el ponente sostuvo que se tendrán que reformular los programas de los ciclos de administración y de comercio, puesto que los actuales no responden a las necesidades de los mercados futuros. Precisó también que se debe mejorar la orientación laboral de los jóvenes y, finalmente, coincidió con Ramon Grau al afirmar que se deberá reforzar la formación en idiomas y la especialización en general.
Luego intervino el sociólogo Lluís Sáez para hablar de las expectativas de los jóvenes sobre el mundo laboral. Sáez afirmó que en función de su actitud respecto al trabajo se pueden definir cuatro tipologías de jóvenes: los «vocacionales», que tienen un alto nivel de identificación con lo que hacen (son lo que hacen, dijo), por lo tanto, se sienten realizados en su trabajo, los cuales, explicó, constituyen una minoría en la actualidad; los «asimilados», que buscan la estabilidad y tienen un nivel de identificación medio con su trabajo. Son el grupo mayoritario entre los jóvenes en edad laboral. Los «instrumentales», que tienen una motivación principalmente económica ante del trabajo, por lo tanto, no se identifican demasiado con las empresas. Este grupo –explicó el ponente– busca las mejores condiciones laborales, pero no está nada motivado con su trabajo. Este es un grupo en crecimiento. Y, finalmente, los jóvenes «ni-ni», aquellos que no estudian ni trabajan y tienen una actitud de fuga del sistema. Son una minoría entre los jóvenes, pero es un grupo en crecimiento.
A partir de esta categorización el sociólogo concluyó que las actitudes que están en alza son aquellas «menos proclives al trabajo». Dijo que se puede afirmar que los jóvenes de hoy quieren trabajos con buenas condiciones laborales, pero sin responsabilidad; es decir, quieren ser funcionarios antes que emprendedores.
Finalmente, el gerente del Consejo Nacional de la Juventud, Jordi Escoda, habló sobre cómo perciben los jóvenes de hoy el mundo laboral.
En su intervención, Escoda dijo que el sistema educativo actual reproduce el fracaso y la inadaptación de los jóvenes; por esto –afirmó– los jóvenes sienten pánico cuando deben hacer el paso del sistema escolar al mundo laboral.
Además, dijo que en la actualidad es el mercado el que determina el sistema educativo, con lo que éste se convierte en un campo del cual las empresas quieren extraer los máximos beneficios posibles. Escoda sostuvo que últimamente se habla mucho de los jóvenes «ni-ni», pero lo importante es pensar por qué hay tantos, qué son los factores que posibilitan este fenómeno.
Una vez acabadas las intervenciones de los ponentes se dio la palabra a las personas asistentes, que plantearon diferentes temas relacionados con las aportaciones de los invitados.
Por una parte se comentó la diferencia entre las condiciones sociales del pasado y las de ahora, de las que se dedujo que ha habido muchos cambios que hacen que no se puedan comparar en aspectos como por ejemplo el acceso a la educación, la estabilidad de los puestos de trabajo y las condiciones laborales de los trabajadores.
También se criticó la tendencia de los programas educativos de los últimos años a reducir las horas de formación en contenidos de cariz humanista o filosófico por reforzar contenidos más técnicos. En este sentido se dijo que la premisa deseable debería ser «ir a más» y no restar contenidos, puesto que no se debe olvidar que el objetivo principal de la educación es la formación integral de la persona y no solamente la preparación de futuros trabajadores.
La mesa redonda acabó con breves intervenciones de los cinco ponentes, en las que quedó claro que el vínculo entre la educación y el mundo laboral es un tema muy amplio sobre el que se debe continuar reflexionando y trabajando para pasar –en algún momento– de la crítica o de la explicación de los problemas, a la proposición de soluciones, que tanta falta hacen.