En medio de una crisis económica y social que parece extenderse más allá de lo que todos y todas desearíamos, la creatividad deja de ser un lujo para privilegiados y se convierte en una herramienta clave para superar las dificultades que nos rodean. Ya decía un viejo dicho popular que la necesidad es la madre del ingenio. Este fue el leit motiv de la cena coloquio 207, titulada «La creatividad, una herramienta ante la incertidumbre», celebrada el pasado 21 de febrero y que tuvo interesantes aportaciones.
Hoy tenemos muchas incertidumbres, pero también tenemos un gran número de certezas en las que habitualmente no nos detenemos: cada día saldrá el sol, hay gente que nos quiere, algún día moriremos, etc. Esta es una de las reflexiones que hizo el primer ponente de la noche, el decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Ramon Llull, Jaume Aymar Ragolta, que dijo que nos tenemos que adaptar a la incertidumbre, pero que, al mismo tiempo, debemos tomar una cierta distancia.
Con relación a la creatividad, Aymar dijo que «la creatividad absoluta no existe», ya que –como dice José M. Vélez– a menudo se traduce en reinterpretar una obra o realidad ya existente. En este sentido, afirmó que para favorecer la creatividad conviene «reflexionar en grupo», así como «contemplar la realidad», para que nuestras ideas no sean sólo imaginarias. También aseguró que el humor puede contribuir mucho a transformar distintas realidades.
La segunda intervención de la noche estuvo a cargo de Mercè Conangla, vicepresidenta de la Fundación Ámbito y directora del Master de Ecología Emocional, quien afirmó que vivimos en una época de cambio de paradigma en el que los antiguos mapas no nos sirven, por lo que debemos ser capaces de crear otros nuevos. La ponente dijo también que la incertidumbre nos remueve emocionalmente, ante lo cual podemos reaccionar de dos maneras: poniendo el «piloto automático» -lo que nos lleva a la queja y el inmovilismo- o bien, abriéndonos a la creatividad.
«Bienaventurados los que sueñan sueños y son capaces de hacerlos realidad», sostuvo Conangla, en una llamada a lanzarnos a crear, argumentando que, si va acompañada de una buena gestión emocional, la creatividad puede ser una muy buena respuesta ante la incertidumbre que nos rodea.La intervención de Josep Maria Esquirol, profesor de filosofía de la Universidad de Barcelona, fue la tercera de la noche. Empezó indicando que la creatividad es una palabra «contundente» que proviene de «crear», de hacer algo a partir de la nada, lo cual hace que sea difícil de entender. Para abordarla la puso en relación con otros conceptos con los que a menudo se la vincula.
Por un lado, Esquirol afirmó que la creatividad se puede relacionar con el inicio. Añadió que todas las personas somos inicio, novedad que entra en el mundo, por lo tanto, posibilidad de crear cosas nuevas. Por otro lado, vinculó la creatividad con la originalidad, indicando que para alcanzarla a menudo hay que volver al lenguaje coloquial y la experiencia. A menudo el arte –dijo el ponente– proviene de una larga experiencia. Sin embargo, añadió que, aunque no lo parezca, a veces la creatividad está conectada con la repetición, ya que puede ser que a partir de una repetición surja la diferencia.
La última ponencia de la noche estuvo a cargo de la maestra y coordinadora de proyectos docentes, Cecilia Gafarot, que comenzó recordando la teoría del pensamiento lateral de Edward de Bono (1967), como clave para promover la creatividad. Afirmó que este tipo de pensamiento –que consiste en observar las cosas huyendo de las perspectivas tradicionales, lógicas o estereotipadas– se debe enseñar a los niños desde pequeños, para que aprendan a innovar.
La ponente explicó que actualmente en las escuelas lo que se hace es promover un pensamiento lógico, convergente y lineal y no el pensamiento lateral. Señaló que de esta manera se produce lo que llamó «el efecto huevo frito»: a pesar de los cambios del entorno, el currículum escolar sigue siendo el mismo. En esta línea, aseguró que «hay que pasar del huevo frito a la tortilla», es decir, dejar de enseñar por asignaturas y empezar a enseñar por competencias, para promover la creatividad, para lo cual, es necesario que los maestros se formen y adquieran este tipo de herramientas.
Terminadas las intervenciones de los ponentes se dio paso al debate entre todos los asistentes, momento en que emergieron varias reflexiones sobre el tema. Una de ellas fue la necesidad de promover la confianza y el autoconocimiento como elementos básicos para la creatividad. También se comentó que la creatividad puede surgir de manera colectiva, por lo tanto, hay que promover las redes de colaboración. Sin embargo, se apuntó que la creatividad debe respetar la libertad de las personas, así como tener conciencia de la finitud y las limitaciones personales y sociales, para huir de las expectativas irracionales, del afán de inmediatez o de la penalización del error. Finalmente se remarcó que, a menudo, en tiempos de crisis la creatividad fluye mucho más.
Rodrigo Prieto Drouillas