«Quizás pueda parecer un lujo reunirnos para hablar sobre la belleza, pero es un derecho de la persona que no está suficientemente reivindicado». Con estas palabras, comenzaba el moderador de la 212 Cena Hora Europea, Jaume Aymar, organizada por el Ámbito Maria Corral, el pasado jueves 16 de octubre. También releyó el párrafo del díptico que se refería al poeta y físico David Jou que finalmente no pudo asistir: «Contemplar la belleza exige libertad: nos libera de los límites de la rutina cotidiana y nos hace ver cosas nuevas, mayores honduras y maravillas».
La cena se inició con la intervención de la arquitecta Teresa Batlle, que resaltó que «la belleza tiene que ver con la honestidad hacia uno mismo y hacia los demás. Eso es la ética». Dijo también que la arquitectura si bien esta estrechamente relacionada con el arte y la belleza, es una realidad aún más amplia, dado que incluye la temática social y funcional y debe además hablar de aquello constructivo y ambiental por lo que lucha este colectivo. Explicitó que: «Intentamos luchar con una cierta honestidad, puesto que creemos en el medio ambiente como ciudadanos y lo hemos ido introduciendo también en nuestra arquitectura. Nosotros no hacemos arquitectura desde la belleza, sino desde esta vertiente ambiental y por lo tanto, siempre el resultado tiene que ver con la preocupación por la orientación, por el entorno, por la biodiversidad, por la energía y por los recursos».
Batlle, se refirió además a la pregunta planteada en el díptico sobre como implantar una pedagogía de la belleza y expresó que «a través de la preocupación por el medio ambiente y por el confort, tanto si se quiere cómo si no, se está haciendo pedagogía, en nuestra arquitectura, puesto que hacer arquitectura contando con las preocupaciones del momento actual, es también belleza». Para concluir compartió como había ido valorando ella personalmente el sentido de la belleza.
«El tema de la belleza es interdisciplinario y puede desarrollar muchos otros. Cuando se me ofreció intervenir hoy como ponente, justamente pensé: se trata de lo que yo ya estoy haciendo de una manera práctica y que bonito seria poderlo poner en palabras que se conviertan en retórica y metáforas que vayamos creando, para llegar a entender realmente lo que hacemos. Es un gran reto, porque también las palabras ayudan a pensar en la belleza como una palabra que nos aporta un sentimiento interior y será algo muy bueno que se pueda vibrar con este sentimiento de palabra mientras piensas en lo que es». Con estas palabras comenzaba su aportación Marta Montcada, artista multidisciplinaria, que expresó en palabras y en este tono, aquello que vive y siente.
Montcada, ha tenido la suerte de tener padre y madre artistas, y esto le ha permitido un constante aprendizaje artístico. Desde siempre ha vivido la pedagogía de la belleza, en el sentido más práctico y útil. «Lo aprendí como un idioma más, como un lenguaje más. El lenguaje también conlleva entender mejor otras culturas y conceptos. Pero es que resulta que además el lenguaje del arte es el que podemos aprender mientras conocemos otras técnicas que nos conducirán a determinadas finalidades. En este sentido, la técnica nos ayuda a llegar a un determinado fin que no es otro que el de ayudar a entender mejor la belleza; la belleza que existe en todos los conceptos y en todos los materiales que tenemos a nuestro alcance». Para acabar dijo que, a pesar de ser artista, había hablado muy poco de su arte, pero que en cierto sentido, el compartir sobre el tema de la belleza era profundizar en la persona, dado que cualquier proceso te a canaliza hacia la belleza, que se va englobando en todos los aspectos de la vida. Además, explicitó su estrecha relación con otro país, Japón, que ahora ya forma parte de su arte.
El artista Guido Dettoni dijo que los artistas trabajan con las manos y que él, muy a menudo, lo hace con los ojos vendados. Por lo tanto y dado que no podía acudir a la Cena con un trozo de materia para expresar sus ideas con formas, sino que tenía que hacerlo con palabras, leyó un breve escrito: «La belleza de un supuesto lugar natural en donde nadie haya estado nunca (¡quizás quede alguno aún!) “es” cuando en un momento dado al menos un hombre o una mujer la perciben con los sentidos y la sienten. Aquel hombre o aquella mujer podrán contemplar esa belleza, más allá de las palabras y formar parte de ella. Es, en ese supuesto lugar, que la naturaleza sólo es belleza, bondad e inteligencia del creador. Y mientras aquel hombre o aquella mujer no compartan la existencia con otros hombres y mujeres, sólo les pertenecerá a ellos. Creo que en su silencio podrá percibirse aquella belleza, porque entonces la persona habrá descubierto belleza “dentro” de si misma. Será, después que pasará de la contemplación a la acción, que iniciará todo un proceso que le llevará a conocer de forma exhaustiva el lugar, a compartirlo con otros hombres y mujeres y a valorar qué es lo que puede extraer, o sea, a valorar su conveniencia. ¿Y a qué le conducirá este conocimiento? Observando lo que hombres y mujeres han hecho en la tierra, tenemos ya parte de la respuesta pero, aún así y a pesar de la destrucción, la explotación del planeta, la de los humanos, y la guerra, vemos como aquel hombre o aquella mujer que habían descubierto la belleza “dentro de sí mismos” al contemplar la naturaleza y lo creado, han emprendido acciones buenas e inteligentes, pensando en el bien común y basadas en el respeto al lugar y no exclusivamente condicionadas por conveniencias particulares».
La última aportación fue a cargo de Joan Martínez, creador de espectáculos, que habló de su tesis, centrada en el hecho de que «la belleza es el elemento indispensable que convierte al ser humano en un ser tocado, un poco, por la mano de Dios». Consideró también que, «la belleza no es nada que esté fuera de nosotros, sino que forma parte realmente de nuestra capacidad de captar las cosas que tenemos delante, que están delante y que podemos tocar con las manos. Pienso que es una manera, un filtro, con el cual las personas podemos percibir el mundo y creo que esto se hace patente con lo que ha sido la evolución de los últimos ciento veinte años de la historia del arte».
Martínez realizó un recorrido histórico destacando las figuras de diferentes filósofos, artistas, compositores, óperas y películas y finalizó su intervención cantando un fragmento de una aria que habla de la belleza, perteneciente a la obra La Flauta Mágica, la aria de Tamino, cuando éste queda extasiado al contemplar un retrato del cual se enamora; Tamino se enamora de una fotografía –decía– de la misma manera que nos puede pasar a nosotros hoy, con los medios de comunicación, por ejemplo. Dies Bildnist ist bezaubernd schön («Este retrato es muy bonito») y Wie noch kein Auge je geseh’n! («Ningún ojo ha visto nunca una cosa como ésta»). Él, expresó que ésta es la idea que tenía de la belleza: que no está fuera, sino que la llevamos en nuestro interior y que además es nuestra mirada la que crea belleza. Finalmente, Dies GötterbildMein Herz mit neuer Regung füllt, es, como un retrato de Dios y con este retrato el corazón late con nueva energía. «Es ésta una definición de lo que es belleza, una vivencia, una experiencia que te hace latir de otro modo».
Durante el coloquio fueron muchas las preguntas que los asistentes plantearon a los ponentes y también se hicieron muchas aportaciones para resaltar todo el bien que comporta la belleza, recordando lo que en el transcurso de la cena se había mencionado sobre Dostoyevski: «La belleza salvará al mundo».
Ámbito Maria Corral