Por Rocío Muñoz
Ámbito Maria Corral
Barcelona, octubre 2015
Foto: Margarida Amigó
El pasado jueves 15 de octubre del 2015, el Ámbito de Investigación y Difusión María Corral organizó la 216 Cena Hora Europea, moderada por Esther Borrego, que nos decía que «muchas veces el tiempo, más que un aliado, es más bien un enemigo» y nos recordaba, como bien explica Josep M. Forcada en el texto de la convocatoria, que hay «tres momentos irrefutables: ocho horas para el descanso, ocho horas de trabajo y ocho horas de un magnífico tiempo para tener cuidado especial de uno mismo…» y que el primer recorte se produce en el tiempo del descanso.
La primera en intervenir fue Inés Alegre, doctora en organización de empresas por IESE y profesora de la Universidad Internacional de Catalunya. Muy interesada en la conciliación del tiempo laboral y familiar y con un amplio conocimiento de la cuestión, explicó la conciliación laboral-familiar. Comentaba que el 70% de las personas con trabajo, un porcentaje muy elevado, consideran que esta conciliación es un problema. «Tendemos a pensar que es un problema de tiempo». Es cierto que uno de los problemas es el tiempo, pero no sólo. También lo son la conciliación por el esfuerzo, es decir, gastamos tantas energías en el trabajo que después ya no nos quedan para hacer nada más, y en las actitudes: hay personas que en el trabajo les piden ciertas actitudes que después de muchas horas de trabajo acaban repitiéndolas en casa.
La doctora Alegre dijo que aquellas personas con hijos, padres dependientes, maridos enfermos,… tienen más dificultades en el momento de conciliar el trabajo con el espacio personal. Hay cinco grandes factores que nos ayudan o nos dificultan la conciliación: uno mismo y la actitud, nos exigimos mucho y eso nos dificulta la vida. Nos puede ayudar preguntarnos cuál es la definición de éxito para nosotros, y así, pensar en cuáles son nuestras prioridades. Hemos de saber delegar las cosas que no nos vemos capaces de hacer y utilizar la tecnología de forma adecuada. También ayuda una buena red de apoyo: abuelas que ayudan a cuidar a los niños o una logística fácil. Resaltó tanto el buen funcionamiento de la gran empresa como de la pequeña, ya que la grande tiene capacidades para establecer unas normas de conciliación y, en la pequeña, los trabajadores tienen unas relaciones personales más fuertes y eso favorece la empatía. El jefe y los compañeros pueden ser puntales en este aspecto si tienen una situación parecida. Finalmente, afirma que la conciliación aporta beneficios a la familia, a uno mismo y a la empresa.
El siguiente en hablar fue Jaume Aymar, decano de la facultad de filosofía de la Universidad Ramon Llull y director de Radio Estel, quien ha escrito numerosos libros y artículos, además de organizar diferentes exposiciones desde la fundación Catalunya-América, de la cual es presidente. Dijo que el tiempo es una convención y que no existe en nuestra razón. Pero que «es necesario gestionarlo bien porque vivimos en unas coordenadas de espacio-tiempo». Nos presentó un decálogo para gestionar el tiempo, el cual consiste en: primero, no toda percepción del tiempo es igual. Segundo, la humildad nos hace tener más tiempo. Tercero, pasar de la definitorio a lo definitivo. Cuarto, el descanso nocturno. Quinto, la gestión del tiempo. Sexto, dejar los móviles durante las comidas y velar por la comunicación con los que tenemos delante. Séptimo, hay pocas urgencias, recuperar la lentitud e ir sin prisas. Octavo, aprovechar todos los instantes. Noveno, saber recibir y despedir bien. Y, décimo y último, estés en aquello que estás, ya que es prácticamente imposible hacer dos cosas a la vez.
La psicóloga clínica y psicoterapeuta, Gemma Cánovas, en una primera parte explicó la diferencia entre tiempo real y el subjetivo. El real es aquel que nos marcan los relojes, calendarios que nos marcan nuestros espacios, y el tiempo subjetivo es el atemporal, desde un plano profundo y en conexión con el inconsciente. El inconsciente no conoce el tiempo real, sino que se rige por otras cosas. Además, la percepción que tenemos del tiempo varía en función de las vivencias: diez minutos pueden parecer largos si no disfrutamos con lo que estamos haciendo y, en cambio, una hora puede pasar muy rápido si gozamos del momento que estamos viviendo. También es importante posicionarnos subjetivamente delante de la vida y los otros y, cuando tomamos posición de la vida, la percepción del tiempo se modifica.
En una segunda parte, Cánovas, se centró en la conciliación del tiempo de las mujeres-madres, en las que la presión, tanto interna como externa, ha aumentado los últimos años, y no consiguen una conciliación entre maternidad y espacio propio. No pueden disfrutar del tiempo por sí mismas. Además, todo esto tiene consecuencias por la tensión que genera y que se trasmite a los hijos. A medida que las madres pueden hablar y se sienten escuchadas, la conducta del hijo mejora. Eso sucede por la multiplicidad de mensajes contradictorios que reciben. Por tanto, a las madres no se les debe adoctrinar sino que es necesario acompañarlas. También insistió en la tarea de las abuelas, las cuales deberían encontrar un equilibrio entre su deseo de cuidar a los nietos y cuidarse a sí mismas. En conclusión, se han de promover grupos de reflexión de padres y madres, especialmente.
La última aportación estuvo a cargo del profesor Fabián Mohedano, promotor de la Iniciativa por la Reforma Horaria, quien nos presentó el tiempo como «una fuente de riqueza e igualdad. Hemos de distribuir renta, poder y tiempo. Tenemos un déficit que corresponde a tres grupos decisivos: primero, durante el franquismo se estableció el horario del III Reich, por tanto no tenemos el huso horario que nos corresponde. Además, los cambios de horario verano e invierno deberían acabarse. Segundo, el presencialismo: en las empresas se debería pasar de evaluar las horas que se trabaja, a evaluar las actitudes y capacidades del trabajador. Vamos al trabajo a trabajar y a socializarnos. Y tercero, hemos roto una dinámica de siglos: vamos contra el ritmo natural, cenamos a las diez, comemos a las tres,… y eso nos hace estar en la cola de la productividad. Tenemos las mujeres más estresadas y medicadas, una baja natalidad, un gran número de casos de bulimia y anorexia, fracaso escolar, ya que los niños no siguen un horario adecuado a su edad, y problemas de hábito social». En general, dijo que es un problema de salud pública.
Fabián Mohedano nos explicó todo lo que hay que hacer para cambiar esos datos y encontrar una buena conciliación con la gestión del tiempo: un estudio de cómo hacer los nuevos horarios, una sensibilización y una reforma horaria. Pero afirma que para conseguirlo será necesario que lo hagamos todos a la vez.
La cena-coloquio continuó con muchas intervenciones por parte de los asistentes. Aportaciones, preguntas a los ponentes, experiencias personales, propuestas, recomendaciones, y muchas más cuestiones que nos ayudaron a esclarecer e incentivar la conciliación del tiempo.