Por Rocío Muñoz Montes
Àmbit Maria Corral
Barcelona, noviembre 2015
Foto: Creative Commons
El pasado jueves, 19 de noviembre de 2015, se celebró el 217 Cena Hora Europea, organizado por el Ámbito de Investigación y Difusión María Corral. Fue moderado por Marta Burguet, profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona.
El tema que se trató fue como «sacar más partido a nuestro cerebro». La cuestión del cerebro es compleja y nos hace preguntarnos muchas cosas, ya que como decía Josep M. Forcada, es «un órgano esencial y ciertamente complejo que rige la estructura fundamental del ser humano». Él proponía que los ponentes, durante la cena, pudieran ayudarnos a «comprender el porqué de las enfermedades o lesiones del cerebro y sus consecuencias».
El primero en intervenir fue David Bueno, doctor en Biología, profesor e investigador de Genética en la Universidad de Barcelona y divulgador de la ciencia y autor de varios libros de divulgación como Cent controvèrsias de la Biologia. Su trayectoria profesional y académica está centrada en el mundo de la genética del desarrollo y la neurociencia, y su relación con el comportamiento humano. Dijo que el cerebro está formado por miles de neuronas conectadas. Las personas funcionamos gracias a unos programas genéticos: tenemos un número elevado de genes que llevan información de una neurona a otra y hacen que estas neuronas funcionen. Muchos aspectos de la biología vienen determinados por los genes, como por ejemplo, el grupo sanguíneo, y las variantes en estos genes hacen que un cerebro sea diferente a otro. Comentó que estas variantes genéticas hacen que una persona sea más impulsiva que otra. Pero que en muchos casos, esta impulsividad depende del ambiente y de cómo se han conectado las neuronas entre sí. Dependiendo de la utilidad de las conexiones, unas neuronas se conectan con otras. La máxima utilidad de las personas es la vida en sociedad y el hecho de hacer algo que es reconocido por nuestros iguales, el cerebro lo interpreta como útil. Por lo tanto, un cerebro activo y estimulado tendrá más conexiones que uno no activo. También explicaba que «la estructura de las redes neurales no es más que un sistema de adaptación al ambiente, es decir, adapta nuestro comportamiento a este ambiente», y destacó como aspecto importante la plasticidad neuronal. Dijo que a menudo hacemos muchos comportamientos que vemos porque somos imitadores natos, esto lo provocan las «neuronas espejos» que permiten reflejar en nuestro interior todo lo que vemos fuera.
El segundo ponente fue Josep M. Espadaler, neurofisiólogo en el Hospital del Mar, profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador del departamento de neurociencia del Instituto Municipal de Investigación Médica, que habló de la conducta de las neuronas y del fenómeno de la conectividad y neuroplasticidad. «Dos neuronas que se disparan juntas, se conectan juntas», es decir, a través de conexiones podemos acabar haciendo cualquier función. Comentó que tenemos una dotación cerebral más grande de la que necesitamos. Otro punto que trató fue el del lenguaje, la diferencia entre la dimensión del área del lenguaje de un niño y de un adulto. Según Chomsky, todos los seres vivos tienen mensajes de comunicación. También habló del «yo» y recomendó la lectura de El yo y super cerebro de Popper y Eccles. «Los neurofisiólogos, concretamente Rodolfo Llinars, hablan de que en realidad el«yo» es una ilusión creada por la disciplina de nuestras redes neuronales. Finalmente, trató el tema de la memoria y del experimento del doctor Erik Kandel.
Por último, intervino el doctor Jaume Kulisevsky, director del instituto de investigación del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, director de la unidad de Parkinson y de movimientos anormales y profesor asociado en neurología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Habló sobre la posibilidad de tener Alzheimer según nuestra genética. «En una determinada época de la evolución necesitábamos tener más grasa y hay unos genes que son más eficientes a poner grasa dentro de nuestro cuerpo». La gente que tiene la mala suerte de tener estos genes, ¿qué puede hacer? El cerebro es plástico y, en referencia a la plasticidad, explicó la reserva cognitiva: mientras más actividades le pides a las neuronas, más plasticidad puedes tener. Esta plasticidad se basa en la posibilidad de generar nuevas neuronas y nuevas sinapsis. Hay actividades que nos pueden dar mayor plasticidad cerebral, y esto está relacionado con el Alzheimer. La gente con menos años de educación tiene más posibilidades de padecer esta enfermedad o demencias. Hay muchas actividades que pueden influir en retrasar la demencia, como la actividad física, actividad intelectual, jugar al ajedrez,… La otra parte de su aportación fue más filosófica, ya que se preguntaba si podríamos tener también una reserva compasiva. Distinguió entre compasión y empatía. «La empatía activa zonas del cerebro que están relacionadas con emociones que son negativas. En la compasión se debe tener empatía por la otra persona, se debe tener las “neuronas espejo” para entender que necesita o quiere, pero, aparte, tienes que hacer algo por el otro». Compasión significa que sale de ti mismo y sufres, de alguna manera, el dolor del otro. Al igual que hay una gramática del lenguaje hay una gramática de la compasión. Con una técnica de entrenamiento compasivo activan zonas del cerebro relacionadas con la compasión y la generosidad.
Los tres ponentes rompieron con el mito de que sólo utilizamos un 10% del cerebro, ya que utilizamos todo cuando toca, pero utilizarlo todo a la hora no sería posible.
La cena tomó un cariz filosófico y científico a la vez. La participación en el coloquio posterior a las ponencias fue muy abundante. Los asistentes intervinieron de forma dinámica con aportaciones y, sobre todo, preguntas a los ponentes. Surgieron un gran número de cuestiones que ayudaron a resolver las posibles dudas y cuestiones iniciales.