Es frecuente escuchar y leer noticias impactantes que hacen referencia a la desigualdad de oportunidades y que nos cuestionan por qué sucede y el porqué, cada vez más, se hace evidente en nuestro entorno.
Vivimos en una sociedad marcada por diferentes tipos de discriminación que generan desigualdad y exclusión social; la discriminación de género, la violencia machista o el acoso, el racismo y la xenofobia, los prejuicios religiosos, la homofobia o la aporofobia, entre otros. Pero no todo el mundo es consciente que las desigualdades generan malestar y que siempre hay unas víctimas afectadas que requieren una atención especial, una acogida y un acompañamiento.
Después de la celebración del 8 de marzo con manifestaciones multitudinarias internacionalmente, no podemos obviar un aspecto concreto cómo es la desigualdad que hay entre el hombre y la mujer en el ámbito laboral, familiar y social en general. Es una lucha constante conseguir el reconocimiento de igualdad hacia la mujer.
En esta Cena queremos profundizar sobre la complejidad y los retos sociales que se plantean ante la urgencia de actuar, ya que cada desigualdad social requiere una manera de hacer concreta. Este panorama real y sobrecogedor también pide hacer una reflexión para aportar criterios y pautas, y así actuar de la mejor manera. Ya el filósofo Rousseau, en 1755, escribió el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres que trata sobre la legitimidad de las sociedades y del tipo de poderes. Son muchos los pensadores que han tratado sobre las desigualdades porque siempre han sido presentes las clases sociales y no para todo el mundo ha habido, ni hay, los mismos privilegios. Son muchos los factores que influyen, como la economía, la política, la cultura, la religión y la educación; pero también las creencias de las personas, los prejuicios y los estereotipos hacia aquello diferente y desconocido.
La mayoría de expertos coinciden que el factor clave que ha causado la desigualdad es la economía, que hay que revisar para conseguir una distribución más justa e igualitaria, ya que esta ha provocado grandes desniveles que han traído diferentes grados de pobreza.
Sabemos que la igualdad de oportunidades es un derecho reconocido tanto en la Declaración Universal de los Derechos Humanos como en la Constitución Española, pero cuántas personas no tienen los mismos derechos ni oportunidades en la vida? Garantizar estos derechos permitiría asegurar una vida digna para todo el mundo. El primero y el segundo artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos son los fundamentos, ya que presentan los principios sobre los cuales se basan los derechos de la dignidad, la igualdad, la libertad, la fraternidad y la no discriminación.
Afortunadamente ante estos diferentes escenarios sobrecogedores hay la respuesta de muchas entidades y personas a título individual implicadas en proyectos para favorecer a los más vulnerables.
Preguntamos a los invitados expertos:
¿Cuál tendría que ser el papel de las administraciones públicas? ¿Y cuál es la responsabilidad de la ciudadanía?
¿Por qué no se garantizan los derechos que promueven la igualdad?
¿Qué propuestas hacéis para que todo el mundo pueda vivir y convivir dignamente?
¿Como paliar situaciones graves que han generado las desigualdades?
Assumpta Sendra y Mestre