Por: Ramon Santacana
Profesor universitario y pintor
Taiwan, marzo 2018
Foto: Thinkstockphotos
Uno de los temas que se viene estudiando desde hace unos años en las ciencias empresariales es el efecto de la diversidad en el desempeño de las empresas. Diversidad de raza, sexo, religión, cultura, orientación sexual, lugar de nacimiento y todos los etcéteras que se quieran añadir. Recuerdo mi sorpresa cuando visité, hace ya casi dos décadas, los comedores de algunas empresas de Silicon Valley, por entonces en plena expansión. La mayoría de los empleados tenían rasgos hindúes o chinos y se podían elegir tanto platos de cocina mexicana, china, hindú, etc. como algunos pocos más de tipo anglosajón.
Dentro de estos estudios sobre la diversidad en la empresa, uno de los aspectos importantes es la proporción que hay de hombres y mujeres a cada nivel, si se pueden detectar resultados diferentes en la actuación de ambos y qué efectos puede tener para las empresas el variar esta proporción. Existe un especial interés por los efectos que ello pueda tener a niveles directivos ya que a este nivel se toman las decisiones con mayores efectos. De nuevo vienen a mi mente imágenes de esas factorías asiáticas de componentes electrónicos, con enormes salas, limpias y asépticas, en la que trabajan miles de personas, todas ellas mujeres, concentradas en diminutas manualidades. Empresas en las que, supongo, predominan los hombres en sus puestos de alta dirección.
Recientemente ha salido a la luz un estudio realizado por Nordea, el mayor banco de los países nórdicos, sobre los efectos que tiene una mayor proporción de mujeres en los consejos de administración de empresas y en los puestos de alta dirección. En dichos países, aunque lideran el mundo en muchos indicadores sociales, la mujer apenas alcanza el 20% de los puestos en los consejos y la alta dirección de empresas.
Nordea ha analizado durante doce años los beneficios sobre el capital, así como el precio de la acciones de empresas radicadas en países nórdicos. La conclusión del estudio fue que las empresas que tenían el doble de mujeres en esos puestos conseguían unos beneficios y precios de las acciones más estables[1]. En el estudio no se encontraron diferencias significativas en los niveles de beneficios o en el precio de las acciones, pero si una volatilidad significativamente menor, concretamente un 40% menos en los beneficios.
Cabe señalar que otras investigaciones sobre el tema parecen apuntar a que sí se da una mejora de beneficios a mayor presencia femenina. Catalyst, organización dedicada a la promoción de la mujer en el mundo corporativo, muestra informes en esa dirección para empresas listadas en el Fortune 500[2] y Lückerath-Rovers[3], en concreto para empresas holandesas, por citar un par de estudios.
Los datos de Nordea pueden tener interés en un momento en que parece que, debido a la incorporación masiva de nuevas tecnologías, los mercados están cambiando con más rapidez, y se prevé un incremento de la volatilidad. Las empresas se ven obligadas a tomar decisiones trascendentales y reaccionar con rapidez a los cambios del mercado, provocando un mayor estrés en los puestos directivos y de consejo.
Johan Trocmé, director de investigación de Nordea, opina que de ese estudio se desprende que la mujer tiene una mejor habilidad para navegar en tiempos de cambios. Creo que comparar habilidades entre sexos requeriría estudios comparativos de empresas cuyos directivos fueran sólo hombres y sólo mujeres, pero lo que sí revelan estos estudios es que, en el mundo de la empresa, el trabajo compartido entre hombres y mujeres alcanza mejores resultados.
[1] Schwartzkopff, Frances (2018) Stable Returns Should Buy Firms Run by Women, Bloomberg, 27 de febrero de 2018.
[2] Catalyst (2004 ) The Bottom Line: Corporate Performance and Women’s Representation on Boards.
[3] Lückerath-Rovers, Mijntje. (2013) Women on boards and firm performance. Journal of Management & Governance. May 2013, Volume 17, Issue 2, pp 491–509
Enlace: https://link.springer.com/article/10.1007/s10997-011-9186-1