Por: Rocío Muñoz
Àmbit Maria Corral
Barcelona, octubre 2018
Foto: Ita Amigó
El pasado 18 de octubre se celebró la 231 Cena Hora Europea para tratar sobre «Por qué y cómo nos relacionamos» moderada por Assumpta Sendra, directora del Àmbit Maria Corral, quien expresó que «La respuesta es fácil, ya que somos seres sociales y si no hay ningún trastorno constantemente nos estamos relacionando con el otro y con los otros. Pero deteniéndonos en el cómo invita a hacer una reflexión desde la observación y el análisis de este hecho tan humano que, evidentemente, sin pensar todos nos interrelacionamos. Hay que crear vínculos capaces de promover afecto y verdadera comunicación y empezar por la propia relación interpersonal para dar una mirada hacia dentro y de esa manera generar el encuentro hacia los otros para compartir relaciones interpersonales.»
La primera aportación fue a cargo de Antoni Bolinches, psicólogo clínico, escritor y pensador humanista que planteó que el problema de las relaciones es que no siempre nos comunicamos bien, porque la necesidad «biopsicosocial» de relacionarse se vive desde una ambivalencia: ¿Cómo podemos gozar de la miel sin sufrir la hiel? «El gran reto es cómo deberíamos relacionarnos para no hacernos sufrir y hacernos gozar los unos a los otros.» Habló de la manera más fácil de comunicarnos con el prójimo porque parte de la forma cómo relacionamos nuestras necesidades internas. Explicó el comportamiento en función de la interacción de los tres estados psicológicos internos (Padre-Adulto-Niño) que aportan a la necesidad de comunicación diferentes motivaciones. «El niño tiene las necesidades esenciales básicas, pero nosotros desde dentro o alguien desde fuera nos reprime, y esta parte es el padre. Y favorecemos esta disyuntiva interna con el adulto que concilia lo que necesita el niño con lo que el padre nos permite o prohíbe. La persona que harmoniza eso óptimamente no solo es una persona madura sino libre. Yo me siento libre por lo que acepto y por lo que renuncio». Para finalizar propuso: «Analizar con las personas que nos rodean qué tipo de relaciones tenemos y a partir de ahí decidir cómo podemos favorecer un comportamiento maduro con el prójimo a partir de nuestra gestión positiva de la realidad. Ejemplifiquemos un comportamiento maduro, con buen juicio, responsable, dialogante, y eso hará que por impregnación relacional nuestra madurez y el predominio de nuestro adulto, ayude a desarrollar el adulto del prójimo.»
Esther Hierro, directora de Marinva: ‘proyectos de comunicación, educación y dinamización a través del juego’, inició su aportación con un juego para posibilitar relacionar-nos, además de poder reír. En la práctica del juego hubo «la capacidad de superarnos, de querer hacerlo bien porque siempre que jugamos nos esforzamos, pero cuando nos hemos equivocado no ha pasado nada.» Esta es una de las magias del juego, que permite la comunicación y la relación. «Nosotros cuando jugamos nos estamos permanentemente comunicando, relacionando con nosotros mismos, nos hablamos, nos animamos, nos preguntamos… No hay una buena comunicación sin una parte de juego.» Afirmó que: «Los adultos necesitamos seguir jugando a lo largo de nuestra vida, porque, ¿cómo nos podríamos decir ciertas cosas si no fuera jugando?» Además constató que: «El juego es curiosidad y descubrimiento, qué mejor manera de relacionarnos con los otros que desde el descubrimiento y la curiosidad, desde el esfuerzo, desde la capacidad de superarme. Esto es el juego, es la asunción de retos y tiene que ver con asumir el error como parte del aprendizaje. El juego es abrazar el conflicto. El goce del juego es tan placentero que asumimos que los conflictos se puede resolver.» Acabó diciendo que: «La actitud lúdica que llevamos dentro puede ayudar muchísimo a tener una buena comunicación y una manera sana y equilibrada de relacionarnos con los otros. El juego nace en el mismo lugar donde nuestros instintos se visten con el traje de las palabras que nos ayudan a entender el mundo y a relacionarnos.»
Susana Pérez, doctora en comunicación, profesora de periodismo digital y experta en redes sociales, habló de la comunicación social y de cómo está cambiando la esfera pública. Con la aparición de Internet ha cambiado la manera de comunicarse. «Los entornos digitales hacen una personalización de la información, podemos consumir realmente lo que más nos interesa.» Destacó las características de esta nueva esfera: «Es privada, cuando entramos en Internet a informarnos lo estamos haciendo a través de dos empresas muy concretas: Google y Facebook. Por tanto, no es cierto que el intermediario esté desapareciendo, sino que se ha transformado. Segundo, navegamos en función de nuestros propios intereses, eso hace que las audiencias accedan de una manera fragmentada a una información muy concreta. En el ámbito de Internet le hemos dado el nombre de burbuja filtro, o sea, que nosotros estamos dentro de una burbuja y no estamos buscando temas diferentes al que nosotros pensamos o que desconocemos, sino que accedemos a una serie de temas para reafirmar las propias creencias. Los medios de comunicación ya no solo están competiendo dentro del mundo de la información, sino que también encontramos contenido de entretenimiento, de nuestros amigos, familiares… Eso conduce a que los medios de comunicación crean un tipo de titulares para llamar más nuestra atención. En Silicon Valley hablan de la economía de la atención, que es lo que quieren captar, y por eso inventan ese tipo de mecanismos.» Finalmente, insistió en que: «Los jóvenes intentan pinchar estas burbujas, salir de ese bucle, en el que entran en las redes sociales para reafirmar las propias creencias, e intentan acceder a otros tipos de información y no entren ni compren esta información más polémica.»
Una vez más, esta Cena mostró la oportunidad de relacionarnos y posibilitó el diálogo.