Por: Rocío Muñoz
Àmbit Maria Corral
Barcelona, diciembre 2019
Foto: Rocío Muñoz
El pasado miércoles 4 de diciembre l’Àmbit Maria Corral organizó un nuevo Espacio de Formación, a cargo de la psicóloga Neus Calleja, para tratar el tema: «Escuchar más allá de las palabras» a partir de la pregunta: «¿Quién nos enseña a escuchar?».
Habló sobre el proceso comunicativo, las dificultades en la comunicación, la Escucha Activa/Empática y las necesidades de ser escuchado/da. Para empezar preguntó a los participantes la diferencia entre ‘escuchar’ y ‘sentir’: escuchar es prestar atención a aquello que dice alguien o al ruido que hace una cosa. En cambio, el verbo sentir es percibir con el sentido del oído un sonido, sin necesariamente prestar atención.
Planteó la sesión formativa de manera interactiva y se realizaron varias actividades: ¿Quién me escucha?, en qué se identificó: «¿Si tuviéramos un problema, a quién se lo explicaríamos?», se reflexionó: «¿Cómo es esta persona?» y se definieron las características o cualidades de esta persona y lo que se busca en ella. Otra actividad fue el Dictado colectivo, en qué uno de los participantes explicó una imagen y el resto tenían que dibujarla. Y una nueva actividad sobre como Interiorizar la información, en qué un asistente voluntario explicaba una imagen a otro, y el siguiente la misma imagen a otro, y así hasta cuatro voluntarios. De este modo se veía como cambiaba la información de un interlocutor a otro.
Trató los elementos de la comunicación y el feedback: «Nunca sé exactamente lo que he dicho hasta que no escucho la respuesta a aquello que he dicho» (Norbeto Wuener). También comentó la escala de «pérdidas de carga» (aquello que se quiere decir, aquello que se dice, aquello que el otro siente, aquello que el otro escucha…). Además, describió las diferentes dificultades que tiene quien habla, quien escucha y aquellas que se pueden encontrar en el mensaje: hacerlo demasiado largo o demasiado corto, dificultades para expresarse o de organizar el pensamiento; implicación emocional, carencia de formación o de capacidad, exceso de información, dispersión en el contenido, lenguaje no apropiado…
Profundizó sobre la Escucha Activa como herramienta fundamental para una buena comunicación más allá de las palabras, y afirmó que requiere: intencionalidad, comprensión, deseo y receptividad, y la Escucha Activa/Empática requiere: percibir, intuir y sentir. Y explicó las diferentes actitudes que se tienen que evitar en la Escucha Activa: juzgar, tener prejuicios, el radicalismo, la impaciencia, interrumpir al otro, intentar ser protagonistas, interpretar el mensaje a nuestra manera, aconsejar… Además, es importante prestar atención al lenguaje verbal: refuerzo positivo, reformulación, clarificación, preguntas abiertas; el no verbal: mirada, movimientos, gestos, expresiones y actitud corporal, y lo paraverbal: volumen, tono, ritmo y silencios.
El proceso de escucha se estructura entre otras en: acoger, donde se tiene que generar más espacio y más esfuerzo, poner sobre la mesa todo aquello a transmitir y el receptor tiene que respetar el ritmo, lo que dice el otro, tener paciencia…; empatizar, puede pasar que en algún momento no se comprenda al otro; clarificar, se oyen cosas, y las que no se entienden o son contradictorias se intentan clarificar a partir de preguntas abiertas. La base de toda comunicación es escuchar al otro, acompañarlo e intervenir poco.
Para finalizar, enumeró una serie de recomendaciones sobre que se debería y no se debería que hacer al escuchar, como por ejemplo: tenemos que escuchar al otro con cuidado y reflejar sentimientos, plantear preguntas abiertas, llevar a la persona a una mayor claridad, pero no tenemos que explicar «nuestra propia historia», ni juzgar o discutir, formular preguntas de sí/no, dar la razón del «problema»…
Fue un Espacio de Formación que, como siempre, permitió la reflexión del tema tratado y el diálogo profundo ante la necesidad vital de ser escuchado.