Por: Rocío Muñoz
Àmbit Maria Corral
Barcelona, febrero 2020
Foto: Rocío Muñoz
Los días 10 y 13 de febrero el Àmbit d’Investigació i Difusió Maria Corral organizó un nuevo Espacio de Formación para tratar cómo «Pacificar el final de la vida» a cargo de Jordi Cussó.
Habló sobre qué se entiende por pacificar, cómo encarar la vida, las incertidumbres y los miedos, las creencias y el final de la vida, el lenguaje para pacificar y, también, dio algunas herramientas básicas para hacerlo.
Comentó que las causas de muerte pueden ser muchas: por enfermedad, accidentes naturales, provocados… pero que el final es seguro, lo importante es como se afronta. «Es importante vivir en paz en todo momento, a todos los niveles y hacerlo lo antes posible, ya que cuanto más pacificados estamos hoy, más lo estaremos mañana.» Para pacificar el final tenemos que pacificar cada día, pero no solo nuestra vida, sino también la de los demás. Afirmó que: «Morimos como vivimos, la cuestión es cómo “pasamos” la vida, y esto ayudará al final.»
También profundizó sobre los diferentes tipos de deseo y cómo pueden o no ayudar a pacificar: el deseo de tener, de libertad, de no desear, de inmortalidad, de querer y ser querido… y de la paz, ya que vivir es paz y se tienen que aceptar con armonía las tensiones, desazones, miedos… Además, «la alegría mueve la vida».
Constató que: «Tiempo no tenemos, es lo que somos. Es lo más valioso que tenemos e inquieta no tenerlo. Dar vida es dar tiempo, no dar cosas, y dar tiempo pacífica.»
Explicó como deberíamos afrontar la adultez: ¿crecer y vivir para morir? El tiempo es irreversible, la existencia es mortal y somos vulnerables, frágiles, y seres sociales. «Ser quien soy y como soy o no ser. No hemos escogido vivir, el verbo más importante es existir. Y no hay muerto, hay una vida que se acaba.»
Resaltó el papel de la educación, ya que: «Una educación que no hable de la muerte no pacifica, hay que prepararse para morir. Miramos atrás y sobrevaloramos la infancia y la juventud, tenemos miedo en la vejez. Pero, hay que afrontar la vejez antes de llegar, no lo tenemos que ver como una etapa negativa. Y aunque tenemos incertidumbres, la paz brota de tener certezas en la incertidumbre de la vida.»
Dijo que los diferentes y posibles miedos que forman parte de la condición humana: miedo a la muerte, a despedirse de sí mismo, dejar o perder seres queridos, al dolor, a la vejez, a la muerte social, a hacer un balance de la vida, a la economía, a la soledad, a ser dependientes… La resignación, la culpa, el remordimiento, el resentimiento… no pacifica. En cambio, si lo hace la reconciliación y la liberación.
Los verbos que hay que conjugar cada día son: acoger, desplegar y replegar, cuidar y dejarse cuidar, acompañar y dejarse acompañar, agradecer el final y querer y dejarse querer. También mirar, tocar, escuchar… y esto no se aprende a última hora, hay que hacerlo cada día.
El conferenciante interpeló con cuestiones humanas y cotidianas que, aunque a menudo pueden pasar de largo o no queremos tratarlas, es importante prestar atención en nuestra realidad.