Por: Herminia Carbó Reñe
Pedagoga musical
Barcelona, junio 2020
Foto: Pixabay
La Música siempre nos invita a escuchar. Al escuchar, podemos escucharnos. Esta invitación puede provocar diferentes emociones que nos hacen sentir vivos: alegría, fuerza, serenidad, inquietud, placer, dolor…
Escuchando el segundo movimiento A lament, ANDANTE expresivo del compositor y director de orquesta Michael Tippett, no puedo evitar sentir un estremecimiento y a la vez humedecimiento en los ojos. No hay lágrimas, pero sí la emoción que podría desbordarlas. Esta idea musical forma parte de una de las variaciones sobre un tema isabelino propuesto por el compositor y pianista Benjamin Britten para la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra, que tuvo lugar el 2 de junio del año 1953.
Benjamin Britten escogió a prestigiosos músicos compatriotas suyos y les pidió a cada uno componer una variación sobre un tema propuesto. El tema original sería una melodía irlandesa titulada The Beginning of the World o Sellinger’s Round[1], muy popular en tiempos de Isabel I y en vida de Shakespeare.
Sin duda Michael Tippett se inspiró en algo muy íntimo, muy profundo y muy próximo para escribir este lamento. Más tarde lo rehízo y lo convirtió en su obra personal Divertimento on Sellinger’s Round.
Todos los compositores, pese su categoría de excelencia, aceptaron participar desde su individualidad para formar un todo y renunciaron a su parte para ofrecerla a Benjamin Britten.
La variación de Michael Tippett me habla del dolor a través del sonido del violín. Al vibrar las cuerdas siento una emoción profunda en mi alma. No me deja indiferente porque me habla del pasado y, precisamente, del pasado hemos de pulir, sanar, rectificar y perdonar muchas realidades, hechos o actitudes.
Este A lament me hace sentir el dolor del ahora, de nuestra actualidad. Estamos en junio de 2020 y George Floyd es noticia, víctima de un lamentable hecho de discriminación, prepotencia, de aniquilamiento, brutalidad, odio, intolerancia, injusticia, vergüenza, indignidad…
Los músicos que Benjamin Britten eligió para la construcción de su obra dejaron su estatus individual para unir su parte en el todo. ¡La Música siempre es un ejemplo a seguir y cada vez más nos está hablando para que la escuchemos!
Las manifestaciones de dolor que vemos en los medios de comunicación nos alertan de que debemos escuchar, unirnos y olvidar la individualidad para ser pueblo. Los animales aprenden y las personas desaprendemos, parece que hemos perdido el instinto y la razón nos ha engañado. No somos nada sin el otro, nada.
[1] Les invito a escuchar esta pieza musical: https://www.youtube.com/watch?v=NBC08vCiIr8