Por Ignasi Batlle
Empresario
Barcelona, maig 2021
Foto: Pixabay
La ciencia nos había acercado al sueño de la inmortalidad, estábamos muy cerca de la posibilidad de regenerar partes de nuestro cuerpo. Por otro lado, los avances tecnológicos nos acercaban cada vez más a la presencia inmediata con una gran multiplicidad de canales de comunicación. Pero, de manera inesperada llega la pandemia y esta nos confronta con el límite, la vulnerabilidad y la fragilidad de nuestro ser. El virus hace aflorar la finitud que teníamos olvidada y que en pocas ocasiones nos gustaba reconocer.
A pesar de los esfuerzos titánicos de los sanitarios y otros estamentos oficiales no somos capaces de frenar una expansión que asume el grado de pandemia mundial. A causa de esto nos sobrecoge una sensación de perplejidad que nos acerca a la frustración de no poder hacer frente al virus ni a sus consecuencias.
Este último año nos ha traído muchos impactos que vamos asumiendo con el devenir de los días y los meses. También nos invaden sensaciones, reflexiones y experiencias que vamos conjugando con la conciencia de una falta evidente de vocabulario para expresarnos. Se nos acumulan muchos deseos por verbalizar y abrazos por repartir. Por otro lado, sentimientos como la soledad, desesperación y frustración van aflorando con el paso de los meses.
A lo largo de estos meses hemos conocido reacciones espontaneas de solidaridad. De igual manera muchas personas han asumido el liderazgo cotidiano desde realidades urgentes. Frente a estas situaciones hemos destinado muchos esfuerzos en poder curar a las personas cercanas. Cabría preguntarse ahora, si una vez finalizado el tiempo de curar, ha llegado el tiempo de cuidar.
Deberemos recuperar hábitos perdidos como abrazar, hablar, encontrarse… También acariciar con delicadeza las sensaciones de los reencuentros. Así mismo, tomar conciencia de las heridas generadas en estos meses de pandemia, y estar dispuestos a cuidarnos, dejar cuidarnos y cuidar. Llega el tiempo de sustituir el esfuerzo realizado por muchas personas durante meses, para asumir el protagonismo en esta lucha contra la pandemia.
Por ello se hace necesario introducir la creatividad en nuestras relaciones, buscando el recrear los lazos que se han distanciado por el imperativo de la realidad. Esto supone reforzar nuestros vínculos a través de dar tiempo de calidad a las relaciones que nos configuran. Con esa voluntad deberemos recuperar la presencia y la esencia del reencuentro. Cuidar supone estar disponibles para los que tengo más cercanos. Es a través de la sencillez y la complicidad que fortaleceremos aquellos lazos que la pandemia ha separado. Necesitamos del cuido amoroso de las palabras, expresiones y signos para restablecernos. Es necesario dar un salto cualitativo en las relaciones de estos últimos meses. La tecnología ha permitido comunicarnos, pero ahora deberemos regalar abrazos, caricias y miradas que expresen lo que las pantallas no han permitido.
Si la pandemia ha sido enfrentamiento repentino con la fragilidad y vulnerabilidad, este es el momento de reponernos de la soledad y el aislamiento que hemos vivido en mayor o menor medida. Por ello tendremos que seguir construyendo, asumiendo los límites reconocidos en tiempo de pandemia, para conducir nuestros deseos hacia una realidad que ahora vemos incierta. A tal efecto acompañaremos las nuevas ilusiones cuidando con tiempo y verbo los siguientes pasos a realizar. Seguiremos creyendo con fidelidad que la realidad se vive desde el cuido del SER en toda su plenitud.