Por: Josep M. Forcada Casanovas
Barcelona, junio 2021
Foto: Pixabay
Son dos elementos básicos del «mundo» emocional. A veces se simplifican ambos con la frase «del amor al odio hay un pequeño paso». Cierto que fácilmente se mezclan. El amor profundo compromete a quien ama para conseguir una relación empática. El odio es más alocado, no se necesita gran cosa para odiar. Viví una pésima experiencia, conocer a un exsicario de la Venezuela de los años 1965-70, que había sido un pistolero a sueldo, que cuando tenía menos de veinte años realizó varias fechorías. Fue difícil demostrar estos hechos por lo que pasó pocos años en la cárcel. Alguien le hizo comprender que era una barbaridad matar por la espalda y le convencieron que no podía odiar a estas personas que agredía y que no las conocía. Decía que pagaban bien. Explicaba que lo que no podía hacer era ver la mirada de la víctima, así de frío. Le enseñaron que aquellos jóvenes que había agredido «se lo merecían, ellos y sus familias». Este es un relato terrible, pero nos preguntamos: ¿Qué es lo que sucede en la guerra? Se desconoce las personas, las víctimas son meros enemigos a eliminar y en las guerras cuantas más eliminas mejor. A todo eso, se debe añadir el destruir viviendas o lugares de trabajo, es decir, arrasar cuanto más mejor. Las consecuencias, ya las arreglarán después.
Reconozco que lo que estoy escribiendo es horroroso. ¡Es tan contrario a la paz y al bien de los humanos! El cinismo de hacer ver que no te importa que estás eliminando seres humanos, y de lo que se dejará atrás, especialmente a los que no mueren: esposa, esposo, hijos, hijas, padres, madres, hermanos, hermanas, amigos, amigas, etc. Tantos seres que acarrearan el dolor y la rabia de los perdedores, aunque los vencedores sean tan anónimos como puede ser una bala perdida o una bomba, o un artefacto atómico, un misil, un veneno intencionado…
Hay una ley horrorosa que es bendecida por muchas creencias, códigos penales, tribus, etc., es «el ojo por ojo, diente por diente». Dicen que es de origen sirio, pero muy usada en el mundo occidental y adoptada por la ley del Antiguo Testamento. Hay otra tan cruel como «divide y vencerás». Quizá en este se nota menos la malicia de la frase.
Es terrible la actitud de crear enemigos para odiarlos y vencerlos, así los puedes focalizar, sea como sea y que todos puedan ensañarse fácilmente también con las futuras víctimas.
¿Por qué titulo el artículo «amor y odio»? Sencillamente porque estamos viviendo en países «civilizados» donde sutilmente a menudo se ejerce una labor ideológica de crear enemigos a vencer, ya sean del pasado como del presente, a escala personal, familiar, regional, mundial, para justificar la guerra, para robar vidas y la felicidad, parar destruir relaciones de pareja, etc. Es muy diversa la creación de odios. Pensemos en la misma violencia de género, en que frecuentemente se trata de desvirtuar, despreciar, sentir como enemigo al otro. En este caso, además confluyen muchos problemas de índole psicológica.
Para amar de verdad, no platónicamente –que es un juego imaginativo que se puede calificar de bueno– se trata de conocer a fondo las personas, aunque sea a distancia. Pero en el afecto directo a las personas, también se deben amar las circunstancias de cada uno como dice Ortega y Gasset. Se trata de amar a fondo lo bueno y lo menos bueno o, incluso, reconocer lo malo y el entorno de los seres que uno quiere apreciar. Y añadiría reconocer y amar el pasado. ¡Cuántas cosas pasan en la vida de las personas, de las familias y de los pueblos que unas nos gustan y otras no!
Es obvio que hay que educar para rechazar el odio, pero también ha de ser obvio educar para la amistad, es decir, para lo positivo y para el bien social. Ayudar a elaborar el bienser y el bien hacer personal. Hoy no está de moda, muchos te tachan de «buenista». Amar platónicamente puede llegar a ser un sutil engaño porque no compromete a quienes odian platónicamente.
Aboguemos por el gozo de conocer a quienes queremos amar e incluso a quien desea amarnos. Quizás esto se aprende de verdad cuando se es maduro, pero desgraciadamente se llega tarde. Seguro que el amor con todas sus facetas y consecuencias, si es limpio, llegará a ayudar a entender el pasado y el presente de las personas y así andar adelante. La mirada atrás con comprensión no te hará daño, incluso, podrás perdonar las barbaridades y estupideces del pasado i podrás gozar del bien.