Necesitamos líderes
Por: Pere Reixach
Especialista en Estudios del Pensamiento y Estudios Sociales y Culturales
Octubre 2021
Foto: Pixabay
Necesitamos líderes que nos ayuden a salir del laberinto que nos toca vivir, donde los eventos son dinámicamente cambiantes, siempre sorprendentes y condicionados por la multiplicidad de fuerzas que expresan la ambigüedad de la realidad. El clamor de esta necesidad resuena en todos los ámbitos sociales (empresariales, laborales, políticos, religiosos, asociativo, etc.).
Sin embargo, las pocas respuestas suelen ser mediocres, ancladas generalmente en la visión piramidal de las organizaciones, en el individualismo que busca el éxito y el lucro personal, utilizando los mecanismos del poder recibido, basados en el binomio «premio/castigo» que busca subordinados, en lugar de colaboradores.
Warren Bennis, llamado por la revista Forbes, como el «decano de los gurús del liderazgo» nos recuerda: «Me di cuenta inequívocamente que el liderazgo de arriba abajo no solo era equivocado, poco realista y se adaptaba mal, sino que además era peligroso».
El mito El Llanero Solitario que realiza grandes hazañas, ha pasado a la historia. El mismo Warren Bennis nos ilustra con un poema del dramaturgo marxista Bertolt Brecht Preguntas de un obrero (fragmento): «¿Quién construyó la ciudad de Tebas de las Siete Puertas? / Los nombres de los Reyes están escritos en los libros / Fueron los reyes que arrastraron los bloques de piedra? / Y Babilonia, tantas veces destruida. / ¿Quién la reconstruyó de nuevo, tantas veces?»
El nuevo líder trasciende al pensamiento único económico y se enmarca en lo necesario, imprescindible proceso de humanización. Por la fiesta de la Diada, la prensa publicaba un pensamiento del maestro Pau Casals, bastante elocuente: «Somos hojas de un mismo árbol y el árbol es la Humanidad». La meta del nuevo liderazgo es la humanidad y cómo ayuda a la promoción humana. Sin embargo, ¿cómo seremos más humanos?
La filósofa catalana Marina Garcés nos dice que «somos humanos en la medida en que podemos elaborar personalmente y con los demás la vida como un problema común. Nos sentimos humanos no cuando tenemos soluciones para todo, como pretenden que hagan las máquinas, sino cuando podemos decir: De esto me puedo ocupar, de eso nos podemos ocupar» (Humanidades en acción).
Este ocuparnos, significa salir del individualismo, de las zonas de confort y arremangarse en pro del bien común. Este es el liderazgo anónimo, pero real. Sin embargo, dentro del grupo deberá surgir alguna persona, sea por vocación o por preparación, que pueda decir, después de escuchar a sus miembros: «Nos conviene ir hacia aquí!» y fijar unos objetivos idóneos, medibles y asequibles. Será necesario que el jefe de equipo tenga unos conocimientos básicos de los comportamientos de los grupos y de las personas. También adiestrarse en el tratamiento y la aplicación de algunas técnicas y estrategias.
Martin Seligman, considerado uno de los padres de la psicología positiva, nos dice que todos y cada uno de nosotros llevamos en el interior alguna de las semillas que han conducido a la humanidad desde siempre y que reencontrarnos con alguna de ellas es un camino de anhelos e ideales. En su libro La auténtica felicidad señala seis: Sabiduría y conocimiento. Valor. Amor y humanidad. Justicia. Templanza. Espiritualidad y trascendencia.
Quien se identifica con alguna de ellas y la fija en su pensamiento como gran logro para liderar un mundo mejor, debe impregnarse de lo que dice el director de cine Fernando Birri: «La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más. Por mucho que camine, nunca llegaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Pues, sirve para caminar» (Revista Valors, Setiembre 2021).
Necesitamos líderes honestos, democráticos, con espíritu de servicio, competentes y con un hito utópico en el horizonte.