Josep Just Sabater
Poeta
Foto: Pixabay
Fecha de publicación: 2 de febrero 2023
El vocablo ‘creativo’ funciona tal vez como el adjetivo que incluso asociamos con lo que somos capaces o estamos dotados para hacer en clave innovadora, positiva y fructífera. A pesar de que uno también puede ser creativo con acciones de matiz negativo que persiguen, expresamente o no, el perjuicio ajeno en beneficio propio, o simplemente por puro y crudo sadismo.
Para ser creativos y avanzar es necesario emprender acciones que, procurando satisfacer una aspiración personal del cariz que sea y en el terreno que proceda, tienen en cuenta el bien y el interés del otro, o al menos no lo ignoran, desestiman ni subestiman.
Al fin y al cabo, podemos preguntarnos: ¿de qué sirve que uno avance todo lo posible si no le importa ni poco ni mucho dejar a los demás atrás o que se queden? En esta línea de reflexión, cualquier acto genuinamente creativo comporta un cierto grado de solidaridad y co-implicación con el destino y la suerte o desdicha de los demás. Y me atrevería a decir que especialmente con los más desfavorecidos, desvalidos y los sin voz. Y con muchos menos recursos, herramientas y medios para avanzar. Si es que disponen de alguno. En otras palabras, los actos creativos tienen o deberían tener un componente ético y social muy concreto.
La creatividad está siempre abierta y orientada a alguna realidad que se desea cambiar, transformar, descubrir o cuestionar. Y por lo tanto, toda acción creativa contiene una intencionalidad implícita de crítica y un ánimo y actitud de descontento e inconformismo frente al estado de cosas existentes.
Casi todo el mundo a su manera puede ser creativo, en mayor o menor medida, al menos en lo que se refiere a la habilidad de elegir entre dos o más opciones y tomar la decisión correspondiente ante una situación determinada que presenta retos inesquivables a su vivir.
Se podrá tener o no la sensación de que avanza a base de ir realizando posibilidades. Pero seguro que no aceptará sin más el hecho de que cuando le toque encararse a algún dilema y encrucijada existenciales y tenga que actuar para alcanzar un hito incierto, puede acabar autoengañándose respecto a sus expectativas y aptitudes reales para avanzar y conformarse con vivir de ilusiones.
Comúnmente se tiende a pensar que la creatividad es exclusiva de las actividades o dedicaciones artísticas vocacionales y/o profesionales. Y también, que es más propio de las investigaciones, estudios y descubrimientos científicos y tecnológicos. Pero no menos cierto es que para ser creativo no es necesario tener un talento o don especial para las artes ni para las ciencias ni para nada. Y a propósito de nada, cabe decir que nadie es libre ni plenamente creativo a partir de la nada.
Por otra parte, cuando calificamos la obra de alguien de original (entendido tal concepto en su significado más amplio), fácilmente obviamos que, en rigor, el origen de dicha obra es anterior a esta y a su autor. Con esto vengo a decir que la fuerza inspiradora que consideramos motor generatriz de una tarea original ‘nace’ mucho antes de que nosotros hayamos intuido y captado su espíritu, origen de todo lo que somos y móvil y sentido de lo que hacemos. Probablemente en cada acto creativo, por insignificante que parezca y por desapercibido que ocurra, late el anhelo íntimo de revelar humildemente su verdad.
Actualmente, ante las desigualdades de todo tipo que van creciendo en relación inversamente proporcional a la acumulación de grandes fortunas y de dominio económico y tecnológico, se hace más necesario que nunca apostar por ser creativos -tanto en el ámbito individual como en el colectivo- y avanzar de otra forma y en otra dirección que apunte a revertir las tendencias e instintos depredadores de aquellos que ponen en último término el bienestar de las personas, el equilibrio de los ecosistemas, la calidad ambiental y la biodiversidad.
Ser creativos para avanzar en actitudes, hábitos y pautas de conducta. Y en definitiva, marcos mentales y ético-sociales que prioricen el decrecimiento compensado y sostenible en todos los ámbitos de relación, intercambio, transacción, gobernanza y gestión en el reparto equitativo de los bienes y recursos planetarios. Llegados aquí, no se me ocurre otra forma creativa de avanzar humanamente.