Pilar Mariné Jové
Psicóloga especialista en clínica
Foto: people-1492052_1280 (Pixabay)
Fecha de publicación: 14 de julio de 2025
El fatalismo y la queja son patrones mentales que pueden quedarse atrapados en ciclos poco productivos.
Hay algunas estrategias que nos pueden ayudar a reaccionar de manera favorable:
– Cambia el foco mental: En lugar de concentrarte en lo que va mal o no puedes controlar, dirige la atención hacia las acciones concretas que sí que puedes tomar. Pregúntate: ¿Qué puedo hacer hoy, por pequeño que sea, para mejorar esta situación? Este cambio de enfoque te da poder personal.
– Practica la gratitud activa: No se trata solo de pensar en cosas buenas, sino de reconocer activamente los aspectos positivos de tu día. Puede ser tan simple como valorar un café caliente o una conversación agradable. Esto reentrena el cerebro para detectar oportunidades en lugar de problemas.
– Convierte las quejas en acciones: Cuando te encuentres quejándote, párate y reformula: En lugar de decir que ‘esto es terrible’, ¿qué puedo hacer para cambiarlo? Si no puedes cambiar la situación externa, puedes cambiar como respondes o qué aprendes de ella.
– Cultiva la responsabilidad personal: El fatalismo a menudo nace de sentir que no tenemos control. Identifica las áreas de tu vida donde sí que tienes influencia –tus decisiones diarias, tu actitud, tus relaciones– y actúa con conciencia sobre ellas.
– Rodéate de perspectivas constructivas: El entorno social influye mucho en nuestra mentalidad. Es importante buscar personas que afronten los problemas con esperanza y acción, en lugar de aquellas que refuerzan el pesimismo.
– Limita la exposición a noticias negativas: Estar constantemente expuesto a noticias alarmantes puede aumentar la ansiedad. Establece límites en el consumo de medios y busca fuentes fiables y equilibradas.
– Aprende a gestionar el estrés: Técnicas como la meditación, la respiración profunda o el mindfulness pueden ayudar a reducir el estrés y mejorar tu capacidad para afrontar retos.
– Rutina saludable: Dormir bien, hacer ejercicio regular (libera endorfinas) y una dieta equilibrada mejoran la resistencia al estrés. La clave de estas estrategias está en la consistencia: estos cambios requieren práctica diaria, pero con el tiempo se convierten en nuevos hábitos mentales más saludables