Reseña 257 Cena Hora Europea
Fotografía: Esther Borrego
Fecha de publicación: 16 de diciembre de 2025
El jueves 27 de noviembre, el Ámbito María Corral celebró la 257 Cena Hora Europea, con la pregunta de ¿Cómo influye el mundo exterior hacia la interioridad humana? El presidente del Ámbito, Josep M. Forcada, dio la bienvenida a los asistentes y Montserrat Puigbarraca, moderadora de la Cena, presentó el tema partiendo de la idea de que el ser humano es exterioridad, que no significa superficialidad, y que los factores exteriores que vive cada persona influyen en la formación de la propia interioridad.
La primera intervención corrió a cargo del profesor David Álvarez Martín, doctor en Filosofía, diciendo que lo humano, como entidad biológica, es una determinada cadena de ADN, con los mismos elementos que el resto de todos los seres vivientes del planeta, en una combinación particular. Por tanto, estamos conectados sustancialmente con todas las generaciones de seres vivientes precedentes y los actuales por el simple hecho de existir. Cada uno de nosotros es una variante única de los millones posibles que pudieron existir si otro espermatozoide hubiera fecundado el óvulo, o si hubiera sido otro óvulo el fecundado. La tendencia a definir al ser humano exclusivamente en términos biologicista conduce a diversos reduccionismos que no expresan la amplia y compleja riqueza de lo que es una persona, obviando los rasgos fundamentales que nos identifican en cuanto a humanos como lo son la libertad, la lucidez y la capacidad de amar.
Con el nacimiento estamos integrados en un sistema cultural, y es en el seno de ese tejido social humano donde la persona como individuo se articula y desarrolla en los primeros años de vida. Nacemos dentro de una estructura cultural, que es el sistema de lengua, valores, creencias, normas y prácticas que rige a una sociedad o grupo. En términos filosóficos, la argumentación cartesiana erra en su fundamento de la conciencia humana, y con ella toda la modernidad, ya que somos y nos constituimos, no desde el cogito, sino desde el otro.
Nuestra conciencia, nuestra interioridad, el ego o yo se fundamenta en el hablar de nuestra madre, en sus palabras. Nuestras neuronas se articulan en su individualización por quienes nos hablan estos primeros meses y años. De la riqueza del vocabulario, de las expresiones usadas al hablarle, incluso de la lógica y la emotividad de lo que se dice al niño, se articulará la base de lo que será pensamiento, expresividad y comunicación. En las narraciones identitarias fluyen constantemente dos procesos opuestos y complementarios a la vez. Por un lado, la afirmación de nuestra pertenencia al grupo, a la cultura, donde nos articulamos y, por otro, procesos de diferenciación de los otros grupos culturales. Lo que resulta un proceso natural puede convertirse en formas patológicas sociales como el racismo, la xenofobia, la homofobia, la aporofobia, despotismo o la misoginia. Ninguna identidad personal ni ninguna estructura cultural es superior a otra, pero en toda cultura deben evaluarse aquellos aspectos que niegan la dignidad humana.
Nuestra interioridad está articulada desde el exterior y pide escuchar y responder. La alteridad nos forja elaborando constantemente y de forma crítica la narración de quienes estamos en la tensión permanente entre lo que nos identifica y lo que nos diferencia de los demás, sin degenerar en chovinismo, egocentrismo o actitudes integristas, sobre todo en política o religión. Lo interior es un vacío que se llena, toma forma y se hace palabra y voluntad de lo que recibe del exterior y de las múltiples maneras a lo largo de nuestra existencia.
A continuación, el empresario y licenciado en Historia, Josep Oriol Jorba Costa, inició su aportación citando a diferentes autores en los que sus obras tratan temas humanos, como la pobreza, la destrucción masiva geopolítica, la peste blanca, la paz, el valor de la vida en nuestros días, sobre el amor a lo largo de la historia de la humanidad. Describió la situación actual y preocupante de tantas desigualdades que afectan a la exterioridad.
Decía que todavía hay 1.500 millones de personas que pasan hambre y citó a dos líneas, la FAO que depende de la ONU, el Foro Mundial de Alimentación y la Bolsa de Chicago, donde se determina cuanto subirá el precio del trigo en Catalunya. También hizo referencia a las políticas agrarias, grandes plantaciones y producciones agrarias extensivas. La realidad de la malnutrición, de madres famélicas que se les muere el niño. Hay un hecho, que un 19% de la población está pasando hambre y muere de hambre. Precisamente, después de la Primera Guerra Mundial, en el Tratado de Versalles se dijo que esto no ocurriría nunca más, y al cabo de treinta años, estalla la Segunda Guerra Mundial. Resaltó que detrás hay una causa patológica.
Citó la región de Kivu, en el norte de la República Democrática del Congo, próxima a Ruanda, donde hacen extracción de coltán, un material de primera necesidad para las industrias de alta tecnología y concretamente por los aparatos móviles, y las personas que trabajan en las minas viven una situación de esclavitud. Esto está ocurriendo en pleno siglo XXI. Denominó a Deng Xiaoping que fue el artífice de la revolución social y económica más importante de la historia de la humanidad y que logró mejorar la vida de los obreros. Un obrero en Pekín cobraba treinta y tres yuanes y en diez años pasaron a cobrar trescientos y treinta y tres yuanes, y prácticamente un 75% de la población china dejó de pasar hambre.
Otra crisis es la de las grandes corporaciones, palacios de la injusticia, democracias falsas que son más dictaduras o gobiernos despóticos. Son embates del entorno inmediato. No existe un responsable. Martin Luther King decía que no le preocupaba tanto la perversidad de los malos como la pasividad de los buenos. Y Teilhard de Chardin afirmaba que no eres una criatura humana en una aventura espiritual, sino una criatura espiritual en una aventura humana. San Agustín, en Las Confesiones decía: «Ama y te querrán o serás querido». Si te han amado, si has sido amado, querrás. Si tu madre te ha amado, te ha valorado, si te has sentido protegido por tu padre y tu padre te ha conducido en la vida, tú podrás amar. Esta influencia exterior beneficia al interior humano.
Por último, la enfermera y cofundadora Inner Humnan Hub, Gemma Téllez Bernad, partió del hecho que somos seres relacionales, ya que somos gracias a los demás y todos somos responsables. Es necesario poner en valor la corresponsabilidad y el sentido de vivir porque aprendemos viviendo. No existe solo la inteligencia emocional, sino también la inteligencia espiritual. Esto es, la razón de ser, el propósito, la vocación.
Hoy en día existen unas inercias por la rapidez y la intensidad que hacen que nos desconectemos. Vamos desconectados de nuestra interioridad, de lo que somos, del entorno y de los demás. Ahora estamos en un cambio de época, existe un cambio de paradigma importante. El antiguo paradigma, ese más cartesiano, más biólogo y más mecanicista contemplaba a la persona como la parte física y no con todas sus dimensiones, ya que la persona es bio, psico, social, cultural y espiritual.
En su momento crearon la Casa del Ser y después el Inner Human Hub. El Hub tecnológico, el Hub humano intenta poner el foco en la importancia de ese cuidado de la interioridad y del desarrollo de la calidad humana. Vivimos en una sociedad muy ruidosa que genera una hiperestimulación y, además, vivimos hiperconectados tecnológicamente, dándose la paradoja de que humanamente estamos muy desconectados.
A veces, es mejor silenciarnos y hacer silencio. Byung-Chul Han describe la sociedad del cansancio y apunta que en las últimas décadas en las sociedades occidentales avanzadas se ha producido un cambio de paradigma en el que la anterior sociedad disciplinaria y en ocasiones jerarquizada, fundamentada con imperativos y prohibiciones externas, ha pasado a convertirse en una sociedad productiva. Nuestra sociedad productiva se fija en los años productivos de la persona, olvidando los extremos, desde la gestación, la infancia, la adolescencia, la juventud. Y la persona se siente como si formara parte de una cadena de montaje. Cuando cosifico al otro, como todo está interconectado, y el dentro está fuera y el fuera está dentro, también me estoy cosificando. Paradójicamente, Simone Weil proponía la posibilidad de una espiritualidad del trabajo y lo entendía como un sacramento que conectaba al ser humano con la creación y la creatividad.
Vivimos en una sociedad de la inmediatez. Estos ritmos, por supuesto, no son saludables para las personas. Y con los ritmos y velocidades que requieren lo esencial, como asegurar una buena calidad relacional, el cuidado de nosotros mismos y de los demás, la clave está en detenernos, escucharnos, silenciarnos, hacer momentos de cuidado durante el día. Son micromomentos de cuidado, que nos dé el sol en la cara, contemplar esa flor, esa sonrisa que nos regala el otro o ese gesto.
Luego hubo el coloquio con los asistentes a la Cena que permitió seguir profundizando en el tema de todo lo que recibimos del exterior que nos influye en la manera de cultivar la propia interioridad.









