Por Remedios Ortiz Jurado
Médico
Madrid, abril 2012
Foto: Aguascalientes
Las profesiones sanitarias, entre otras, permiten acercarse al dolor y al sufrimiento humano de una forma muy próxima, y es en esta relación de proximidad donde se percibe la diversidad de respuesta a estas experiencias, según las personas.
Ante esta realidad de fragilidad y vulnerabilidad humana, la buena voluntad no es suficiente. Es necesario desarrollar habilidades de comunicación interpersonal que aumenten la competencia relacional y permitan que el ejercicio de la profesión sea un encuentro de personas.
El encuentro humano que se produce en la relación del profesional sanitario con el enfermo es, en gran medida, el fundamento para hacer un diagnóstico global del origen de la enfermedad. Además, la comunicación interpersonal que se establece es ya un elemento terapéutico, de forma que el rol del sanitario puede ser terapia para el enfermo.
Por otra parte, no podemos olvidar que en este tipo de terapia relacional se produce un consumo y un gasto de recursos emocionales, de la misma forma que se consumen los recursos sanitarios técnicos. Se trata, pues, de una terapia en la que hay grados de calidad en la comunicación y se llega a un desgaste como consecuencia de la tensión y la fricción producida entre la atención al enfermo y los límites de la naturaleza humana, así como de la resistencia de la persona enferma y de los cuidadores. Por lo tanto, el profesional de la salud debe tener muy presente la fragilidad del enfermo y la propia impotencia como factores importantes de desgaste emocional, y plantearse la forma más adecuada de tratar al paciente en cada ocasión.
¿Cómo ayudar a una persona cuando sufre? ¿Con qué recursos contamos? ¿Cómo utilizarlos? Éstas son las preguntas clave que surgen en el momento de establecer la relación con alguien que vive una situación difícil. Para conseguir una relación eficaz y gratificante, el terapeuta debe desplegar unas actitudes y habilidades que exigen afinar el ejercicio de los sentidos:
Escuchar atentamente, sin juzgar, observando el lenguaje no verbal y manteniendo el silencio como acogida, sin llenarle de palabras vacías. Utilizar sólo la palabra clara y precisa para la comunicación, o bien la palabra que confiesa no saber qué decir.
Mirar al otro para transmitirle acogida, libertad, serenidad; utilizar la mirada como terapia, cosa que requiere disponerse a entrar en contacto con la propia vulnerabilidad y la propia fortaleza.
Tocar para prestar un servicio diagnosticando para acoger la fragilidad del que sufre, tocar para comunicar un afecto íntimo y empapado de gozo. El contacto corporal es terapia para el que no puede curarse.
Cada vez son más las instituciones y centros especializados en temas de salud que proponen la empatía como un trabajo obligatorio en el que deben ser educados y se tienen que ejercitar los profesionales de la salud para realizar con más calidad su tarea.
La empatía, entendida como la capacidad de comprender los sentimientos de otras personas, es un elemento que tiene un papel fundamental en este trabajo que conlleva exponerse a la proximidad de la enfermedad para tratar de curar cuando se pueda, consolar siempre y acompañar a bien morir.