Por Assumpta Sendra Mestre
Directora del Àmbit Maria Corral
Barcelona, abril 2014
Foto: http://cort.as/8xb3
El titular de una entrevista de La Contra de La Vanguardia que decía: «La violencia está en el aire: una mirada, un gesto…» me hizo leer el contexto de la respuesta, en la que la entrevistada, Mariana Rondón, cineasta venezolana, explicaba que en su película Pelo malo –el último premio del Festival de Cine de San Sebastián– muestra «la violencia implícita en una mirada, un gesto de una madre hacia su hijo…».
Esta es la trama de una película que presenta una historia dura, reflejo de la realidad. Cuánta violencia se respira si consideramos que se puede generar a partir de una simple mirada o de un pequeño gesto… ¿Cuál es la intencionalidad de estas acciones que pueden herir? Esto quiere decir que para ser violento o actuar de forma violenta no es necesario utilizar la fuerza física ni tener poder.
Sabemos que la violencia produce daño, tanto físico como psicológico, que puede afectar de muchas maneras porque hay de varios tipos: verbal, con un insulto o palabras que hieren; física, con gestos que hacen daño, puñetazos, bofetadas; sexual; familiar; doméstica; racista; criminal; terrorista, etc. Estos tipos de violencia se llaman violencia directa porque se perciben y se pueden obtener unos resultados de las brutalidades causadas por el ser humano.
También existe la llamada violencia indirecta, que no es tan evidente ni visible, pero está muy extendida y básicamente está provocada la economía; por ejemplo, el Tercer Mundo sufre la crueldad del hambre o el Cuarto Mundo vive grandes dificultades y un grado elevado de pobreza. Estas desigualdades entre el primer y el tercer o cuarto mundo también son consideradas violencia.
Hay muchos colectivos implicados que trabajan precisamente por lo contrario: a favor de la no violencia para favorecer a la persona insultada, agredida, humillada, manipulada… Precisamente la violencia quiere imponer y forzar. Cuando la persona es violentada necesita un apoyo para sentirse respetada, acompañada, valorada, aceptada… y por eso hay que potenciar al máximo el trabajo a favor de la no violencia. Gandhi, el gran referente, reconocía que no hay nadie completamente libre de violencia, ya que es una característica innata del ser humano, predispuesto a la agresividad.
Es bien conocido el Triángulo de la Violencia anunciado por el sociólogo noruego Johan Galtung, en el que en cada vértice presenta un tipo diferente de violencia: la directa, la estructural y la cultural. La directa son los efectos generados por la violencia y la guerra; la estructural es la originada por la desigualdad y la injusticia que proviene de la propia estructura de la sociedad, y la cultural es la que toma diferentes aspectos de la cultura para justificar la existencia de los dos tipos de violencia anteriores. Ante esta realidad, Galtung propone las 3R: reconstrucción, reconciliación y resolución.
Las 3R pretenden enfrentarse a la violencia y son una propuesta significativa a tener en cuenta, desde lo insignificante que puede llevar a una actitud violenta, hasta la situación más grave de una guerra. Las 3R son tres acciones que pueden beneficiar al ciudadano y a tantos colectivos grandes y pequeños, e incluso a los gobernantes que pueden hacer uso de ellas. Estas tres acciones llevan el prefijo re- que supone una nueva mirada serena con la posibilidad de construir, conciliar y solucionar de nuevo cualquier acontecimiento que haya provocado violencia.
Ante esta realidad se propone respirar un aire sano que sea beneficioso para todos y portador de elementos significativos que faciliten la convivencia. Se constata que hay muchas situaciones difíciles y complicadas que generan diferentes grados de violencia y que las personas que son sus protagonistas caen en un círculo vicioso de crear más violencia. Se impone una parada para situarse de nuevo ante cada escenario para buscar estrategias contra la violencia. La sociedad es cómplice de la realidad que se vive, porque todos respiran el mismo aire.