Por: Rocío Muñoz Montes
Àmbit Maria Corral
Barcelona, mayo 2016
Foto: Margarida Amigó
El pasado jueves 21 de abril, el Ámbito Maria Corral realizó el 219 Cenar Hora Europea para hablar sobre un tema de debate y actualidad: la hiperconexión y lo cómo poder humanizar la comunicación.
Miquel Àngel Prats, profesor titular de Tecnología Educativa de la FPCEE Blanquerna, inició su aportación leyendo Carta de amor a mi odiado móvil de Carles Capdevila. Puso encima de la mesa una serie de cuestiones muy críticas del momento que se vive actualmente en las escuelas y los hogares. Compartió un único mensaje sobre las nuevas tecnologías que tiene que ver con el lema: «menos es más». Habló del minimalismo en la conducta humana: «no siempre más opciones suponen más bienestar», puesto que a partir de un cierto umbral puede restar y producir efectos nocivos. Tener menos opciones nos hace más felices. Trató cinco cuestiones en las que el hilo conductor es este lema. La primera cuestión: nuestros niños y adolescentes son denominados por muchos de nuestros expertos nativos digitales, es decir, niños que han nacido y vivido rodeados de tecnología. Pero más que nativos son huérfanos porque les faltan puntos de referencia para poder utilizar la tecnología de forma correcta. Segunda cuestión: vivimos infoxicados porque tenemos muchos recursos para encontrar información, pero estamos menos informados y más manipulados. Por lo tanto, es necesario poner criterio a la hora de trabajar con el exceso de información. Tercera cuestión: cuanto más grandes y adultos somos, más criterios tendríamos que tener para dar ejemplo a los niños y adolescentes. Cuarta cuestión: cuanto más avanza la tecnología, nos pensamos que somos más libres, y precisamente la tecnología nos pone grandes retos y dilemas éticos. Y quinta cuestión: la tecnología genera una paradoja, nos puede hacer sentir muy cerca de aquellos que están muy lejos, pero nos puede hacer sentir muy lejos de aquellos que están muy cerca. «Hay que conectar menos los aparatos para conectar más con las personas».
Josep M. Carbonell, decano de la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna de la URL, comentaba que estamos en un tiempo de gran incertidumbre porque vivimos unos cambios de gran profundidad como consecuencia de la tecnología de la información. Nicholas Negroponte, afirmaba que la digitalización comportará cuatro procesos: la globalización del mundo en muchos sentidos, la armonización del mundo por el lenguaje binario (1 y 0), la descentralización que ha permitido que mucha más gente llegue a la capacidad de comunicarse y, finalmente, el apoderamiento, que permite tener más medios para ejercer nuestra responsabilidad. También, habló de «la autocomunicación de masas» que aparece con Internet y la digitalización, en que un emisor puede determinar un grupo de receptores y entre ellos comunicarse. Este concepto explica las redes sociales, que es el factor importante de los últimos años en el ámbito de la comunicación. Hemos empezado un proceso de transformación del mundo en que las tecnologías de la comunicación tendrán un papel muy importante. Para finalizar, respondió las preguntas planteadas en el díptico: ¿Cómo lo hacemos para humanizar la comunicación? Lo más preocupante es la dispersión que comporta estar en tres pantallas a la vez. Después el ansia de la hiperconectividad, puesto que si no se está conectado parece que falta algo. Y la obsesión por la inmediatez porque tenemos que saber todo lo que pasa en el momento. Ante esto, para humanizar la comunicación hay que establecer normas, hay que promover la educación y hay que trabajar a fondo con la ética de la era digital. «Un buen comunicador tiene que saber leer y haber leído, saber escribir y saber argumentar».
Leticia Soberón, psicóloga y cofundadora del Innovation Center for Collaborative Intelligence, habló de la interacción con aquel exocerebro que nos acompaña: el móvil. La hiperconexión se entiende de dos maneras. Por un lado, el flujo de información entre el individuo y los otros a través de dispositivos digitales. Por otro lado, la interlocución constante con todo tipo de personas, niveles de relaciones, amigos o conocidos. Para nosotros, nuestra capacidad de gestionar datos y de mantener una comunicación significativa con otras personas es un desafío. También habló del mito de la multitarea, nacida de la multiplicación de las pantallas. Se tiene que ver la vida con la medida de la persona porque no todo lo que la tecnología nos permite lo podemos hacer sin tener costes. Nos es difícil centrar la información en cada ítem, puesto que los datos se acumulan, las respuestas son erráticas e impredecibles, nos encontramos desconcertados y recuperar la información es difícil. La tecnología digital ha potenciado mucho la capacidad de participación social, de aprendizaje, pero tenemos que aprender a utilizarla y gestionar los límites. Por lo tanto, recomendó usar un «filtro» para seleccionar la cantidad y calidad de información y de las personas con las que nos relacionamos digitalmente. Sugirió hacer una dieta informativa y una conectividad prudente a medida de la persona, porque no podemos consumir toda la información accesible. Hay que prestar atención para poder interpretar y comprender lo que nos dicen. Pero, el significado de la información lo tenemos que hacer nosotros. En definitiva, es necesario el diálogo significativo, que enseña y ayuda a tener puntos de referencia.
La Cena concluyó con un coloquio con aportaciones por parte de los participantes que compartieron sus experiencias e hicieron preguntas para conocer las opiniones de los ponentes.