En esta cena proponemos, a pesar de tantos hechos que provocan infelicidad, pistas de cómo podemos vivir de verdad la felicidad. Los humanos tenemos esta capacidad de manera innata, pero hemos de saber qué queremos decir cuando hablamos de felicidad. No se trata de un estado de euforia emocional que estalla en el cual el placer ocupa un lugar prioritario. Verdaderamente en la felicidad hay placer, pero es desde una vertiente de gozo en la cual la persona es capaz de sentirse bien en su existir de cada día.
Es necesario ser conscientes que hay una serie de recursos humanos que facilitan situar los niveles de aspiraciones y deseos de manera adecuada a las posibilidades de ser de cada uno. Por eso, a pesar de tanto sufrimiento provocado por situaciones adversas como la pobreza, la guerra, la injusticia, la enfermedad, etc., hemos de intentar sacar provecho de cada momento de nuestra vida y recorrer a lo más profundo de nuestro ser para hacer surgir aquella paz interior, necesaria para no hundirnos y seguir adelante. Es necesario saber seleccionar las actitudes positivas para incorporarlas al propio funcionamiento y también la capacidad de alejar las actitudes negativas que causan infelicidad.
Para vivir la felicidad es condición necesaria no desearla a largo término, es decir, no esperar que te toque la lotería, sino que es hoy y ahora que uno ha de luchar para hacerla presente a pesar que las condiciones sean adversas. También en el camino de la vida es necesario prever los tropiezos que se nos puedan presentar. Todos conocemos aquel pasaje del Evangelio que recuerda el que edifica una casa sobre la arena y que un aguacero se la lleva, o aquel jefe del ejército que ha de emprender una batalla y no calcula las propias fuerzas ni las del enemigo: el fracaso está asegurado. Pero la lección del fracaso o del éxito se ha de poder aceptar con dignidad.
Es necesario entender la felicidad como un proceso de pacificación interior que no viene por sí solo, sino que requiere una profunda consciencia a la hora de revisar lo que somos, lo que hacemos y cómo lo hacemos. Eso pide madurez humana para gestionar la serenidad y la fortaleza. El psicólogo Bernabé Tierno escribía en referencia a la felicidad, que es necesario tener una verdadera estima hacia uno mismo. Destaca que «en primer lugar es necesaria la autoaceptación, y la estima y la aceptación de los demás». Insiste que es necesario tener «verdadera alegría de vivir para amar y ser amado». Cita una serie de actitudes que posibilitan el vivir la felicidad: la seguridad que ha de tener la persona para sentirse válida haciendo lo que tiene que hacer; la tranquilidad para no perder la paz interior; el no quejarse de las cosas irremediables, y el no sufrir por lo que hubiera podido ser. El beato Ramon Llull en su tratado sobre la alegría, básica para sentir la felicidad, la atribuía a tres motivos: «porque Dios existe, porque yo existo y porque los otros existen».
¿Gestionamos bien nuestro tiempo para poder saborear la realidad que nos toca vivir? O bien, ¿tenemos angustia porque tenemos que realizar tantas y tantas cosas que nos quita la posibilidad de tener paz que genere felicidad?
¿Somos suficientemente capaces de re-pensar los pros y contras de nuestras acciones para no cerrarnos sólo en los aspectos negativos? ¿Por qué no hacer un ejercicio sereno de pensar más en los hechos y las actitudes positivas ante la realidad? ¿Se puede educar para ser feliz?
En un mundo lleno de excesos, especialmente de ambición, quizás conviene recuperar la pobreza de entender que en las pequeñeces de la vida también se encuentra la felicidad. Quizás no se nos ha educado suficientemente a «bien ser» en la vida.
Josep M. Forcada Casanovas
PONENTES:
Ramon V. Albareda. Psicólogo. Director de ESTEL, centro de crecimiento personal
Simón Batlle Blanco. Ingeniero de caminos, canales y puertos
Esther Borrego Linares. Trabajadora social
Mireia Cabero Jounou. Psicóloga y psicoterapeuta. Sociodirectora del Institut per a la Felicitat.
MODERADOR:
Josep Lluís Socías Bruguera
Miembro de la junta de l’Àmbit Maria Corral