El pasado martes 20 de abril el Àmbit Maria Corral y la revista RE, edición en catalán, organizó un nuevo diálogo de reflexión, esta vez, con el profesor Marian Baqués Trenchs para hablar sobre el último monográfico de la revista RE que trata sobre Pobresa i Pobreses y su entrevista «Aprendre, pensar, viure… és un procés».
Empezó su intervención explicando el cuento El vestit nou de l’emperador, ilustrado por Pilarín Bayés, que relata la historia de un emperador obsesionado para mostrar su poder, lo engañan y le prometen hacerle un traje con una tela invisible a los ojos de la gente ignorante, cuando el emperador hace un desfile para enseñar el traje a los súbditos, un niño delata su desnudez. Con este cuento quería tratar el tema de la pobreza, no la sociológica, sino aquella inherente a la condición humana.
Hizo referencia a la editorial de la revista RE: «Ir a fondo del significado de pobreza y darse cuenta que a pesar de ser rico en todo, la persona sigue siendo pobre es sorprendente. Pero, la pobreza es mucho más, ya que el sentido que queremos dar es el de la pobreza como una vivencia que hay que reconocer y que afecta a la persona. Es una pobreza capaz de entender la debilidad humana para abrirse a nuevas formas de comprender la vida desde una actitud humilde que nos hace conscientes que no podemos con todo, a pesar del esfuerzo personal y la propia inteligencia.» Marian afirmó que: «Salimos del vientre de la madre, desnudos, sin nada. Nacemos radicalmente desvalidos. Nos tienen que vestir para protegernos; nos tienen que acompañar para irnos construyendo una personalidad que nos ayude a estructurarnos por dentro. Vamos creciendo vestidos y acompañados. Nos vamos haciendo vestidos y acompañados. Lentamente va formándose dentro nuestro una personalidad que nos enriquece, que nos da un sentido como miembros activos en esta vida. Nos valida. Necesitamos construirnos desde dentro, no desde fuera. La riqueza nos nace de dentro.»
Explicó que: «Los humanos podemos representar un rol que los otros saben que no corresponde a la persona, pero le van siguiendo el juego, hacen ver que se lo creen. Aquel “Vivir como sí…”, aparentar. Mientras tanto, el protagonista necesita proveerse de vehículos, casas, ostentaciones por encima de las posibilidades reales, títulos… O bien discursos grandilocuentes, hinchados, petulantes, que disfrazan la más vacía e impotente esterilidad. Un tipo de narcisismo, si no es que esconde la desvergüenza de quien mira solo en beneficio propio. “Y tan pobres como somos”, de nuestro Salvat-Papasseit.»
También hizo referencia al artículo de Josep Just Sabater: «Haría falta no confundir la pobreza de espíritu con la pobreza en el espíritu». Los pobres de espíritu no van a ninguna parte. Jesús habla de pobreza en el espíritu. «Bienaventurados los pobres en el espíritu», proclama Jesús, o, si queréis «bienaventurados quienes tienen espíritu de pobreza».
Comentó su descubrimiento de Henry David Thoreau –pionero que entre el 4 de julio de 1845 hasta el 6 de septiembre de 1847 vivió solitario en una cabaña al lado del lago Walden– y del libro Walden o la vida en los bosques, «todo un deje anarquista, utópico, romántico pero básicamente un defensor de la naturaleza»: «Es una cuestión interesante hasta qué punto los hombres conservarían su rango si se quitaran las vestiduras. ¿Podríais, en este caso, decir con certeza qué compañía de hombres civilizados pertenecía a la clase más respetada?»
También dijo que: «Podríamos entrar en otras divagaciones sobre la pobreza y contestarnos la pregunta: “¿Qué puedo hacer yo para ser menos pobre?”. La más radical pobreza personal es, seguramente, la falta de sentido en la vida. Personas, la vida de las cuales, no tiene ningún significado. Pienso que todas y todos entendemos qué quiere decir que nuestra vida tenga un sentido. ¿Por qué pasa esto?». Con Begoña Román dio respuesta a qué podemos hacer: «Hay que trabajar así políticas de reconocimiento recíproco, ya que la autoestima, la autoconfianza y el autorespeto quedan menguados por años de exclusión y sufrimientos que han podido provocar resentimiento, humillación, desconfianza. Aun así, la creación de capacidades precisa de vínculos sólidos (de aquí viene solidaridad).»
También habló de la vulnerabilidad de los niños e hizo referencia al artículo de Anna-Bel Carbonell: «Un niño tiene que poder vivir feliz, rodeado de fantasía y de realidad a la vez. Necesita aprender jugando y jugar aprendiendo, crecer queriendo y querer creciendo. Sentirse acompañado pero no invadido; seguro y con las necesidades primarias cubiertas. Y estas son las carencias que están sufriendo la mayoría de los niños actualmente, y más especialmente los de las familias con menos recursos.»
Acabó explicando una conversación con la dibujante Pilarín Bayés: «Entre otras cosas me explicó el caso de un hombre siempre muy ocupado que se vio obligado a pararse en un pueblecito suizo que domina un espléndido valle. Preguntó a la persona que le tenía que arreglar el asunto que lo había llevado allí qué podía hacer mientras tanto. Le sugirió que contemplara el paisaje. El hombre siempre ocupado le respondió: “No tengo tiempo para mirar el paisaje”, a la cual su interlocutor le respondió: “Perdone pero usted es pobre”».
A continuación se abrió un diálogo con los participantes, que permitió tratar diferentes temas: el sentido de la vida, la falta de sentido, la soledad, el acompañamiento, la enfermedad, la muerte, la vejez, los jóvenes… Y también se profundizó en diferentes tipos de pobrezas: humana, de espíritu, económica, sociológica, psicológica…
En conclusión, la pobreza real y auténtica requiere fortaleza humana.