Por M. Javiera Aguirre Romero
Periodista, doctoranda en Ética y Política
Dinamarca, febrero 2009
Foto: T. Hawk
Aunque habitualmente el fin de año es momento de repasar lo ocurrido durante el año que se va y pensar en nuevos/buenos propósitos para el que comienza, la víspera del 2009 no nos dio tiempo de nada, o tal vez de muy poco porque estuvo “cargado” de lamentables noticias de alcance internacional.
La gran cantidad de noticias o informaciones que recibimos muchas veces produce el efecto de la paralización. Y es precisamente el efecto contrario a lo que debiera ocurrir: la estimulación del análisis, del pensamiento critico, la generación de opinión. Además del volumen de informaciones también incide en este efecto de paralización la forma en que nos informan los medios sobre ellas; el titular, la ubicación de las noticias en el periódico o el telediario nos dan más información sobre su relevancia o alcance.
Como parte del recuento del 2008 quisiera reflexionar sobre la actitud que tenemos ante las informaciones que los medios de comunicación nos entregan y, en particular, la manera en que lo hacen.
Tomaré algunos ejemplos para ilustrar la reflexión. El primero es la manera en que los periódicos cubrieron durante los últimos meses del 2008 la guerra contra el narcotráfico que se está produciendo en México. A la hora de titular, parece que los periódicos olvidan que están informando sobre personas muertas, sobre familias y amigos que sufren por esas pérdidas, y sobre poblaciones o grupos de personas aterrorizadas por las consecuencias que la guerra declarada por el gobierno a los narcotraficantes está trayendo.
Este ejemplo plantea dos cuestiones o desafíos: primero, en relación a la prensa, la necesidad de analizar el tratamiento del dolor en las noticias y de promover el deber de darles contexto para ayudar a su comprensión y no para provocar temor, incomprensión o simplemente para repetir las cifras de muertos sin más. Respecto de la ciudadanía, es preciso promover la necesidad de cuestionar la manera en que los medios nos informan, usando las plataformas que tenemos: cartas al director, blogs, msn en directo, etc., y sobre todo, el poder de comprar o no determinado periódico o sintonizar o no un determinado canal de televisión o radioemisora. De esta manera existe la posibilidad de que nos comportemos como ciudadanos que hacen crecer a la prensa libre y que ejercen en plenitud su derecho a estar informados: comentando y duscutiendo sobre cómo y sobre qué informa la prensa, y acerca de las repercusiones de esa manera de informar en la sociedad.
Podríamos plantearnos, entre otras, las siguientes preguntas: ¿es adecuado que durante semanas los principales periódicos de circulación nacional en España hagan referencia al “número de muertos” a manos del narcotráfico como si se tratara del número de coches producidos por determinada marca?, ¿De qué forma esa información colabora con el bien de la sociedad mexicana y con la lucha contra el narcotráfico?
En cierto modo, y aunque no sea el objetivo final de los periodistas ni de los medios de comunicación, los narcotraficantes se ven beneficiados de “aparecer” en los medios diariamente, y a nivel internacional además. ¡Ya quisiera cualquier empresa, ONG o gobierno tener esta cobertura para sus actividades! Por supuesto, la solución no es que los medios dejen de informar sobre estos hechos, sino más bien, revisar seria y responsablemente qué decir y cómo hacerlo para cumplir con el deber profesional de informar y al mismo tiempo, con el debido respeto al dolor y la integridad de las personas afectadas
Otro ejemplo que puede animar la reflexión es el de la cobertura que se le está dando al conflicto en la Franja de Gaza y su relación con otras informaciones relevantes. En la edición del penúltimo día del 2008 de un periódico de circulación nacional español se daba una amplia cobertura a los ataques a Gaza. Con justa razón, la noticia era abordada en varias páginas en las que se analizaba el hecho desde diferentes perspectivas. El tratamiento de un enfrentamiento de estas características es en sí mismo otro tema para debatir y reflexionar, sin embargo, quisiera comentar otra situación. A un costado de una de las tantas páginas que cubría los ataques de Israel se consignó en un breve de tres párrafos que la guerrilla ugandesa había asesinado a 189 civiles en el Congo.
¿Por qué esa información se publica en un breve?, ¿Por qué no recibe un tratamiento similar al del conflicto palestino-israelí?, ¿Acaso no merece un análisis detallado? Entiendo que la situación que se vive en Gaza es de extrema gravedad, ya que toca una compleja trama de intereses geopolíticos, económicos y religiosos que traspasa las fronteras de los países enfrentados; sin embargo, esto no impide que prestemos atención a otros asuntos de gravedad que ocurren simultáneamente en el mundo y sobre todo, que como ciudadanos reflexionemos sobre qué información y cómo se nos da para eventualmente exigir que se nos informe adecuadamente.
Los ciudadanos han delegado en los periodistas dos facultades de su derecho a estar informado: las de investigar y difundir información. Pero esto no significa que se haya abdicado al ejercicio del derecho, éste sigue perteneciendo a cada persona que puede a su vez exigir que se le informe de manera adecuada.
Aunque habitualmente el fin de año es momento de repasar lo ocurrido durante el año que se va y pensar en nuevos/buenos propósitos para el que comienza, la víspera del 2009 no nos dio tiempo de nada, o tal vez de muy poco porque estuvo “cargado” de lamentables noticias de alcance internacional.
La gran cantidad de noticias o informaciones que recibimos muchas veces produce el efecto de la paralización. Y es precisamente el efecto contrario a lo que debiera ocurrir: la estimulación del análisis, del pensamiento critico, la generación de opinión. Además del volumen de informaciones también incide en este efecto de paralización la forma en que nos informan los medios sobre ellas; el titular, la ubicación de las noticias en el periódico o el telediario nos dan más información sobre su relevancia o alcance.
Como parte del recuento del 2008 quisiera reflexionar sobre la actitud que tenemos ante las informaciones que los medios de comunicación nos entregan y, en particular, la manera en que lo hacen.
Tomaré algunos ejemplos para ilustrar la reflexión. El primero es la manera en que los periódicos cubrieron durante los últimos meses del 2008 la guerra contra el narcotráfico que se está produciendo en México. A la hora de titular, parece que los periódicos olvidan que están informando sobre personas muertas, sobre familias y amigos que sufren por esas pérdidas, y sobre poblaciones o grupos de personas aterrorizadas por las consecuencias que la guerra declarada por el gobierno a los narcotraficantes está trayendo.
Este ejemplo plantea dos cuestiones o desafíos: primero, en relación a la prensa, la necesidad de analizar el tratamiento del dolor en las noticias y de promover el deber de darles contexto para ayudar a su comprensión y no para provocar temor, incomprensión o simplemente para repetir las cifras de muertos sin más. Respecto de la ciudadanía, es preciso promover la necesidad de cuestionar la manera en que los medios nos informan, usando las plataformas que tenemos: cartas al director, blogs, msn en directo, etc., y sobre todo, el poder de comprar o no determinado periódico o sintonizar o no un determinado canal de televisión o radioemisora. De esta manera existe la posibilidad de que nos comportemos como ciudadanos que hacen crecer a la prensa libre y que ejercen en plenitud su derecho a estar informados: comentando y duscutiendo sobre cómo y sobre qué informa la prensa, y acerca de las repercusiones de esa manera de informar en la sociedad.
Podríamos plantearnos, entre otras, las siguientes preguntas: ¿es adecuado que durante semanas los principales periódicos de circulación nacional en España hagan referencia al “número de muertos” a manos del narcotráfico como si se tratara del número de coches producidos por determinada marca?, ¿De qué forma esa información colabora con el bien de la sociedad mexicana y con la lucha contra el narcotráfico?
En cierto modo, y aunque no sea el objetivo final de los periodistas ni de los medios de comunicación, los narcotraficantes se ven beneficiados de “aparecer” en los medios diariamente, y a nivel internacional además. ¡Ya quisiera cualquier empresa, ONG o gobierno tener esta cobertura para sus actividades! Por supuesto, la solución no es que los medios dejen de informar sobre estos hechos, sino más bien, revisar seria y responsablemente qué decir y cómo hacerlo para cumplir con el deber profesional de informar y al mismo tiempo, con el debido respeto al dolor y la integridad de las personas afectadas.
Otro ejemplo que puede animar la reflexión es el de la cobertura que se le está dando al conflicto en la Franja de Gaza y su relación con otras informaciones relevantes. En la edición del penúltimo día del 2008 de un periódico de circulación nacional español se daba una amplia cobertura a los ataques a Gaza. Con justa razón, la noticia era abordada en varias páginas en las que se analizaba el hecho desde diferentes perspectivas. El tratamiento de un enfrentamiento de estas características es en sí mismo otro tema para debatir y reflexionar, sin embargo, quisiera comentar otra situación. A un costado de una de las tantas páginas que cubría los ataques de Israel se consignó en un breve de tres párrafos que la guerrilla ugandesa había asesinado a 189 civiles en el Congo.
¿Por qué esa información se publica en un breve?, ¿Por qué no recibe un tratamiento similar al del conflicto palestino-israelí?, ¿Acaso no merece un análisis detallado? Entiendo que la situación que se vive en Gaza es de extrema gravedad, ya que toca una compleja trama de intereses geopolíticos, económicos y religiosos que traspasa las fronteras de los países enfrentados; sin embargo, esto no impide que prestemos atención a otros asuntos de gravedad que ocurren simultáneamente en el mundo y sobre todo, que como ciudadanos reflexionemos sobre qué información y cómo se nos da para eventualmente exigir que se nos informe adecuadamente.
Los ciudadanos han delegado en los periodistas dos facultades de su derecho a estar informado: las de investigar y difundir información. Pero esto no significa que se haya abdicado al ejercicio del derecho, éste sigue perteneciendo a cada persona que puede a su vez exigir que se le informe de manera adecuada.