Por Marta Miquel
Colaboradora del Ámbito María Corral
Santiago de Compostela, octubre 2010
Foto: Wordle.net
– ¿… una nube de que?
– Sí, sí, una nube de tags.
Quizá para aquellos que no navegan habitualmente por las redes, o que no conocen este lenguaje cada vez más cotidiano entre las nuevas generaciones, esto les pueda resultar un tanto extraño o lejano.
En el mundo de Internet y las nuevas tecnologías los tags son definidos como palabras clave asociadas a un artículo publicado en un blog o espacio cibernético. Estos facilitan a los internautas la tarea de encontrar aquellos contenidos que más les interesan entre tan variopinta información que corre por estos canales. Esta es una forma de etiquetar las cosas en el mundo digital, pero que en realidad no está tan lejos de lo que sucede en el mundo físico.
El ser humano se relaciona y crea lazos a muy distintos niveles con los demás y, aunque a veces le cueste aceptarlo, tiene por costumbre etiquetar a las personas que va conociendo. Esto, nos guste o no, se da y cambiarlo o dejar de hacerlo no es fácil, pero lo que si podemos intentar es elegir unas etiquetas que favorezcan el bienestar en nuestro entramado social.
La mayoría de las veces etiquetamos a las personas no por sus aptitudes, cualidades, o rasgos enriquecedores sino por aquello que nos molesta, que nos parece desacertado, por sus límites, sus defectos, etc. Quizá no acabamos de ser conscientes de ello, pero este hecho, como suele decirse popularmente, «crea mal rollo», entristece la convivencia, apaga la alegría y contamina la capacidad de gozar inherente a la persona.
Hace unas semanas, en el pasado verano, durante una caminata en la que participé junto a otras 70 personas de diferentes procedencias, reflexionamos sobre algunas palabras y lo que significaban para cada uno de nosotros. Eran palabras que quizá no empleamos muy a menudo, o que cuando lo hacemos no sabemos darle el sentido que tienen, pero que son germen para una sociedad más pacífica.
Pensando en los tags y en sus nubes (agrupaciones de varias etiquetas) se me ocurre que una forma de aprender a relacionarnos creando «buen rollo», favoreciendo la comunicación, dejando de lado resentimientos, y construyendo una base estable en la convivencia donde queden al margen las envidias y el poder, puede ser inventando una buena nube de tags que lleve a las personas a poder mirarse a los ojos con transparencia y desde la amistad. Me refiero a etiquetar a la persona como: gozosa, gratuita, libre, sabia, festiva, humilde, emprendedora, acogedora, fiel, alegre, astuta, amiga, sincera, prudente, respetuosa, amable, divertida, atenta, delicada, silenciosa…
Así la vida tomaría otro color, las relaciones desprenderían otro perfume y las conversaciones tararearían otra melodía. Sólo se trata de poner una nueva nube de tags en tu vida y en la vida de los demás. Puestos a etiquetar, vale la pena intentar que éstas aporten a nuestra existencia esa brizna de frescor que ilumina el rostro humano y calienta el corazón.