No hay duda que vivimos momentos de mucha incertidumbre, en los que parece que ante los retos planteados no se encuentren soluciones, y esta perspectiva se puede alargar todavía unos años más. Hace tiempo, en unas jornadas organizadas por el Ámbito María Corral, el profesor Luis Prieto Moreno decía: «La dinámica de la madurez surge de la posibilidad del hombre de afrontar su propia inseguridad y ser capaz de arriesgarse». Podemos decir, pues, que vivimos un momento en el que tendremos que ser maduros para saber vivir un tiempo de incertidumbres, inseguridades y al mismo tiempo arriesgarnos a buscar nuevas vías y soluciones. A pesar de ello, algunos piensan que la creatividad responde más a una etapa de juventud que de madurez o vejez, pero lo que es seguro es que ante el momento actual lo mejor será articular grupos creativos intergeneracionales, en los que la creatividad nazca de la experiencia, la audacia, la sabiduría y la sed de conocimiento, entre otras. Como dice el profesor Juan Miguel González Feria: «Madurar es balancearse entre la creatividad y la rutina, es el equilibrio entre la iniciativa y la memoria. La experiencia, por una parte, no se debe amontonar sin más sino asumirse en sabiduría; en caso contrario, la acumulación de conocimientos se hará excesiva y coartará nuestra creatividad».
Acostumbramos a utilizar la palabra creatividad para referirnos a la característica que describen los que tienen ideas que los demás no han tenido hasta el momento. Con este uso descriptivo del término encasillamos a las personas en creativas y no creativas. Es cierto que hay personas más creativas que otras, como hay personas que juegan mejor al básquet que otras. Pero, como dice el médico Lucas González Santa Cruz, «la creatividad es, también y sobretodo, una actividad que realizamos para buscar ideas que no hemos tenido hasta el momento, con el objetivo de que estas ideas nuevas sean de alguna manera beneficiosas. Por lo tanto, la creatividad la podemos desarrollar todas las personas». Sin duda que, más que nunca, en este momento todos estamos llamados a ejercerla, sin olvidar que debemos tener una cierta «creatividad responsable» para no inundar el mundo y las redes sociales de realidades innecesarias o inoportunas, que nadie recibirá con gozo.
En el fondo, como dice la pedagoga Carme Romia, «ser creativo es ser capaz de sobrepasar las propias posibilidades, es ser capaz de dar respuestas nuevas a situaciones nuevas. Eduardo Galeano explica que un día vio en una calle una pancarta que decía: “Cuánto más sabía las respuestas, me cambiaron las preguntas”». Éste es el reto del momento presente: parecía que todo era claro y ahora nos han cambiado todas las presuposiciones, y es éste el momento en el que debemos ser capaces de generar respuestas nuevas ante las que ya no sirven o no son adecuadas. Y todo esto pide un proceso creativo, es decir, partiendo de una idea, pregunta, necesidad o situación inicial, llegar a una o más ideas alternativas, diferentes de las que teníamos hasta aquel momento.
La psicóloga Leticia Soberón dice que «las creatividades, más que la creatividad, son formas de ejercicio de las capacidades que incluyen diversos elementos: habilidades, conocimientos, destrezas, motivaciones y emociones. Todo ello, aplicado a alguna área concreta de actividad, puede dar como resultado la apertura de nuevos horizontes o la inserción de dinamismos nuevos en procesos ya empezados». Además, hoy las nuevas tecnologías permiten una forma de creatividad más amplia y simultánea a través de Internet.
La creatividad es una actividad que podemos desarrollar colectivamente para aprovechar el potencial de cada uno. Lo único que podemos desear es que no solo se oriente y se aplique a una rentabilidad mayor en las empresas, sino sobretodo en hacer más felices y más armónicas a las personas concretas que hoy pueblan el planeta.
¿Podemos adaptarnos emocionalmente a la incertidumbre? ¿Dedicar tiempo a la reflexión y la contemplación, puede hacernos más creativos? ¿Se puede educar la creatividad?
Jordi Cussó Porredón
Ponentes y ponencias:
Jaume Aymar Ragolta, Decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Ramon Llull
Maria Mercè Conangla Marín, Vicepresidenta de la Fundació Àmbit. Directora del Máster de Ecología Emocional
Josep M. Esquirol Calaf, Profesor de Filosofía de la Universidad de Barcelona
Cecília Gafarot Esteve, Maestra y coordinadora de proyectos docentes
Reseña, reportaje fotográfico y monográfico