Por Alina J. Bello Dotel
Colaboradora del Ámbito María Corral
Santo Domingo, R. D., mayo 2011
Foto: Tonymadrid Photography
Contexto En una sociedad que se tiñe de individualismo las fronteras del cuidado asumen matices cada vez mas diluidos en lo que al prójimo se refiere.
Vivimos convencidos de que sólo debemos ocuparnos de nuestros asuntos, que todo lo que suceda fuera del ámbito de lo estrictamente personal, no es de nuestra incumbencia, e incluso llegamos a dejar fuera de esa esfera hasta a nuestras propias familias y amigos, asumiendo que no debemos inmiscuirnos en sus asuntos, encontrando en esa idea la excusa perfecta para desentendernos de ellos.
Concepto de Cuidar
Pero ¿qué significa cuidar a los demás y qué valor tiene?
Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el concepto de cuidar viene del español antiguo coidar que a su vez viene de latín cogitāre, pensar. En una primera acepción quiere decir: Poner diligencia, atención y solicitud en la ejecución de algo. En su segundo significado refiere a: Asistir, guardar, conservar.
Ya dentro de la primera o de la segunda acepción, el concepto de cuidar remite a dedicación, sea ésta de pensamiento o de acción. El cuidar es una salida del sí mismo para servir a los demás, con nuestros pensamientos, ayudando a buscar nuevas formas de resolver las situaciones que los arropan, o con nuestras acciones, dedicando nuestro tiempo y nuestras capacidades en la realización de tareas necesarias para la convivencia: organizar la casa, arreglar un grifo, hacer las compras, acompañar al parque, atender a un anciano, velar por un niño, etc.
Cuidado y reconocimiento
Cualquier labor de cuidado aporta satisfacción y alegría a quien la realiza. Y es que la acción de cuidar genera un proceso de reconocimiento mutuo que fortalece los lazos de amistad y fraternidad entre la persona que es cuidada y la persona que cuida. También crea redes de personas voluntarias que, guiadas por el ejemplo de aquellos que cuidan a sus semejantes, se contagian de la alegría que estos viven y se unen a dicha labor. El reconocimiento se irradia a la comunidad convirtiéndola en un espacio de convivencia social y de solidaridad a través del cuidado.
La persona cuidadora, al cuidar de otros y producir redes de cuidado en la comunidad, está colaborando en la construcción de un mundo más habitable para todas las personas y al mismo tiempo, creando espacios de cuidado que pueden revertir sobre ella misma en el futuro. Esto es así porque la solidaridad con los más necesitados –sea económica, afectiva, o de cualquier tipo– siempre regresa a nuestras vidas en forma de solidaridad recíproca.