Por Mónica Moyano
Colaboradora del Ámbito María Corral
Barcelona, enero 2011
Foto: JaHoVil
Cada día, cuando abro el buzón encuentro lo mismo: hojas y más hojas de propaganda. Las subo a casa y las coloco todas en un montón que, cuando sea grande, llevaré al contenedor de reciclaje. La mayor parte de los impresos anuncian electrodomésticos y aparatos relacionados con las nuevas tecnologías: MP3, 4 o 5, cámaras digitales de foto y vídeo, GPS, marcos de fotos digitales, consolas… Cuando recibí el primer impreso me lo miré con ilusión porque era el primer signo de que se acercaban las rebajas. De lo que se ofrecía no necesitaba nada. Cuando llegó el segundo me lo volví a mirar con interés porque ya empezaba a dudar de no necesitar nada. El GPS me tentó, sobretodo después del último rodeo de 100 km cuando conducía por el sur del país. En realidad no lo necesito porque ya me he comprado un mapa de papel y, en caso de duda, puedo preguntar por el camino. Con la llegada del tercer impreso empecé a pensar que se estaba utilizando el método de la repetición para grabarme en el cerebro que, al menos, alguno de aquellos productos era necesario. ¿Y el marco de fotos digital? Hoy en día todas las fotos son de este formato y si tuviera este marco podría ahorrar mucho dinero en impresiones. En realidad tengo muchas fotos en papel que sólo miro cuando les saco el polvo. Tampoco necesito un marco de fotos digital.
Comprendo que, cuando se da una situación de crisis, elevar el consumo interno es una pieza clave para la revitalización de la economía, pero, ¿por qué no se eleva el consumo interno de alimentos, por ejemplo, de frutas y verduras que tanto bien harían a nuestra salud? Se ayudaría mucho más a la agricultura y a nuestros campesinos. Y ¿por qué no hacer de la fruta un objeto de regalo tan preciado como cualquier otro? En China, cuando se quiere hacer un regalo para agradecer un favor se regala una caja de fruta de calidad. Son cajas ya preparadas para regalo. Las manzanas, por ejemplo, son rojas y brillantes; la uva aún tiene encima el polvillo que le hace parecer sacada de un cuadro; los melocotones están llenos de terciopelo. Se escoge lo mejor de la fruta para convertirla en un obsequio.
Necesitar y consumir deberían ser causa y efecto. En nuestros días la relación se invierte y primero consumimos para después buscar las razones y las necesidades que nos han llevado a hacerlo. Sólo debemos mirar alguna web de venta de productos de segunda mano para darnos cuenta de que compramos compulsivamente, guiados por un afán de poseer o de aprovechar la oferta del momento. Y es que hay algunas muy tentadoras… Ahora salgo a la calle. Mientras bajo en el ascensor me voy repitiendo: «No necesito nada, no necesito nada, no necesito nada…».