Por Mauricio Chinchilla Pineda
Periodista
Barichara. Colombia, enero 2012
Foto: Arantxata
Hace un tiempo leía una historia increíble en los diarios de prácticamente todo el mundo. Un religioso de Barcelona, España, anónima y gratuitamente, donaba uno de sus riñones, para que otro hombre dejara atrás sus males, sus diálisis y recuperara así su salud perdida desde hacía un tiempo. ¿La condición? Que alguien de la familia del receptor donara a su vez un órgano, gratuitamente, para salvarle la vida a otro ser humano. Y así sucesivamente hasta crear una gran cadena que podría salvar varias vidas.
La cadena de trasplantes, en opinión del donante, «da a la vida un significado de alegría repartida hacia los demás» que indudablemente beneficia a todos.
Esta modalidad podría multiplicar por diez el sistema de trasplantes cruzados e incrementar en un 20% las donaciones renales en vivo, aliviando el sufrimiento de los 4.500 pacientes que en España esperan un riñón durante unos veinte meses.
Este tipo de donaciones en vida comenzó a realizarse en Estados Unidos en 2007 gracias al altruismo de Matt Jones, una persona que donó uno de sus riñones a un desconocido y al urólogo Michael Rees, que empezó una serie de donaciones encadenadas que han salvado la vida a decenas de personas.
El ejemplo que sigue es real, se dio en Estados Unidos y tuvo una importante repercusión por su componente racial. Un hombre blanco perdió a su hijo de 18 años en un accidente con moto de nieve. A los tres años, decidió que quería salvar la vida de alguien donando su riñón. El órgano se trasplantó a una mujer de raza negra, cuyo hijo donó el suyo a un hombre asiático en diálisis. Y la mujer del asiático hizo lo propio en beneficio de una profesora hispana. Se trata de una de las cadenas con mayor eco mediático, pero no la más larga del mundo.
Estas cadenas funcionan también en otros países como Inglaterra y Holanda, donde se exige, eso sí, que la primera donación sea totalmente altruista.
En Estados Unidos se permite que, si lo desea, el buen samaritano conozca a su receptor siempre y cuando éste también quiera. Lo mismo con el resto de la cadena. En cambio, en España la donación es completamente anónima y es una figura aprobada en 2010 por la Organización Nacional de Trasplantes y las comunidades para fomentar el trasplante renal de donantes vivos, y a la que desde su anuncio se han apuntado un total de 35 personas.
Todo esto me hace recodar una película norteamericana del año 2000, dirigida por Mimi Leder y titulada, «Cadena de Favores». ¿El argumento? Un niño de doce años comienza, sin saberlo, un movimiento tan poderoso que impactará a toda una sociedad. La fórmula: alguien hace un «favor» importante y necesario a tres personas, sin tratar de obtener un beneficio personal. La condición es que cada uno que recibe un favor no lo devuelva a quien se lo hizo sino que haga tres favores desinteresados a otras tres personas y así sucesivamente…
Seguramente muchos sabemos ya esta historia, pero creo que vale la pena reflexionar sobre varios conceptos que están entrelazados en ella:
– Altruismo: es una actitud de servicio aceptada y querida de buen grado. El altruismo y la solidaridad tienen una dimensión claramente humana y de servicio a la sociedad que se pone a prueba si para prestar ayuda a los demás tenemos que renunciar a beneficios propios, inmediatos y significativos.
– Donación: es la entrega voluntaria de algo que se posee. La donación es una acción que consiste en una liberalidad voluntaria entre personas vivas, siendo imprescindible para que exista la participación de dos partes, una que será la que realiza la disposición gratuita de uno o varios de los bienes que son de su propiedad o en su defecto de los cuales por cualquier título se encuentra facultado para disponer, el donante; y la otra parte, llamada donatario o receptor, que tendrá la facultad de aceptar la misma o rechazarla, sin necesidad de entregar ningún tipo de contraprestación, salvo que se aclare que la donación se hace con cargo.
– Gratuidad: ¿Qué es la gratuidad? ¿Una labor prestada sin recibir la debida recompensa? ¿Es ausencia de proyectos? ¿No será una actitud interior que hace de la propia vida un don constante para el otro, un don que parte del diálogo y de la apertura? ¿No será la gratuidad lo oblativo que no busca trueque ni recompensa? Gratuidad es convertir la vida en don, servicio, diálogo, comunión y participación.
– Favor: Ayuda, asistencia que se presta de forma gratuita.
– Caridad: Sentimiento que impulsa a las personas a la solidaridad con sus semejantes.
En fin, muchas palabras posiblemente para el mismo significado, por no decir para el mismo resultado o fin. ¿Y tú, en qué punto estás, cómo te consideras, qué parte del eslabón eres en esta cadena?