Por Elisabet Juanola Soria
Periodista
Santiago de Chile, junio 2012
Foto: Oye Apitoño
http://www.elisabetjuanola.com/
Las personas necesitamos la luz para vivir. Podemos pasar temporadas con más o menos luz, pero cuando sale el sol todo se ve de forma distinta; no sólo los colores y las formas, también cambia la percepción de la realidad. La luz es necesaria para la vida en general, no sólo para las personas. Las plantas se orientan según la luz, sólo hay que fijarse en cómo colocan sus hojas para darse cuenta. Los recién nacidos siempre buscan la luz para jugar e interactuar.
Cuando el ser humano descubrió el fuego y, más adelante, la forma de tener luz en la noche, cambió diametralmente el concepto de su vida. Hoy nos es casi imposible imaginarnos sin luz. Si no hubiera luz, en invierno simplemente iríamos a dormir hacia las seis o las siete de la tarde.
Pero en todo el tema de la luz hay efectos muy curiosos. Por ejemplo, puede estar todo a oscuras y, a veces, poder ver por qué se refleja la luna o la luz del sol o incluso la de las estrellas. Y, por otro lado, los cuerpos y algunos objetos guardan luz cuando es de día o la reciben, y después la desprenden. Este es el caso de los objetos fosforescentes o fluorescentes. La florescencia se produce cuando al ser iluminado un objeto, emite luz de forma inmediata. Es distinto a fosforescencia, que se da cuando el objeto guarda la energía para emitir luz posteriormente. La florescencia sirve para detectar a un ciclista en la carretera cuando las luces del coche lo iluminan; la fosforescencia es el efecto de las agujas de un reloj en la noche.
Todavía hay un tercer efecto, la termoluminiscencia, que es la propiedad de algunos minerales, por ejemplo los cuarzos, de almacenar luz y calor durante el día y ser aislante, y de noche desprender estos mismos elementos. Un cuarzo, por ejemplo, podría servir como lámpara.
De alguna forma, estos fenómenos nos muestran ejemplos de cómo vivir con luz cuando no hay. Y de aquí podemos concluir un paralelismo con las personas que viven un momento intenso y rápidamente lo reflejan.
Están alegres y hacen amena la convivencia. Algunas de estas personas guardan aquello vivido como un tesoro y les sirve para dar luz o calor cuando no hay. Su experiencia les dura y tienen constantemente el don de dar luz a los demás.