Por David Martínez García
Economista
Barcelona, marzo 2013
Foto: yesmondasys.blogspot.com.es
Según los análisis realizados por las principales escuelas de negocio, los tres retos fundamentales a los que se enfrentan los líderes actuales para gestionar su entorno son: la incertidumbre, el aumento del nivel de complejidad y la sensación generalizada de negatividad.
Estos tres elementos, conjuntamente, están produciendo en las organizaciones una sensación de miedo que impide tomar adecuadamente las decisiones, además de un creciente bloqueo de sus líderes que impide el desarrollo de nuevos proyectos. Es pues necesario buscar herramientas o antídotos que permitan mitigar esta situación.
¿Cómo hacerlo?
Para afrontar la incertidumbre es necesario preparar a las organizaciones y a las personas que en ellas trabajan, fomentando su capacidad para adaptarse a los cambios que requiere el entorno. Esto implica mejorar en la utilización de las tecnologías, desarrollar el pensamiento lateral y creativo, profundizar en la reflexión con el objetivo de desarrollar una conciencia plena sobre el entorno y por último utilizar el pensamiento estratégico para desarrollar una visión de 360 grados con objetivos a mediano plazo.
Para gestionar la complejidad hay que aplicar el “smart working”, que implica una forma de trabajar más inteligente. Para ello hace falta actuar de forma cooperativa e interdisciplinaria, potenciar una formación sólida y adaptada a las necesidades actuales y desarrollar al máximo todas las habilidades relacionales, pues el mundo está interconectado y el conocimiento está disperso y se encuentra en cualquier parte.
Y por último, para afrontar la negatividad, creo que es necesario trabajar tanto la confianza en uno mismo como la confianza colectiva (corporativa) y apartarse de la negatividad y de los que son negativos. Es necesario generar espacios de optimismo donde afloren nuevas ideas y se cree el entorno de seguridad necesario para que los líderes sean capaces de relanzar nuevos proyectos.
¿Cómo debe ser el nuevo modelo de gestión de las organizaciones?
El papel del líder es clave dentro de una organización, porque las personas siguen pautas y mimetizan comportamientos. Pero es evidente que las empresas no están configuradas por un único líder, sino por varios. Y estos líderes deben ser capaces de gestionar en entornos inciertos, complejos y rodeados de altas dosis de negatividad.
Para poder trabajar en este tipo de entornos y si queremos aplicar las herramientas detalladas anteriormente, estamos obligados a trabajar un liderazgo más compartido que impide trabajar sólo bajo modelos de uniformidad. Es necesario construir un modelo de gestión en las organizaciones basado en la armonía. La incertidumbre, la complejidad y la negatividad, nos llevan a organizaciones cada vez más heterogéneas, los servicios son más cambiantes y el entorno en el que se actúa es más diverso. Por esa razón los procesos no pueden ser estandarizados. Cada vez es más necesario contar en las organizaciones con personas más emprendedoras, que gocen de autonomía, con capacidad de liderazgo y de adaptación al cambio. Gestionar este perfil de profesionales requiere de un modelo más compartido y cooperativo, adverso al modelo de uniformidad. En definitiva, un modelo de gestión basado en un liderazgo armónico, que haga aflorar lo mejor de cada individuo en favor de unos objetivos perseguidos de forma colectiva.
Un modelo de liderazgo basado en la armonía de la organización obliga a dedicar mucho más tiempo a las personas que a la estrategia. Si se es capaz de motivar a las personas e incorporarlas dentro de un proceso mucho más compartido, ellas mismas aportan la estrategia necesaria y la creatividad para afrontar los cambios.
¿Cual puede ser la palanca de cambio para pasar de una organización uniforme a una más armónica?
Como indicaba anteriormente, el miedo puede ser un factor de bloqueo. Pero también, muchas veces, puede actuar como palanca de cambio. Cuando no queda otra alternativa, el miedo ayuda a transformarse. Las personas prefieren cooperar y buscar soluciones conjuntamente a quedarse paralizadas esperando lo peor. Compartir el temor puede ser una buena forma de salir de esa situación.
Como en todos los campos, el primer paso es darse cuenta de que las cosas ya no van a ser como antes. Y a partir de ahí es necesario empezar a analizar las tendencias, compartir el conocimiento, potenciar el crecimiento de las personas de la organización, trabajar de forma interdisciplinaria, valorar lo positivo, disfrutar de los éxitos, mitigar los efectos del fracaso y pasar página rápidamente cuando las cosas no han salido como pensábamos.
En definitiva, una cultura organizativa basada en un liderazgo armónico es aquella que prima al individuo por encima de la organización, fomentando un modelo de interrelación más cooperativo e interdisciplinario para, de esta forma, conseguir una organización más adaptable, más competitiva y más segura de si misma.
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