Por Esther Borrego Linares
Trabajadora social
Barcelona, noviembre 2015
Foto: Creative Commons
Hace unos días una persona conocida me comentaba que estaba muy preocupada porque debía hacer un presupuesto mensual y que se había dado cuenta de que no tenía suficiente dinero para los pocos gastos diarios que tenia. Tiene una pensión no muy alta, es verdad; con la cual, pero, hace unos cuantos meses que vivía con cierta tranquilidad, y no ha cambiado ni los hábitos ni los ingresos. Recuerdo que no se preocupaba nunca de su dinero.
Aun cuando no es extraño escuchar que la gente vive más o menos preocupada por la economía diaria –si llegamos a fin de mes, todo lo que es necesario mirar y comparar para no sufrir mucho, si podemos hacer un extra o no…–, en el caso de este conocido me sorprendió.
De golpe me vino a la mente una frase que decía que estar pendiente del mañana te convierte en esclavo. Con esto no quiero decir que hayamos de desentendernos de una manera irresponsable de lo que vendrá; bien al contrario, entiendo que lo que hay que hacer es tomar absoluta consciencia de lo que vivimos en el momento presente, de lo que buscamos con aquello que estamos haciendo, del sentido que le damos, y que con eso, lo que hacemos es integrar nuestra vida, unificándola y avanzar hacia donde queremos ir.
La persona, hombre o mujer, tiene muchas capacidades que en determinadas circunstancias no pone en juego; es entonces cuando los acompañantes, educadores, tutores…, o simplemente los amigos, lo que tienen que saber hacer con mucho cuidado y dedicación es despertarla, hacerle ver que tiene todo un potencial dentro de él para disfrutar con sencillez de la vida.
Pero muchas veces podemos caer en la trampa de olvidar que somos unos seres inteligentes, libres y capaces de amar, es decir, que tenemos todas las características necesarias para poder ser felices, solo es necesario que seamos conscientes de ello y, si no, que alguien cercano nos recuerde que somos los únicos protagonistas y responsables de nuestra vida. Hay que ser muy consciente que uno de los grandes bienes que tenemos como seres humanos es poder escoger lo que queremos ser y cómo lo queremos conseguir.
Seguramente, este conocido mío no sufriría tanto si continuase pensando que lo importante es vivir con lo que uno tiene, sabiendo lo que es imprescindible para él hoy. Quizás incluso le sobraría dinero para algún helado y para invitar a alguien compartiendo el rato después de un buen paseo.