Por Ramón Santacana
Economista y profesor universitario
Barcelona, enero 2016
Foto: Creative Commons
Desde que el mundo es mundo existe el cambio y la historia no es más que un intento de explicarlo y dar razón de ello. Sin embargo, el devenir de la historia no es algo lineal y siempre predecible. Hay algunos acontecimientos que actuan de catalizadores de grandes cambios sociales e históricos. William Ogburn y otros sociólogos estadounidenses que han estudiado cómo los avances tecnológicos influyen en los cambios sociales, contemplan cuatro estadios en esa relación: invención, acumulación, difusión y ajuste. Aunque Ogburn sostiene que la tecnología es el principal motor de los cambios sociales, no se inclina por un determinismo tecnológico en el sentido de que las nuevas tecnologías determinan indefectiblemente la organización social, sino que la respuesta social que se da en la fase de ajuste puede ser activa, original y no tiene porque ser meramente de recepción pasiva.
Si consideramos las relativamente recientes tecnologías de la información y comunicación (IT o ICT por sus siglas en inglés), su invención tuvo lugar hacia mitad del siglo XX y la fase de acumulación en las siguientes décadas. En los años noventa tuvo lugar la difusión y a principios de este siglo la fase de ajuste social. En la actualidad, a pesar de los cambios que acontecen debido a la difusión de las IT e internet, uno tiene una cierta sensación de que ya hemos llegado a dichos cambios, lo que queda ahora es la difusion de procesos sociales que de hecho ya están aquí. En ese sentido se puede tener una sensación de seguridad, ya que por fuertes que puedan ser los cambios sociales debidos a la introducción de internet y las IT, ahora ya sabemos de que se trata. Los telefónos inteligentes ya están al alcance de la mayoría y ahora lo único que falta es la difusion a las regiones más atrasadas y la utilización de nuevas aplicaciones.
Eso es lo que precisamente Klaus Schwab está intentando prevenirnos. Según él, aunque efectivamente estamos al final de la etapa de la revolución digital que define como la tercera revolución industrial, no es tiempo de bajar la guardia ya que a la vez estamos en los inicios de una nueva revolución tecnológica, la cuarta revolución industrial, cuyo desarrollo se dará de un modo tan rápido que las etapas de su desarrollo se van a superponer unas a otras. Klaus Schwab no es un profesor que está en un rincón de una universidad anglosajona de solera trabajando entre montañas de libros, sino que es un personaje muy activo en las esferas del liderazgo mundial. Es el fundador y presidente ejecutivo del «World Economic Forum» institución conocida por ser la organizadora de un influyente encuentro anual de líderes mundiales en la ciudad suiza de Davos. Los encuentros de Davos, que inicialmente era para líderes empresariales, son actualmente, cada mes de enero, cita obligada para todo aquél que quiera pulsar de primera mano el ambiente económico y geopolítico global.
Para Schwab esta nueva revolución industrial se diferencia de las anteriores en tres aspectos principales: velocidad, multidisciplinariedad y que el cambio se da en sistemas completos.
1. La velocidad. Mientras las revoluciones industriales anteriores tardaron décadas en desarrollarse, ésta en cambio, está llegando «como un tsunami».
2. Multidisciplinariedad. El cambio tecnológico no está relacionado con una sola área, sino que serán múltiples las áreas que darán saltos simultáneos y van a interactuar entre ellas: sectores como la nanotecnología, la robótica, la inteligencia artificial, la impresión 3D, nuevos materiales, la informática y las redes entre otras. Además estas tecnologías complejas se difundirán y se harán asequibles más rápidamente.
3. Sistemas completos. Esta revolución no presenta la innovación de un producto o un servicio sino la innovación de sistemas completos. Pensemos, por ejemplo, en las consecuencias de introducir plataformas como la de Uber: provoca una nueva forma de intercambio (economía compartida) en la que la separación entre producción y consumo se difumina y la relación entre empleado y empleador se transforma en simples partes contratantes cuyas responsabilidades, a falta de más regulación, son únicamente las establecidas en el contrato.
La cuarta revolución industrial ejercerá su influencia en todos los aspectos de la sociedad1. Las pequeñas empresas, que son más flexibles, podrán adoptar los cambios de manera más rápida; por ello es de esperar que las más ágiles devoren a las más grandes antes de que éstas puedan reaccionar. En el mercado de trabajo la robotización sustituirá muchos trabajos propios de empleos de la clase media. Pensemos en jueces, abogados, contables, financieros, médicos, maestros, policías, cuidadores, etc., que establecerán procesos automatizados y que podrán actuar de modo autónomo2. Los gobiernos también se tendrán que adaptar al ritmo de cambio y a un cambio en el modelo de interacción con los ciudadanos; los legisladores, a su vez, tendrán que ir constantemente poniendo al día sus conocimientos para revisar las leyes y reglamentos.
La emergencia de robots con capacidad de decisión cambiará la manera de relacionamos. Los más pesimistas vaticinan, tal como ya reflejan algunas obras cinematográficas del último lustro, un choque entre humanos y robots3.
Schwab, en un artículo, formula esta pregunta como titular: «¿Podrá la cuarta revolución industrial tener un corazón humano?». Su previsión es que sí, que es posible poner la tecnología al servicio de los más nobles valores humanos, o más específicamente, crear robots que nos mejoren y colaboren a la felicidad humana4. Posible sí lo es, pero eso no quiere decir que vaya a ocurrir. Debemos trabajar y poner nuestras potencias para liderar el cambio que se aproxima. Es por ello que él y su institución decidieron que la cuarta revolución industrial fuera el tema de los encuentros de Davos de este año. Por supuesto habrá una motivación empresarial y económica, pero también humanitaria, ya que ambas no tienen por qué estar reñidas. Y será la conjunción de motivaciones empresariales y humanitarias la mejor manera de liderar el cambio. Convendrá seguir el proceso de ese encuentro del mes de enero.
1 Se puede consultar el artículo de Schwab, The Four Industrial Revolution: What it Means and How to respond publicado en ForeignAffairs.com 12 de diciembre de 2015 y en la web del World Economic Forum 12 de enero de 2016. Enlace:
http://www.weforum.org/agenda/2016/01/the-fourth-industrial-revolution-what-it-means-and-how-to-respond
2 Un novedoso ejercicio mental que propone Schwab para saber si uno está más o menos abierto a la ola tecnológica, es preguntarnse si, en el supuesto de tener una enfermedad grave cuyo tratamiento aconsejado por el médico humano fuera diferente del del médico robotizado, ¿cuál me inclinaría a utilizar?
3 Bill Gates, el físico Stephen Hawking y otros científicos han expresado su preocupación por la posibilidad de que la inteligencia artificial se pudiera desarrollar hasta el punto de que los seres humanos no pudieran controlarlo, lo cual podría «significar el fin de la raza humana».
https://en.wikipedia.org/wiki/AI_takeover#Possibility_of_takeover
4 Interesante es el guiño de Jake Schreier con su pelicula Robot and Frank (2012) en la que un robot cuidador de un anciano se convierte en su mejor amigo y cómplice de aventuras.