Por: Rocio Muñoz
Àmbit Maria Corral
Barcelona, marzo 2016
Foto: Edimurtra
Ante una extensa lista de necesidades y con el reto del deseo solidario de ofrecer igualdad de oportunidades ante las desigualdades, el jueves 18 de febrero, el Ámbito de Investigación y Difusión Maria Corral celebró el 218 Cenar Hora Europea donde se habló de las «Implicaciones ante la exclusión social», moderado por el vicepresidente de la Fundación Integramanet, Agustí Viñas.
Xavier Alonso, de la Dirección general para la Inmigración de la Generalitat de Cataluña, comenzó su aportación recordando a Pep Ribera, cocreador y director de CIDOB, quien creía que lo más importante era la sensibilización, sobre todo por parte de las instituciones públicas y privadas, ante la necesidad de recursos sociales para la gente inmigrada o refugiada. Ante esta situación, lo que tienen que hacer las instituciones es «entender que la solidaridad también funciona como una ola que sube y que puede bajar». En Cataluña tenemos muy vivo el concepto integración que «para algunos representa la defensa de la dignidad de las personas y para otras es la necesidad de preservar nuestra cohesión como sociedad». Explicó de qué manera integramos en Cataluña: se hace con «respuestas específicas a través de mediadores e intérpretes. Se habla del principio de normalización, es decir, que cuanto antes se integre una persona al resto de soluciones de todos los ciudadanos, mucho mejor. Pero siempre se necesitan servicios para personas que acaban de llegar que necesitan ayudas temporales». Y otra manera son los servicios públicos. Pero los recursos públicos no garantizan la inclusión de la gente si no hay una ley que lo avale. Por último, saca una lección: «que los derechos son muy difíciles de conquistar y muy fáciles de derogar».
Mercè Darnell, adjunta del Área Social de Caritas diocesana de Barcelona, hizo entender que «cada vez hay más pobreza extrema, y de esto no se habla. Últimamente ha subido el número de personas que está en el paro y no cobra nada y, cuanto más tiempo lleva en el paro, más posibilitados tiene que se le acaben todas las prestaciones sociales». Hay que entender que el ser humano es vulnerable y, por lo tanto, «el Estado tiene que garantizar prestaciones sociales dignas, unos ingresos mínimos para cualquier persona por el hecho de nacer». Las personas necesitan gente que les ayude. «Es imprescindible fomentar la ocupación en el sector de atención a las personas». Les preocupa que los fenómenos de corrupción política se estén trasladando a todas las personas individualmente y que se vea al pobre como delincuente y lo que es peor, como incapaz. Son personas que necesitan apoyo y ayuda como todo el mundo. Desde Caritas «queremos promover servicios de reciprocidad, de dar. Es imposible recuperar la dignidad de las personas si no entendemos que todos podemos dar y todos podemos recibir. Nos preocupa la sociedad que nos puede traer este clima de desconfianza hacia la persona que nos viene de fuera dada la crisis que sufrimos».
Para finalizar, Begoña Roman, presidenta del Comité de Ética de Servicios Sociales de Cataluña, dio importancia a una serie de conceptos como la involucración, desde una perspectiva de derechos, desde una justicia social, que no sólo es dar bienes, sino reparto de riesgos y de daños, proporcionalmente a los beneficios y no siempre sobre los mismos. Ante las personas que quedan excluidas se tiene que realizar un modelo de asistencia. El más apropiado es aquel modelo de acompañamiento centrado en la persona: « de responsabilidad que está totalmente dirigido a acompañarlos a su ritmo y no llegar donde yo quiero llegar». A la hora de intervenir es importante la ética, que es fundamentalmente reflexión, abandonar los prejuicios y crear las morales más adecuadas para este entorno. La solidaridad que necesitamos en el este siglo XXI tiene que ser subsumida bajo regla universal. Por lo tanto, una solidaridad normativa sería también una justicia compasiva. La compasión tiene que estar acompañada, requiere comprensión, y esto implica saber que la persona siempre es biografía. Nuestra sociedad tiene que recordar tres preguntas sencillas: Reciprocidad: ¿Y si me lo hicieran a mí? Acceso universal: ¿Yo podría querer esto para todo el mundo? Y publicidad: ¿Y si esto se supiera? «Las políticas de reconocimiento de la dignidad recuerdan que la dignidad no es un derecho, pero sería algo así como el derecho a tener derechos».