No siempre en la vida las cosas salen tal como las habíamos previsto ni tampoco es fácil aceptar las nuevas situaciones que se derivan. Podemos pensar en situaciones extremas, como los terremotos, atentados, accidentes o la enfermedad grave y la muerte que producen una verdadera sacudida en la vida y en el entorno. Inesperadamente, en las personas afectadas se produce un fuerte zarandeo emocional y vital que acobarda. Forma parte de la naturaleza humana afrontar los momentos más duros, amargos, difíciles… Vemos tantos ejemplos en las guerras, en la miseria y el dolor provocado, que incluso los niños saben encontrar salidas en la amargura de los traumas físicos y sociales.
Todos tenemos experiencia de momentos difíciles aunque no sean tan extremos, como por ejemplo un fracaso económico, emocional, familiar, laboral, etc. que provocan un replanteamiento de muchas cosas y un retroceso en el ritmo normal o, incluso, un desengaño que hace que uno se sienta fracasado. La fortaleza es el impulso anímico que hace que no te pares ante las adversidades, es decir, que puedas reaccionar y seguir manteniendo el ánimo.
La fortaleza no es sinónimo de terquedad, de endurecimiento de los sentimientos o de una fría estoicidad. Se trata de re-ver el momento difícil por re-decidir y re-emprender el camino que se había interrumpido, y hacer un salto cualitativo para avanzar. Tampoco se trata de aparcar la situación no deseada. Desde una vertiente religiosa a menudo la contrariedad se resuelve diciendo que «Dios lo ha querido así» y por lo tanto, se pone en manos del Trascendente la aceptación de la realidad sin necesidad de hacerse preguntas.
Es necesario poder buscar el porqué de los fracasos, frustraciones, contrariedades… y prever que en la vida no todo irá tal como se había previsto. Es un ejercicio que pocos hacen. No todo es matemático ni exacto, hay los imponderables, hay las incertidumbres y las inesperadas intervenciones externas a la realidad. No se puede tener miedo de incluir los elementos adversos posibles.
¿Por qué es necesaria la fortaleza? La respuesta es clara: para seguir siendo feliz, es decir, para seguir sintiéndote bueno contigo mismo y con tu entorno y por eso se tiene fuerza para ser capaz de encontrar aquella rendija de resiliencia que capacita para no dejar caer el ánimo. Desgraciadamente cuando se habla de ánimo, parece que se hace referencia a una calidad débil, pero se trata de dejar aflorar lo que tu animus es capaz de afrontar: el dolor, la enfermedad grave, la muerte, las injusticias, los desprecios, los miedos… y que no flaquee la propia vulnerabilidad humana para asumir la vida con fuerza.
¿Como afrontar las adversidades? ¿Estamos dispuestos a hacer un ejercicio previo, desde la sinceridad, para averiguar si hay culpabilidad personal y aceptarla para tratar de entender el protagonismo que uno tiene ante la adversidad? ¿Estamos dispuestos a tomar conciencia de las incertidumbres, de los imprevistos y de las realidades no deseadas?
Josep M. Forcada y Casanovas
PONENTES:
Jep Alcalde Baraldés, Abogado. Afectado de esclerosis múltiple
Clara Gomis Bofill, Profesora de psicología especializada en curas paliativas y atención al luto
Maria Martínez Vendrell, Psicóloga clínica
Francesc Torralba Roselló, Director de la Cátedra Ethos de la Universidad Ramon Llull
MODERADORA:
Natàlia Plá y Vidal, Formadora de la Universitas Albertiana