Por: Ramón Santacana
Profesor universitario y artista
Taiwán, enero 2017
Foto: felixioncool
Científicos y observadores del desarrollo social advierten que estamos entrando en una época de grandes avances tecnológicos. El desarrollo de las IT, las tecnologías de la información y la comunicación, está posibilitando que las ciencias que se desarrollaban cada una más o menos por separado, entren en contacto directo y se desarrollen ya combinadas. El efecto es que se va a lograr una especie de explosión tecnológica que algunos, para expresarlo de un modo gráfico, llaman el big bang tecnológico.
Los efectos que van a tener en nuestras vidas son ya motivo de estudio por parte de las ciencias sociales. Es por ello que en el curso de máster internacional que imparto sobre «Ética de los negocios globales» hemos dedicado varias clases a investigar los aspectos éticos de las nuevas tecnologías. Tanto la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías como su comercialización se efectúa, a menudo, desde una óptica empresarial que la ética no puede olvidar.
Los alumnos, en grupos reducidos, escogieron una nueva tecnología, estudiaron los conflictos o cuestiones éticas que emergían y presentaron en clase los resultados de sus investigaciones. Los campos elegidos fueron una buena muestra del momento presente. Desde la robotización y sus implicaciones sociales, la posibilidad de que los robots se desarrollen independientemente del control humano, el cultivo en animales de órganos con genes mixtos humanos y del animal madre para trasplantes, los implantes cerebrales que posibilitarán conexión directa con internet y conexión interpersonal de pensamientos. También la posibilidad de atentados hackeando los implantes, las prótesis que proporcionan capacidades sobrehumanas y el no menos importante tema de la disparidad en el aprovechamiento o control de estas nuevas tecnologías, entre otros temas. Hemos aprendido un buen elenco de palabras que posiblemente vamos a tener que usar en los próximos años, como transhumanismo, cyborg, etc. Los estudiantes, postgraduados de unos veinticinco a treinta años de edad y que provienen de unos quince países de cuatro continentes, han participado con tanto interés que se puede decir que ellos fueron quienes condujeron las clases. Mi participación, después de delimitar bien los temas, se reducía a hacer observaciones y a formular cuestiones para debatir entre todos.
Nos llamó la atención la presentación de un grupo de Singapur sobre tecnología bio-electrónica aplicable a las cucarachas. «¿Las cucarachas? –me dije yo– ¿Quién puede tener interés en controlar a las cucarachas?». La tecnología usada causó rechazo general. Se trata de adosar un chip a la cucaracha y conectarlo a su cerebro por medio de dos electrodos que suplantan a las antenas. De ese modo se puede teledirigir sus movimientos si se desea. La tecnología es tan simple que –afirman– se puede realizar en casa por estudiantes y ya hay una empresa que comercializa unos kits a tal efecto. Fotos y logos comerciales se visualizaban en la pantalla.
El procedimiento de seccionar las antenas y penetrar con electrodos en el cerebro de estos animalitos para controlarlos suscitó un gran rechazo por tratarse de crueldad animal. Pero otros argüían que, a fin de cuentas, todos nosotros en cuanto vemos una cucaracha, la primera reacción que tenemos es acabar con ella. Nunca nos hemos preocupado del bienestar de las cucarachas. Si deseamos eliminarlas, ¿por qué ahora nos preocupamos por sus condiciones de vida? Otros opinaban que animar a los estudiantes a manipular de esa manera a los animales, les induce a tomar una actitud de aprovechamiento utilitarista, de explotación de los animales y los seres vivos sin respetar su dignidad.
Al final, un alumno preguntó: «¿Pero cuál es el uso o aprovechamiento de esta técnica?» Resulta que en terremotos u otros casos de edificios colapsados, se pueden adosar sensores a las cucarachas e introducirlas en los escombros para detectar si hay personas enterradas debajo. La posibilidad de salvar vidas humanas, que además están en situación de gran sufrimiento, primó sobre cualquier otra consideración ética.
Nunca pensé que la tecnología de las cucarachas pudiera servir tanto en una clase de ética.