Por Ramon Santacana
Profesor universitario y pintor
Taiwan, julio 2017
Foto: Banco de Imágenes Geológicas
Muchos recordamos el filme The Martian o El marciano (2015) de Ridley Scott, cuya trama discurre alrededor de los esfuerzos del botánico y astronauta Mark Watney (Matt Damon) en el año 2035, por sobrevivir en el planeta Marte donde una fallida misión espacial le había dejado abandonado.
El filme, científicamente muy bien documentado, presentaba como posible la supervivencia humana en dicho planeta si se poseen los conocimientos adecuados, tesón incomparable y un mínimo de recursos físicos que en dicho filme se obtenían de alguna chatarra espacial abandonada de anteriores misiones.
Recuerdo una entrevista realizada al protagonista, el actor Matt Damon, en la que después de hablar del filme, al final hacía un excurso diciendo que ciertamente la humanidad no tenía otra salida que la exploración y conquista de Marte, que ya se estaban estudiando los aspectos técnicos de ello. Me sorprendió el aplomo y seguridad con que hizo esas afirmaciones. También he leído que para la realización de ese filme, los actores estuvieron en contacto con la NASA para entender y hacer creibles algunas de las situaciones del filme.
Actualmente se está investigando cómo se puede colonizar el planeta. Megan R. Nichols[1], en un artículo científico de divulgación, explica varias opciones que se están investigando y que incluso abarcan aspectos de tan amplio alcance como inducir por medio de campos magnéticos la creación de una atmósfera planetaria. Nichols, en dicho artículo, dice que los asentamientos en Marte, gracias a la baja fuerza de gravedad, pueden ser el lugar idóneo para el montaje y lanzamiento de naves al espacio profundo y que, de momento, lo único que la única dificultad es el estadio de nuestro desarrollo tecnológico.
No se trata de meras especulaciones o de secretos de Estado, la Casa Blanca está dispuesta a financiar estas investigaciones y Donald Trump no tuvo reparos en firmar el pasado mes de marzo, ante las cámaras rodeado de congresistas y directores de la NASA, una ley que concede un presupuesto de más de 18.000 millones de dólares del corriente año fiscal, para la exploración espacial con el fin de enviar humanos a Marte para la década 2030[2], justo la época en que se desarrolla la trama del filme.
En el año 2011, la NASA puso fin a los vuelos de sus transbordadores espaciales y desde entonces depende de Rusia para llevar a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI). Ahora se quiere relanzar la iniciativa espacial norteamericana con la idea de que vaya pasando a manos privadas. El propio presidente puso de relieve, en el momento de la firma, la importancia de la «transición» de las actividades espaciales al sector privado. Empresas privadas como Boeing y SpaceX ya están trabajando para llevar a cabo misiones tripuladas para trasladar a los astronautas estadounidenses a la EEI.
Asistimos, pues, no sólo a un desarrollo de los proyectos para colonizar Marte sino también a un intento, con dinero público, de ir privatizando progresivamente esta iniciativa. Los posibles beneficios de dichos proyectos, si son privatizados, escaparán al control social y democrático, y más si los proyectos tienen lugar fuera de territorios nacionales o incluso fuera del ámbito terrestre.
Quizás, después de todo, el cambio climático y el estado en que se encuentre nuestro planeta en el año 2050, ya no sea tan importante para algunas élites, para las cuales, siempre habrá una salida.
[1] Nichols, Megan Ray (3 de mayo de 2017) “If we successfully land on Mars, could we live there?” http://www.astronomy.com/news/2017/05/could-we-live-on-mars consultado el 12 de junio de 2017.
[2] La Vanguardia (21 de marzo de 2017) “Trump firma una ley para enviar humanos a Marte en 2030” http://www.lavanguardia.com/internacional/20170321/421072740670/trump-ley-enviar-humanos-marte.html consultado el 12 de junio de 2017.