El pasado 19 de enero el Ámbito Maria Corral organizó un diálogo con Josep Maria Forcada, autor de los artículos «Nos jugamos la felicidad» y «Razón, emociones y sentimientos», publicados en el último monográfico de la revista RE sobre Fragilidad y vulnerabilidad. Inició su aportación haciendo referencia al hecho que el tema que se trataba era una continuación de los dos últimos publicados, el número 103 sobre Mirar adelante y el 104 sobre el Bienser para recuperarnos.
Para empezar propuso responder a las preguntas más elementales y básicas de «quién somos, qué hacemos en este mundo y si estamos contentos de ser/estar/existir. El Àmbit y la revista RE parten del Realismo Existencial que puso en marcha el doctor Alfred Rubio a partir de tener conciencia de la realidad de ser seres existentes que justifica por qué merece la pena sumergirse con fuerza en la vida», y resaltó la frase de Ramon Llull: «Ya que estamos vivos, alegrémonos de existir. Estar contento es una cuestión metafísica, es saber que tienes algo a hacer en este mundo. Es una actitud que va más allá de la pura racionalidad. Nosotros, todavía, somos esclavos de la definición de persona como un “animal racional”, pero somos mucho más, puesto que tenemos la capacidad de sentir, de querer/amar, de recordar… Todas estas acciones llenan la existencia.»
Explicó que: «Los sentimientos siempre los hemos situado cómo si se tratara de una categoría intelectual secundaria pero, afortunadamente en la actualidad, científicamente sabemos que las emociones y los sentimientos se generan en nuestro cerebro, son existentes y tienen su curso neuronal. Ahora nos enfrentamos a una realidad donde el virus nos ha hecho abrir los ojos… Y uno de los puntos más graves que afecta es a la vida emocional.»
Insistió en la importancia de darnos cuenta que somos personas frágiles, ya que decía que: «Tenemos un concepto de persona en que nos parece que todo lo sabemos hacer, que todo lo sabemos resolver… como si fuéramos semidioses y no contamos demasiado con acontecimientos que inciden de manera involuntaria, agresiva y nos desmontan lo que teníamos previsto. El aspecto emocional ha fallado porque muchos no están preparados para entender que nacemos y morimos y que en medio hay una trayectoria de cosas que van pasando. Pero hay dos realidades que la gente le cuesta entender: la enfermedad y la muerte.» Hizo referencia a diferentes pensadores que ante el problema de la muerte lo han vivido de diferentes maneras, por ejemplo como Sartre, que les produce un desencanto y un desengaño que los hace entender la existencia como un proceso negativo precisamente porque acaba en la muerte. Comentó que: «La solución válida es asumir la realidad de una manera amable, como San Francisco de Asís que hablaba de la ‘hermana muerte’, para entender que acompaña hasta el final de la vida y en la medida que tú eres capaz de vivir serenamente y eres capaz de saber que eres vulnerable y frágil. Este virus nos ha llevado este ‘tesoro’ de entender tanto la vulnerabilidad como la fragilidad.»
Hay que tener presente como nosotros entendemos la realidad y como nos vayamos metiendo en este mundo de vulnerabilidad. El autor hizo un paralelismo con la guerra y con la “guerra actual virológica” de la cual habló hace unos años Bill Gates que consideraba una guerra verdadera que produciría cataclismos/estruendos humanos entre los cuales incluía la eliminación de muchos seres humanos. «Yo utilizaré la palabra “guerra” solo como un símil de aquello que pasa en las guerras habituales, puesto que hay un gran número de personas, las más vulnerables, que sufren las consecuencias, especialmente quienes tienen menos recursos económicos, sociales, intelectuales, espirituales… El virus ha provocado una “enfermedad” potente y en este símil de la “guerra” en una primera fase se produce un gran desconcierto e inestabilidad, donde se trastorna todo y afecta, como no, la capacidad de llevar una vida más o menos normal: se confina, se recorta la libertad, se entra en un estado de miedo, especialmente el miedo a la muerte, que es casi una obsesión. La angustia de poder comer, un lugar para protegerse y poder vivir produce una sensación de abatimiento y depresión, que provocan un sentimiento de impotencia ante la realidad de la vida. Ante la Covid-19 esta impotencia afecta especialmente a un sector de la sociedad que vive estos efectos negativos. Podríamos pensar en un 40% de la ciudadanía. Otros se lo miran en cierta distancia porque tienen recursos y medios para subsistir.»
Otro aspecto que trató fue: «Prepararnos para este mañana, que es lo más difícil. Todo esto ha pasado en un momento en que la economía estaba en declive y el virus ha afectado concretamente en los países medianamente pobres. Además, ha cambiado todo un modus de funcionar la sociedad.»
Hizo referencia al artículo «Reiniciando el sistema» del economista Xavier Mambrilla que pide entrar de lleno en nuevos retos para reiniciar el sistema económico, como son las nuevas tecnologías, que por ejemplo ya durante este año se ha producido un gran adelanto en el trabajo en línea y en la enseñanza en línea. El economista hace referencia a «la automatización, la inteligencia artificial, la digitalización, la bigdata, criptomonedes, ciberespacio, palabras que implican una transformación tecnológica, nuevas formas de consumir y trabajar que avanzan lentamente y ahora en la pandemia de forma abrupta se hace teletrabajo, finanzas digitales, entretenimiento, consumo a domicilio…» Ante todo esto se ha de contar con un esfuerzo ecologico pensando en el futuro. Forcada resaltó que: «La consecuencia de este virus que ha traqueteado nuestro mundo hace pensar que tendremos que cambiar el mecanismo y la forma de convivencia y de socialización y también de implicación por parte de todo el mundo al emprender nuevas fases de entrar en un proyecto económico en que fallan las formes capitalistas y otras totalitarias». Expresó que: «Toda esta innovación con tantos cambios tecnológicos que tergiversan las formas tradicionales es el comienzo de una nueva era. Quizás se cumplirá lo que algunos dicen “la era tecnológica”».
También habló de la resiliencia, en el sentido de «Mirar de encontrar las rendijas personales y colectivas para poder salir hacia adelante/ tirar adelante. Esta resiliencia es uno de los esfuerzos más grandes que se pone en nuestras manos y que requiere tener una agilidad enorme.»
Dijo que: «Cuando hablamos de fragilidad nos referimos al hecho de entender la necesaria actualización del concepto de persona, que me refería al empezar. Una persona frágil se puede romper, pero se tiene que entender en términos positivos. Se tiene que tener la capacidad de romper muchos esquemas que iban muy bien hasta ahora, se tiene que avanzar sin nostalgias “siempre se había hecho así y funcionaba”, ahora no. Esto pide una actitud de pobreza para poder cambiar muchas formas empresariales, políticas, económicas, familiares, sociales, etc.»
Al final de la guerra siempre se crea una franja de tiempo de esperanza. Lo tenemos que entender a partir de una estabilidad en que se deje la amenaza de las consecuencias de la Covid-19 y se vaya rehaciendo todo una avalancha de problemas económicos y de actitudes emocionales que den una nueva confianza en un compromiso de trabajo por el bien común y solidario.